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Hoces del Duratón


Fecha del viaje: Febrero de 2024

Aprovechando un día soleado de Febrero, que mejor que aprovecharlo con un poco de senderismo. Así que nos acercamos a Sepúlveda con intención de hacer la senda de los dos rios. Ese era el hito principal del día, que incluía comer de picnic en mitad de la ruta. Por la tarde, queríamos acercarnos a la otra zona importante de las Hoces del Duratón, la ermita de San Frutos, para ver allí el atardecer.

Recomendaciones importantes

  • Esta ruta es muy sencilla, tiene poco desnivel y sólo 5 km en total, lo que la hace ideal para ir con niños.
  • A lo largo de la ruta hay varios sitios ideales para comer de picnic. Lo que no hay es la típica área recreativa con mesas y bancos.
  • Al acabar la ruta, nada mejor que pasarse por la "casa del parque" para ver la exposición y el material informativo que tienen sobre el parque. Y por supuesto, tomarse algo en la maravillosa plaza de España de Sepúlveda, una plaza realmente bonita.
  • Si se trata de avistar buitres, durante la ruta es fácil verlos, pero sin duda el mejor sitio es en la ermita de San Frutos. Como cuento más abajo, nosotros estuvimos al atardecer y se veían muchísimos.

Dejamos los coches en el primer aparcamiento que nos encontramos al llegar al casco urbano de Sepúlveda desde Madrid, antes de la zona histórica. Un parking gratuito bastante amplio, a la derecha de la carretera, donde es normal encontrar sitio. Puedes intentar entrar más dentro del pueblo con el coche, pero será más difícil encontrar sitio. Desde este aparcamiento estás bien situado para empezar la ruta.

La ruta tiene una longitud total de aproximadamente 5,2 km, y un desnivel de 75 metros, realmente poco. Además, su recorrido es muy variado, cruza varios puentes, algunos tramos discurren junto al cauce del rio Duratón o Caslilla, o van elevados a media ladera sobre la hoz. Los niños no se aburrirán.

Tienes que caminar hacia el casco urbano, cuesta arriba, y buscar el cuartel de la Guardia Civil, justo al lado está el mirador de la Virgen de la Peña, donde realmente comienza el sendero. Desde allí, no hay más que seguir el sendero por lo alto del acantilado, paralelo al cañón que forma el rio, hasta llegar a la llamada Puerta de La Fuerza, una de las puertas de la antigua muralla medieval que rodeaba Sepúlveda. En las fotos de abajo, la Puerta de la Fuerza, y el mirador de la Virgen de la Peña visto desde la puerta.

Desde la Puerta de la Fuerza, ya cuesta abajo, tenemos que descender por los restos de una calzada romana hasta el nivel del rio para llegar al puente de Picazos, que está muy cerca, justo bajo esos chopos desnudos que se ven en la foto de arriba a la derecha.

Abajo, fotos en el puente de Picazos, de origen medieval, que nos permite cruzar el rio Duratón, que estos días viene con mucha agua como se puede ver en las imágenes. Una vez cruzado el rio, seguimos la senda que va paralela a él, no tiene pérdida.

Una vez pasado el puente de Picazos, la senda va durante un tramo a la misma altura que el rio. La orilla opuesta a nuestro camino va bajo un farallón rocoso.

Al poco tiempo, nuestro camino se empina levemente para coger algo de altura sobre el cauce del rio. Es un tramo muy bonito en el que ahora el farallón rocoso está en nuestro lado, y lo recorremos a media altura con unas buenas vistas panorámicas.

Al poco tiempo, una vez atravesado el acantilado que se interponía en nuestro camino, el camino vuelve a bajar hasta llegar de nuevo a la altura del rio. Este es un buen sitio donde observar buitres, ya que suelen estar en la ladera que tenemos justo enfrente.

Pasada esta zona de observación de buitres, de nuevo el sendero vuelve a ir un rato al mismo nivel del rio, hasta llegar al punto en que las aguas del rio Duratón se juntan con las del rio Caslilla. Abajo, fotos de Inés con su abuela recorriendo este tramo.

Y en breve llegamos a la conocida como "Fábrica de luz", que no es más que una antigua planta hidroeléctrica de principios del siglo XX que generaba electricidad para Sepúlveda.

Y también enseguida, nada más pasar la fábrica de luz, tendremos que cruzar de nuevo el rio Duratón por una pasarela moderna. Al lado veremos los restos de un puente antiguo, al parecer de origen romano, el puente de Talcano, que conserva el arco de medio punto hecho con buenos sillares de piedra caliza.

Aquí tenemos la posibilidad de alargar la ruta, si en vez de cruzar el puente, seguimos por la senda que continua paralela al rio Duratón. Nosotros no lo hicimos por falta de tiempo, pero tenía muy buena pinta. A partir de aquí daba la impresión de que el rio se encajonaba aún más en la hoz.

Al cruzar el puente, la senda gira 180 grados respecto a la dirección que llevábamos antes, comenzando a acercarse a Sepúlveda. Tenemos que remontar una pequeña cuesta, en la cima de la cual hay un aparcamiento que también puede venir bien para hacer esta ruta desde otro punto de partida diferente.

Nada más rebasar el pequeño aparcamiento de tierra, en vez de seguir recto (nos llevaría a una rotonda y a la carretera que entra en Sepúlveda) giramos a la izquierda por un camino claramente visible, que en ligero desnivel descendente nos lleva hacia el rio Caslilla. Es el camino que aparece en la foto de abajo a la izquierda, que va directo al cauce del rio, señalado por el lineal de chopos y álamos desnudos que se ven al final.

Aquí, en una pradera junto al cauce del rio (foto abajo a la derecha) fue donde hicimos la parada para comer.

Y desde aquí ya nos queda un tramo corto, aunque de subida, hasta llegar de nuevo al casco histórico de Sepúlveda. El camino no tiene pérdida. Cruzamos el rio Caslilla por un pequeño puente, y nada más cruzarlo viene una subida corta en un par de zig-zag para llegar a la altura de una de las carreteras que llegan a Sepúlveda. El camino va paralelo a ella durante un tramo hasta que la acaba cruzando por debajo, aprovechando el hueco bajo un viaducto.

Luego viene un tramo más o menos llano, durante el cual a la derecha dejaremos una zona de huertas, hasta que de repente llega el tramo final, en fuerte desnivel aunque corto, que nos deja ya a la entrada del casco histórico de Sepúlveda, muy cerca de la "casa del parque", a la cual entramos para ver la exposición sobre el parque natural de las hoces del Duratón. Luego, nos acercamos hasta la plaza de España, donde nos sentamos en una terraza a tomar algo y reponer fuerzas.

En Febrero los días son cortos, pero aún teníamos tiempo para acabar de poner la guinda a este fantástico día en las Hoces del Duratón (es lo bueno que tiene madrugar). Cogimos los coches y nos acercamos hasta el parking de la ermita de San Frutos. Hay 16 km que se tardan en hacer entre 20 y 25 minutos. Este es sin duda el sitio más icónico de todas las Hoces, especialmente al atardecer. Además, es uno de los mejores lugares de España para observar buitres leonados, mejor incluso que la senda que hicimos durante la mañana. De hecho, aquí está la mayor colonia de buitres leonados de Europa, con un censo de unas 700 parejas. Casi nada...

En el pueblo de Villaseca hay que desviarse (está bien indicado) por una pista de tierra en buen estado, que tendrá unos 4 o 5 km de largo. Una vez en el parking (gratuito) tenemos un paseo de 1 km hasta la ermita de San Frutos. Poco antes de la ermita, hay un desvio hacia la derecha para ir a un mirador sobre las hoces. Este mirador es un sitio fabuloso para la observación de buitres, como podéis ver en las fotos de abajo (la primera es de la plaza de España de Sepúlveda).

Es increíble lo bien que se veían los buitres desde el mirador. Muchos pasaban volando por debajo de donde estábamos. Debe ser que al atardecer están más activos. En la foto de abajo, se ve a Inés realmente asombrada por el espectáculo. Estuvimos un rato allí disfrutando ensimismados de la contemplación del vuelo de estos gigantes del cielo, tanto, que casi se nos va el Sol sin haber llegado aún a la ermita.

El buitre es el mayor ave de Europa, con una longitud de cuerpo que puede llegar a un metro, y una envergadura de unos 2.6 metros con las alas extendidas, que permiten volar y planear a placer a estos colosos que pesan entre 6 y 9 Kg.

Como podéis ver, el espectáculo era maravilloso. Parecía que los buitres estaban ejecutando una danza bajo la cálida luz del atardecer para nosotros. Eso, o que estaban esperando que alguno de nosotros se despeñara y se convirtiera en su cena. Por fin conseguimos levantarnos y caminar los 300 metros escasos que nos separaban de la ermita de San Frutos, románica del siglo XII. Hay que reconocer que en esa época sabían elegir lugares para construir sus iglesias...

Y de esta manera, con el ocaso por detrás de la ermita, acabó un fabuloso día de Febrero. La magia de esos últimos rayos de luz nos recuerdan que la magia de la vida consiste en crear días como éste.


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