
Baalbek, Líbano
Fecha del viaje: Agosto de 2010
Esta visita forma parte de un viaje de dos semanas en el que recorrimos por libre Siria, haciendo una excursión en el día desde Damasco a Baalbek para ver las ruinas de la antigua ciudad romana de Heliópolis, y volviendo a dormir a Damasco. Después continuamos el viaje por Jordania, acabando con dos días en Chipre (la parte sur).
Recomendaciones importantes
- Si vais en verano, como fue nuestro caso, importante llevar sombrero y agua. Para lo del agua, hay una terraza maravillosa (pero demasiado soleada cuando estuvimos nosotros) justo enfrente de la entrada al templo de Baco.
- Nosotros fuimos desde Damasco, en Siria, cosa que hoy día, por la situación política, no es aconsejable. De todos modos se que hay transporte directo a Baalbek desde Beirut.
- Para comer, no hay problema, hay algunos restaurantes locales junto a la entrada de las ruinas. Nosotros comimos en uno de ellos, y salimos muy satisfechos.
- Una idea muy buena (que algún día haremos, cuando volvamos a este sitio maravilloso) sería pasar una noche aquí, concretamente en el hotel Palmyra, el más antiguo de Oriente Medio, con 150 años de actividad, y situado junto a las ruinas. Aquí se alojaron Agatha Christie o Albert Einstein, entre otros.
Después de desayunar en nuestro hotel en Damasco, cogimos un taxi y apalabramos con el conductor un precio para que nos llevase hasta Baalbek, y unas cuantas horas después nos trejese de vuelta a nuestro hotel en Damasco. Al final llegamos al acuerdo de que por un módico precio nos llevaría hasta la ciudad libanesa de Chtoura, y nos dejaría junto al bus que va a Baalbek. En la frontera perdimos un poco de tiempo con los trámites de las múltiples ventanillas que hay que ir, pero nada del otro mundo.
En Chtoura cogimos sin problema un microbus destartalado muy pintoresco, que en poco tiempo nos dejó en nuestro destino, Baalbek. Lo primero que hicimos fue entrar en un bar muy occidental y chulo que había junto a las ruinas, con ventiladores, donde nos tomamos dos zumos de naranja maravillosos bien frios. La mejor manera de empezar la visita a las ruinas. En la foto de la derecha, en la escalinata de acceso al recinto.
Estas ruinas son Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde el año 1984. Son una visita imprescindible para cualquier aficionado a la civilización romana, ya que aquí está el templo de Júpiter, que es el mayor templo que se haya construído nunca en la antigüedad (y por bastante diferencia, cualquier otro templo que hayáis estado, cabría dentro de éste). Originalmente tenía 54 columnas de más de 20 metros de altura cada una, de las cuáles hoy sólo quedan 6 en pie. Aún así, sigue siendo espectacular.
Aunque lo más espectacular de todo es el templo de Baco, situado al lado, y en un estado de conservación increiblemente bueno. De hecho, es el templo romano, de ese tamaño, mejor conservado del mundo. Hay otros templos mejor conservados, como la Maison Carrée en Nimes o el templo de Augusto y Livia, en Vienne (ambos en Francia), o el panteón de Roma, pero son mucho más pequeños. No hay más que ver, en la foto de abajo a la derecha, el tamaño de los capiteles, y el nivel de detalle con el que han sido tallados.
Y no solo los capiteles... mirad en las fotos de abajo algunos trozos de dintel esculpidos que estaban en el suelo... Esas piedras gigantescas, en su día estaban apoyadas en la parte superior de las columnas, a más de 20 metros del suelo. Parece cosa de magia que pudiesen subir esas piedras que pesan docenas de toneladas a esa altura. Abajo también podéis ver una foto con un trozo de fuste de columna del templo de Júpiter, de tamaño ciclópeo igualmente ¡Qué buena sombra daba!.
Abajo podéis ver un plano de las ruinas, así como una reconstrucción de como debió ser en su máximo esplendor. Nosotros empezamos la visita subiendo la escalinata que da al patio hexagonal, y de ahí pasamos al gran patio, que está lleno de restos de un montón de piezas (sillares, dinteles, capiteles, etc) de un puzzle infinito, que algún día alguien seguramente intentará recomponer.
Al fondo de ese patio principal, el templo de Júpiter, del cual sólo queda el atrio sobre el que fue edificado, y seis de sus columnas, que son las mayores del mundo antiguo. No las veréis mayores en ningún sitio.
Esta ciudad ya era un importante centro religioso en época helenística, desde Alejandro Magno en adelante. Entonces ya se llamaba Heliópolis, la ciudad dedicada al culto del dios Sol (llamado Baal, dios de origen fenicio).
Ya conquistada por los romanos (año 64 a.C.), éstos asimilaron a ese dios Baal con su deidad principal, Júpiter, y comenzó la construcción del gran templo dedicado a este dios, ordenada por el mismo Julio César, y no acabado hasta bastante tiempo después, cerca de 100 años, bajo el reinado de Nerón.
El templo, y todo el recinto, vivió varios siglos de esplendor, hasta que llegó el cristianismo, y el emperador Teodosio empezó la demolición de este coloso, construyendo en el gran patio una basílica con materiales posiblemente del templo y otros edificios. En el año 551 d.C. un gran terremoto seguramente hizo colapsar la cella del templo de Júpiter. El de Baco, más protegido y con una estructura más robusta y cerrada, aguantó mucho mejor.
A partir de ahí, los restos del templo de Júpiter sirvieron como cantera, mientras que el templo de Baco fue aprovechado como fortaleza. Como ejemplo, el emperador bizantino Justiniano mandó llevar ocho de las columnas del templo de Júpiter a Constantinopla, para ser usadas en la construcción de Santa Sofía.
Abajo, algunas fotos en el gran patio, que aunque está en estado ruinoso, era de un tamaño tan formidable que aún hoy es impresionante. Sin duda, de lo mejor que se puede ver de la civilización romana en el mundo.
Una vez visto el patio, ya en el extremo opuesto, subimos la escalinata hacia el podio en el que se asentaba el templo de Júpiter. En las fotos de abajo, se puede ver parte del gran patio central desde la altura que da ese podio, así como las 6 columnas que sobreviven del templo, con sus dinteles. Tienen unos 22 metros de altura, y algo más de 2 metros de diámetro, como la columna en la que nos apoyábamos, más arriba..
Para la realización de este podio, se usaron unos monolitos rectangulares tallados en piedra de unas 800 toneladas de peso, tenían algunos casi 20 metros de largo. Son los mayores monolitos trabajados y usados en obra en toda la historia de la antigüedad. Son tan enormes, que el podio del templo se ha conservado completamente, ya que nadie ha sido capaz de moverlos de su sitio.
Para los interesados en la ingeniería que hay detrás de la construcción de este gigantesco templo, recomiendo el siguiente video del gran divulgador en ingeniería romana Isaac Moreno sobre la construcción de los templos de Baalbek. Un video impresionante, y muy didáctico.
Respecto al templo, también de dimensiones colosales (el Partenon de Atenas cabría dentro de este templo), ha ido cediendo con el paso de los siglos debido especialmente a los terremotos. El último de los cuales, en 1759, tiró tres columnas de las nueve que quedaban, dejando las seis que podemos ver hoy.
Abajo a la izquierda podemos ver una ilustración de los templos de Júpiter y Baco de 1757. Eso fue antes del terremoto de 1759, y se puede ver que quedan 9 columnas en pie del templo de Júpiter. La imagen de la derecha es una pintura de David Roberts de 1843, y ahí ya sólo hay 6 columnas, aparte de que en el templo de Baco se han caido unas cuantas, que ya en el siglo XX se levantaron de nuevo en alguna de las rehabilitaciones que se han hecho.
Desde este podio hay muy buenas vistas del templo de Baco, mucho mejor conservado que el de Júpiter. Está situado más abajo, paralelo al de Júpiter, como se puede ver en el plano que puse más arriba. Desde la caída del Imperio Romano, este templo, debido a su monumentalidad y solidez, ha servido básicamente como fortaleza militar. Primero bajo el control del imperio bizantino, después con los árabes, luego los cruzados, y de nuevo otra vez los árabes con los mamelucos.
Todos ellos respetaron la estructura básica del edificio, adosando muros o torres defensivas que levantaban con piedras caídas o que sacaban de otras partes del recinto arqueológico. La principal causa de daños para este templo, y especialmente para el de Júpiter, han sido los terremotos, que éste último, al ser de mucho mayor tamaño y estar más expuesto, ha aguantado peor.
Abajo, fotos del templo de Baco sacadas desde el podio del templo de Júpiter.
En la foto de arriba a la derecha, ya en la monumental entrada al templo de Baco. Abajo podéis ver más fotos de esta entrada, que es en mi opinión uno de los puntos más espectaculares de todo el recinto de Baalbek. En ningún lugar del mundo podréis ver una entrada a un templo como esta, con una altura de 13 metros y una decoración escultórica increíble.
Para que os hagáis una idea, la altura de la puerta del Panteón de Roma es de 7 metros, y la de la Maisón Carrée, 6 metros. Ésta es el doble de alto, una bestialidad. Las fotos que podéis ver aquí no le hacen justicia, hay que estar allí para verlo en persona, y sentir hasta qué punto la civilización romana fue la más avanzada de la historia, y no sería igualada por la humanidad hasta muchos siglos después.
La foto de arriba a la derecha, la portada vista desde dentro, con la pieza de clave del dintel bien sujetada en su sitio. Abajo podéis ver dos ilustraciones de la entrada a este templo. Ambas son del siglo XIX. La de la izquierda es de David Roberts, pintada sobre 1843. En ella se ve que la pieza que hace de clave del dintel de la entrada al templo, está cediendo y amenaza con caerse. La imagen de la derecha es de unas décadas después, sobre 1865, y en ella se ve el "apaño" que hicieron para evitar la caída, construyendo un pilar que la sujetara. Por suerte, hoy día ese defecto ha sido bien reparado, y la clave está en su sitio sin riesgo de que se caiga.
Una vez extasiados con la portada del templo, subimos la escalinata y pasamos al interior, para extasiarnos de nuevo. Es increible. Sin duda, la estructura romana que más me ha impresionado, más incluso que el panteón de Roma. El tamaño de este templo supera la escala humana. Son unas piedras tan enormes, que las cuatro paredes de la cella, el habitáculo del templo, se han conservado perfectamente, con sus columnas, hornacinas, etc. Es inmensamente grande. Cuando ésto estaba nuevo, en su época de esplendor, debió de ser... en fin, no hay palabras.
Y no solo para los propios romanos. Cuando los árabes, cristianos, mamelucos e incluso los mongoles en el siglo XIII ocuparon este sitio, qué sentirían al ver una estructura como esta, infinitamente superior y más grandiosa a cualquier cosa que hubiesen visto en sus vidas. Con razón lo primero que pasó por sus cabezas fue convertirlo en fortaleza, resulta inexpugnable. Abajo podéis ver unas fotos en su interior. Estábamos solos, como si fuésemos los últimos emperadores romanos.
Y llegó el momento de despedirnos y abandonar ese templo, que más que a un dios, debería estar dedicado al genio humano, y su increíble capacidad para conseguir cosas que parecen imposibles. Arriba a la izquierda, la que puede ser una de las terrazas con las mejores vistas del mundo. Lo malo es el sol que pega, no nos sentamos por eso (era Agosto, en Líbano).
Desde ahí, ya camino de la salida, pasamos por un pequeño museo donde se guardan algunas de las piezas encontradas en las excavaciones del recinto.
Una vez fuera, fuimos a comer a uno de los restaurantes que hay junto al recinto de las ruinas, ya bastante tarde. Comimos bastante bien, y nos atendieron fenomenal, además de ser muy barato. En la zona hay además algunas tiendas de souvenirs e imitaciones de antigüedades donde se pueden encontrar cosas curiosas.
Después de un paseo y curiosear en esa zona de tiendas, cogimos de nuevo el destartalado microbus que nos llevó de vuelta a Chtoura. Allí, hay cantidad de taxistas, así que no fue difícil hablar con uno de ellos y negociar un precio para que nos llevase hasta nuestro hotel en Damasco, con la obligatoria parada en la frontera para los trámites correspondientes, que igual nos llevó como media hora aproximadamente. Ya llegamos de noche a nuestro hotel, a punto para ir a cenar.
Como apunte final, algún día volveremos a este maravilloso lugar, tan bello, y donde además todo el mundo con quien tratamos fue muy amable. Pero volveremos no solo para ver de nuevo estas grandiosas ruinas, sino además para pasar una noche en el hotel Palmyra.
Esta primera vez no fue posible, por temas de logística y de tiempo, pero la siguiente vez que volvamos, dormiremos aquí. Se trata del hotel más antiguo de Oriente Medio, lleva 150 años activo. Está en un edificio colonial del siglo XIX realmente magnífico, con jardines propios, y unas vistas de los templos espléndidas. Podéis ver cómo es en la web oficial del Hotel Palmyra en Baalbek.
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