
Split, Croacia
Fecha del viaje: Julio de 2016
Esta visita forma parte de un viaje de 14 días que comenzó en Venecia, y desde allí fuimos bajando con coche de alquiler por toda la costa dálmata hasta llegar a Dubrovnik. Desde allí, comenzó el viaje de vuelta a Venecia, y la primera parada en ese viaje de retorno fue en Split.
Split es una ciudad muy monumental, tanto como pueda serlo Dubrovnik, y que además atesora unos restos romanos de primer orden. Por esa razón fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 1979. Para todo aficionado a la civilización romana, Split es destino obligado.
Recomendaciones importantes
- Si es posible, intentad evitar el verano para visitar esta ciudad. Hay mucha gente, y hace mucho calor. Si no es posible, id igualmente, como hicimos nosotros, por que es una ciudad bellísima y muy distinta a todas las demás ciudades croatas, debido a su historia ligada al palacio de Diocleciano.
- Aunque Split tiene mucho turismo, casi nadie visita la pequeña iglesia de San Martín, la más antigua de la ciudad, situada en una pequeña estancia de la puerta áurea donde antiguamente había un destacamento de la guardia romana que vigilaba el acceso al palacio.
- En la plaza del peristilo romano, hay una cafetería que rezuma encanto y nostalgia a partes iguales, empotrada entre columnas de granito romanas. Se llama "Lvxor", y es donde nosotros desayunamos los dos días.
- Otro sitio que está muy bien para hacer un descanso son las terrazas que hay junto a un lateral de la catedral.
- Subid al campanario de la catedral al atardecer, las vistas son mucho mejores que en cualquier otro momento del día.
- Aprovechad la noche, después de cenar, para pasear sin rumbo por las callejuelas del antiguo palacio de Diocleciano, y más allá. La ciudad se vacía mucho de turistas a esas horas, y es otra manera distinta de disfrutarla.
Después de desayunar en nuestro hotel de Dubrovnik, nos pusimos en ruta. Son 3 horas de camino hasta Split. Teníamos reservado por booking un apartamento (Guest house Laura) que era sencillo pero limpio y bien acondicionado. Nos costó 160 euros en total por dos noches (en 2016).
Estaba realmente bien situado, fuera de la ciudad amurallada, pero justo al lado, a unos 150 - 200 metros de distancia. Si vais con coche de alquiler, como nosotros, olvidaros de aparcar en la calle, es imposible. Nosotros dimos un par de vueltas, y enseguida buscamos un parking, que tampoco es que haya muchos. Cerca de la zona amurallada solo vimos uno, al aire libre, que fue donde dejamos nuestro coche. Desde allí al apartamento habría unos 150 metros.
Por supuesto, la zona intramuros es totalmente peatonal, lo cual es lógico porque son unas calles muy estrechas. Una vez en el apartamento, nos instalamos (la dueña era un señora muy simpática y amable) y salimos a la calle a buscar un sitio donde comer, que ya era un poco tarde.
Afortunadamente, al lado de la casa había un restaurante italiano bastante chulo donde comimos muy bien. Luego, volvimos a la casa a dormir un poco de siesta, por que a las 4 de la tarde, con el calor que hacía, no era plan de ponerse a patear ya las calles.
Ya descansados, y con algo menos de calor, salimos a dar una vuelta. La verdad es que hacía tiempo que tenía ganas de conocer esta ciudad, la ciudad que nació del palacio del emperador Diocleciano. Fue éste uno de los principales emperadores en la historia de la civilización romana. Cuando comenzó su reinado, en el año 284 d.C., hacía casi un siglo que el imperio estaba atravesando una profunda crisis, la llamada "Crisis del siglo III". De hecho, incluso el imperio llegó a fragmentarse en varios territorios independientes, y docenas de pueblos godos empezaron a atravesar los Alpes y hacer incursiones en Italia.
Fue primero Aureliano (solo reinó cinco años), y después, y especialmente, Diocleciano, quien transformó el imperio en todos sus aspectos (político, militar, administrativo, financiero...) y con ello consiguió que se recuperase totalmente, y continuase existiendo unos 170 años más, cuando realmente, antes de su llegada y la de Aureliano, estaba ya a punto de desaparecer. Fue, además, el único emperador romano que abdicó de su puesto, por cansancio, y se retiró a este palacio a vivir en paz sus últimos años.
Hay una anécdota curiosa sobre esto, y es que unos pocos años después de su retiro, el emperador Galerio vino a pedirle que volviera a dirigir el imperio para restablecer el orden, ya que el sistema político que él había diseñado estaba desmoronándose por las luchas internas de poder. Su respuesta ha pasado a la historia: "Si vieras como crecen las coles que yo mismo he plantado en mi jardín, no vendrías a pedirme que volviera al poder".
En tiempos romanos, no había aquí una ciudad, la más cercana era Salona (de la cual quedan ruinas visitables, a unos 20 minutos de Split, pero al parecer no son muy espectaculares), que era la capital de la provincia romana de Dalmacia.
Cuando cayó el imperio romano de Occidente, Salona fue saqueada por invasores godos en el siglo VI, como tantas otras ciudades romanas. Una vez que desapareció la maquinaria del estado que hacía que todo funcionase, la devastación y la miseria de la Edad Medía que acababa de empezar se extendieron por toda Europa.
Los habitantes de Salona huyeron de allí (los que sobrevivieron) y muchos se refugiaron entre las murallas del antiguo palacio que Diocleciano, que había nacido muy cerca de allí, se hizo construir tiempo atrás junto al mar. Seguramente en esa época ya llevaba tiempo abandonado y en estado ruinoso. Abajo podéis ver una representación de cómo debió ser dicho palacio en todo su esplendor.
Con el tiempo, esas gentes fueron construyendo sus propias casas adosadas al interior de la muralla, utilizando en muchos casos materiales del propio palacio para ello, y de esta manera nació la nueva ciudad a la que llamaron Split. La antigua capital, Salona, quedó abandonada y destruída, y hoy solo unas pocas ruinas sobreviven de lo que fue en su día.
El edificio más espectacular del palacio de Diocleciano, era sin duda el mausoleo que había mandado construír para que allí reposaran sus restos cuando muriese. Cuando siglos después su palacio fue transformado en la semilla de una nueva ciudad, ese mausoleo fue transformado en catedral. Gracias a eso se ha conservado perfectamente, y podemos decir que ésta, es la catedral más antigua del mundo, ya que el edificio en el que está, fue construído entre los años 295 y 305 d.C., cuando el cristianismo era aún totalmente ilegal.
No deja de tener cierta ironía el hecho de que Diocleciano fue el emperador romano que hizo la mayor y más intensa persecución de cristianos en toda la historia del imperio. Quién le iba a decir a él, que apenas 200 años después de su muerte, los cristianos iban a sacar sus restos de su mausoleo, los iban a arrojar a los perros, y convertirían su sagrado mausoleo en una catedral cristiana.
De hecho por ahí fue por donde empezamos la visita. Una vez entramos en la zona intramuros, fuimos hasta la catedral (el mausoleo) y subimos al campanario para ver las vistas de Split con el atardecer. Abajo podéis ver un par de fotos de la catedral y su campanario, antes de subir.
Como podéis imaginar, el campanario no es de construcción romana, como el cuerpo principal de la catedral. Fue levantado del orden de 1000 años después, sobre el siglo XIII - XIV. A principios del siglo XX fue sometido a obras de restauración que le dieron su apariencia actual. Es bastante alto, cerca de 60 metros, y casi 200 escalones para subir hasta arriba, pero os aseguro que las vistas merecen la pena.
Podéis ver, abajo y arriba, fotos hacia el peristilo, la plaza principal de la zona amurallada. No es muy distinta a cuando Diocleciano vivía aquí, con sus columnas rodeándola. La piedra caliza blanca que usan aquí, y en toda la costa dálmata, es realmente muy bonita.
Se pueden ver también vistas hacia el puerto. Si paseáis por allí, hay muchos puestos donde ofrecen todo tipo de excursiones en barco para las islas de los alrededores (como Brac, Hvar o Korcula). Nosotros no lo hicimos, pero puede ser una muy buena idea para pasar un día completo.
Después de disfrutar de esas maravillosas vistas, bajamos para seguir nuestro paseo por la ciudad. Decidimos dejar para el día siguiente la visita al interior de la catedral. Abajo, otro par de fotos de la catedral en la que se ve el peristilo romano de columnas que forma la plaza.
Es una zona realmente bonita, pero cuando fuimos nosotros, quizá por ser verano, había montado un escenario para algún tipo de representación, que lo afeaba bastante. Una pena. Si entras por el arco monumental que hay enfrente (como hicimos nosotros) pasas directamente a lo que queda del palacio de Diocleciano.
Una vez en esa maravillosa plaza (a pesar del escenario y toda su parafernalia), lo lógico era pasar por esa monumental puerta que preside el peristilo, que da la impresión de que te va a llevar a un sitio mágico y misterioso, en el que el tiempo no ha pasado y el espíritu de Diocleciano sigue paseando por allí.
Y en cierto modo, es así. Esa puerta da a lo que eran los sótanos del palacio de Diocleciano. Las plantas superiores han desaparecido, pero el nivel inferior ha sobrevivido en muy buen estado. Una vez traspasado el umbral de esa puerta monumental, entramos a una especie de gigantesca nave abovedada, sostenida por grandes pilares de sillares de piedra, que hoy día es una especie de mercadillo de artesanía y souvenirs, y también la zona natural de paso hacia el paseo marítimo.
Como decía estas naves comunican con la llamada "puerta de bronce" que es la puerta de la muralla hacia el lado que da al mar. En su día, esto eran los cimientos del palacio, que se usaban como lugar de almacenamiento y además sostenían las plantas nobles superiores. Cuando la gente empezó a ocupar este palacio, se instalaron en esas plantas superiores.
Con el paso del tiempo, de los siglos, se fueron modificando dichas plantas superiores, de manera que hoy día no queda nada de ellas. La planta sótano, en cambio, se usó como basurero. Se abrieron agujeros en el suelo de la planta superior, por donde la gente arrojaba todo tipo de desperdicios y escombros hacia abajo, de manera que acabaron por colmatarse y llenarse hasta arriba.
Eso hizo que se conservaran en perfecto estado. No fue hasta el siglo XIX, cuando empezó el interés por las culturas clásicas, cuando empezaron a limpiarse y excavarse, y no se recuperaron y limpiaron de forma sistemática hasta mediados del siglo XX. Y hoy día, podemos recorrerlos como si fuésemos un romano más.
Una parte de estos sótanos son públicos y de acceso libre. De hecho, están llenos de puestos variados y es zona de tránsito. Se puede acceder a otra parte, habilitada como museo, en la que estaremos con menos gente, para la cual hay que pagar una entrada de unos 7 euros. Se saca allí mismo en una taquilla, no tiene pérdida.
Una vez salimos de aquí, nos dedicamos a pasear sin rumbo hasta que se hizo de noche. Encontramos un restaurante pequeño y muy sencillo en una de las callejuelas, de camino a la plaza de la República, fuera del recinto amurallado. Una buena forma de despedir el día, con un tranquilo paseo nocturno por esas callejuelas cargadas de historia.
Amanece un nuevo día en Split. El espíritu de Diocleciano se cuela por la persiana entreabierta de nuestro apartamento y nos despereza. Hay tantas cosas de su antiguo y reluciente palacio que quiere enseñarnos...
Salimos a la calle, sin desayunar, ya que en la casa no dan comidas. No pasa nada, buscaremos un sitio chulo en la zona intramuros. Que ciudad tan luminosa es ésta, quizá sea por esa piedra caliza de ese color blanco tan intenso con el que los romanos levantaron sus sueños, que refleja la luz del sol de verano como si fuera un espejo. En apenas 150 o 200 metros nos plantamos frente a una de las flamantes puertas del palacio de Diocleciano, la puerta norte, también llamada puerta de oro o áurea. Está casi igual de reluciente que cuando Diocleciano pasaba por aquí. Esta es, sin duda, la puerta mejor conservada de las cuatro que hay.
Que forma de construir tenían los romanos tan perfeccionada, ese nivel de ingeniería no se volvería a alcanzar hasta la llegada del gótico, unos 900 años después. Notad los sillares de piedra, cortados con una precisión tal, que encajan perfectamente unos con otros, sin que se noten las uniones. Es tan perfecto, que la unión la hacían en seco, sin usar argamasa alguna, y entre dos sillares no cabía ni un pelo. Notad también el arco de descarga sobre la entrada, para aislar al dintel de la puerta del peso del muro que tiene sobre él, que de otra manera no hubiera resistido (un dintel alargado apoyado en sus dos extremos no aguanta bien el peso en su punto central, acabando por partirse).
Abajo, otras dos fotos de la entrada al palacio. A la izquierda, una vez atravesado el arco de entrada, te encuentas en una especie de cuerpo de guardia, una pre-entrada donde habría una guardia de soldados controlando a los que entran y salen. Esta sala es completamente romana, perfectamente conservada. A la derecha, en el arco de entrada se puede ver el surco por el que bajaría y subiría la reja que cierra el acceso al palacio.
Desde la entrada, fuimos rectos por la calle principal hasta llegar a la plaza central, el peristilo romano donde está la catedral. Esta calle era la antigua avenida romana que cruzaba el palacio, pero los edificios a ambos lados ya no son romanos, sino de una mezcla de estilos desde la época medieval hasta el siglo XIX.
Una vez en el peristilo, a la izquierda queda la catedral, y si nos metemos por una angosta callejuela en dirección opuesta, a la derecha, nos encontraremos con un maravilloso descubrimiento: el templo de Júpiter. Si señor, otra pequeña sorpresa que nos guarda esta ciudad. Este templo fue mandado construir por Diocleciano alineado simbólicamente con su propio Mausoleo (hoy catedral). Júpiter y Diocleciano formaban así una dualidad: dios y emperador divinizado.
Antes de ir hacia el templo, vemos que hay una especia de cafetería con mucho encanto, llamada "Lvxor", en el mismo peristilo, en un local de piedra caliza empotrado entre columnas romanas. Sin duda, es el sitio perfecto. Desayunamos muy bien allí, además de que el sitio tiene realmente mucho encanto. Tanto es así, que al día siguiente repetimos.
Abajo a la izquierda podéis ver la foto de la callejuela que lleva hasta el templo, al fondo se ve el campanario de la catedral. Y frente a nosotros, dándonos la espalda, la taquillera protegiéndose del sol con una sombrilla. Ahí es donde tenéis que sacar la entrada. A su derecha, aunque no se ve muy bien, hay una esfinge egipcia. Diocleciano mandó traer doce desde Luxor, y dos o tres aún se conservan en la ciudad. A ésta le falta la cabeza, pero sigue en el mismo sitio desde hace más de 1700 años. En la foto de la derecha, la monumental entrada al templo.
Y aquí abajo, fotos en el interior del templo. Es pequeño, así que se llena enseguida de gente, pero la mayoria son grupos que van con guía que permanecen en el interior 10 minutos y se van. Nosotros estuvimos como media hora dentro, disfrutando cada detalle, y en ese rato hubo momentos que incluso llegamos a estar solos, entre una visita y la siguiente.
Como podéis ver, por dentro se conserva perfectamente tal y como era en época romana, incluyendo la bóveda de casetones tallados en piedra, así como la cornisa perimetral. La estatua de bronce es moderna, del siglo XX, y representa a San Juan Bautista. El motivo de que este templo haya llegado hasta nosotros, como ha pasado con otros (con el propio mausoleo de Diocleciano, por ejemplo), es que fue convertido en baptisterio en el siglo VI. Podéis ver en las fotos la pila bautismal que se hizo en su día, usando placas de mármol traidas de otros sitios.
Este templo nos gustó mucho, ya que aun siendo pequeño, ha conservado muy bien su apariencia original romana. Abajo, una última foto de la fachada antes de irnos, y al lado un dibujo del siglo XVIII. En esa época tenía un campanario medieval adosado a su bóveda, que se eliminó en el siglo XIX, como parte de la corriente historicista que buscaba limpiar los edificios clásicos de añadidos posteriores.
Y de aquí, volvimos hacia el peristilo para, ahora sí, visitar la catedral por dentro. Abajo a la izquierda, en la columnata romana del peristilo podemos ver otra de las esfinges egipcias mandadas traer de Luxor por Diocleciano.
Y por fin llegó el momento de visitar uno de los monumentos romanos mejor conservados del mundo. Abajo, la entrada a esta maravilla. Para acceder a la puerta de la catedral, hay que pasar bajo el campanario medieval por una bóveda de cañón. Fijaos en los detalles escultóricos de la puerta de entrada, totalmente romana, tallados con un nivel de detalle increible. Para información sobre el horario y precio, podéis mirar aquí, en la web de la catedral de Split.
Y aquí fotos en el interior. Lo más representativo es la gran cúpula que cubre la estancia, así como las columnas de granito egipcio y sus capiteles, originales romanos. La cúpula está hecha de ladrillo, en forma de filas concéntricas primero, y en abanico después. Originalmente el interior debería estar recubierto de estuco o mármol, hoy está el ladrillo desnudo, como podéis ver en las fotos.
Que maravilla, esos capiteles tallados hasta el último centrímetro de piedra, por no hablar de los frisos que recorren el perímetro de la estancia, también esculpidos con un detalle increible. Todo es original romano, como si no hubiese pasado el tiempo. Este edificio, podríamos decir que es como el hermano pequeño del panteón de Roma, por el nivel de conservación original que tiene. En ambos casos fue debido a que fueron convertidos en iglesias en el siglo VI o VII, sino, lo más probable es que hoy no existiesen más que sus cimientos.
Abajo, detalles de algunos de los sarcófagos medievales de la catedral donde están los restos de algunos cristianos prominentes. El más importante de todos es San Domnio, a quien está consagrada la catedral. Es una ironía del destino, como hay pocas, que San Domnio, que fue en su día obispo de Salona, fue apresado y ejecutado en la persecución de cristianos ordenada por Diocleciano, en el año 304 d.C. Justo cuando este edificio estaba en construcción, a punto de acabarse.
A los pocos años, Diocleciano falleció por causas naturales y fue enterrado aquí, en su mausoleo, en un sarcófago seguramente primorosamente tallado (no se ha conservado). La ironía es que apenas 200 años después, como decíamos al principio del artículo, el sarcófago de Diocleciano fue destruído, los restos del emperador profanados y destruídos también, y su mausoleo pasó a ser la digna sepultura del cristiano ejecutado por orden suya. Si Diocleciano levantara la cabeza...
Una vez terminada la visita a la catedral fuimos a tomar algo a una terraza muy chula que hay justo en uno de los laterales de la catedral, con grandes sombrillas para protegerse del sol. Incluso había un músico cantando en directo. Según miras a la puerta de la catedral de frente, en su lado izquierdo.
Después dimos un paseo, saliendo por la puerta Este de la muralla y recorriendo el perímetro de la muralla hasta la puerta áurea, por donde entramos por la mañana. Después del paseo, fuimos a comer, y a dormir un poco de siesta al apartamento, que el sol pegaba bastante fuerte.
Abajo a la derecha podéis ver una foto de una de las torres romanas cuadradas que había a lo largo de toda la muralla, muy cerca de la puerta áurea. La parte superior es ya obra medieval.
Aquí abajo podéis ver unas imágenes antiguas de la ciudad. Las dos primeras son del peristilo, una es un dibujo de 1764, y la de al lado una foto de 1909. No ha cambiado tanto en realidad... Para lo que es habitual, se ha conservado muy bien la fisionomía romana del conjunto. En la parte de la derecha, donde hace siglos se hizo un edificio empotrando en él la columnata del peristilo, es donde está actualmente la caferería Lvxor.
Las otras dos, una es del muro sur, el que da al paseo marítimo, y es un dibujo también de 1764. La otra es una recreación de cómo pudo ser la zona del peristilo en época romana, en la que la diferencia más visible es la ausencia del campanario de la catedral.
Después de la siesta, nada mejor para desperazarse que dar un buen paseo por la ciudad, volviendo a disfrutar de los sitios por lo que ya habíamos pasado antes. Abajo, algunas fotos sacadas al anochecer, que tienen otro tono muy distinto de las sacadas a plena luz del día. Y no solo otro tono, es además la única manera de sacar fotos en la ciudad sin que salgan un buen puñado de turistas.
Eso a plena luz del día, y en verano, en Split es imposible, está bastante llena de gente. En cambio cuando cae la noche, se vuelve una ciudad mucho más "paseable", más tranquila, y más hermosa. Le verdad es que tanto Patri como yo, nos hemos propuesto que tenemos que volver a venir aquí, pero en Febrero, seguro que la experiencia es mejor (aunque haga frio).
Abajo, fotos de la catedral, sacadas con velocidad de obturación lenta, en ese momento mágico en el que el sol ya se ha puesto, pero aún queda un poco de claridad. Se pueden ver las sombrillas de la terraza en la que estuvimos tomando algo por la mañana.
Otras dos fotos nocturnas. A la izquierda, la parte de atrás del templo de Júpiter que vimos por la mañana. En el siglo XIX se demolieron algunas casas que estaban totalmente apoyadas en él, para dejarle más espacio. Solo se dejó una en pie que se apoya en una esquina del templo.
La otra foto es de la puerte Oeste de la muralla (o puerta de hierro), en la plaza de la fruta (así llamada por que antiguamente ahí se ponía el mercado de frutas). Se puede ver un bonito reloj renacentista sobre la muralla.
Y de esta manera acabó nuestro segundo día en Split. Fuimos a cenar al pequeño restaurante de la noche anterior, que nos gustó mucho, y era muy local, sin turistas, y después a nuestro apartamento a dormir.
Por la mañana fuimos a desayunar a nuestra preciosa y nostálgica cafetería "Lvxor", en el peristilo, y luego a hacer una última visita antes de dejar esta fantástica ciudad. La iglesia más antigua de Split no es la catedral, el antiguo mausoleo de Diocleciano. No, hay una iglesia pequeñita que fue la primera iglesia de la ciudad, y una de las más antiguas del mundo.
Es un sitio que la mayoría de turistas no visitan, ni siquiera figura en la mayoría de circuitos turísticos de la ciudad, cosa inexplicable. Se trata de la iglesia de San Martín, que se encuentra en la misma puerta áurea romana de acceso a la ciudad.
Abajo a la izquierda podéis ver el acceso a través de una escalera, bajo el arco romano de la puerta. Esa escalera lleva a una pequeña sala que era como una estancia para la guardia romana que vigilaba el acceso a la puerta. Cuando los habitantes de Salona vinieron a vivir aquí, en el siglo V o VI, convirtieron esta sala en una pequeña iglesia, añadiendo un iconostasio tallado en piedra de un estilo muy visigodo, para separar la zona de culto de la de los fieles.
Es un sitio con mucho encanto, y que vimos completamente solos, por que como os digo, apenas es conocido y visitado más que por frikis de la civilización romana. Posiblemente es la iglesia más estrecha del mundo (1,6 metros de anchura). Resulta muy evocador pensar que en esta sala, hace 1700 años, estaban siempre un puñado de legionarios romanos montando guardia, vigilando a través de las ventanas el acceso al palacio del emperador.
Y con esta visita, dimos por terminada nuestra visita a Split. Volvimos al apartamento a recoger el equipaje, y luego un pequeño paseo al aparcamiento donde estaba nuestro coche desde hacía dos días. Teníamos una larga ruta ese día, de 474 km hasta nuestro siguiente destino, Liubliana, ya en Eslovenia.
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