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Tobera y Frías


Fecha del viaje: Noviembre de 2024

Esta excursión forma parte de un viaje familiar de cuatro días a la región de las Merindades, en el norte de Burgos. El primer día, un Viernes, llegamos ya de noche al pueblo donde dormiríamos las tres noches. Se trata del bonito pueblo de Sajazarra, perteneciente a La Rioja, pero muy cerca de la frontera con Burgos.

El Sábado, el plan era ir hasta Tobera, hacer la corta excursión de las cascadas que empieza desde las dos ermitas, a las afueras del pueblo, y después acercarnos a Frías, la ciudad más pequeña de España, para comer allí y pasear por sus monumentales callejuelas y su fabuloso puente medieval sobre el rio Ebro. Es un plan perfecto para un mes de Noviembre, en el que los días ya son bastante cortos. En primavera o verano, incluso daría tiempo a meter alguna visita más.

Recomendaciones importantes

  • Las cascadas de Tobera son bastante estacionales, y para verlas en su plenitud, es mejor ir en invierno o principio de primavera (O en general, después de unos días lluviosos)
  • Una vez vista la última cascada, acercaos hasta la ermita que hay a las afueras del pueblo, es una buena forma de alargar el paseo.
  • Frías es un buen sitio donde hacer una parada para comer, pero procurad reservar con antelación o será difícil que podáis comer.
  • En Frías hay dos cosas imprescindibles: Una es visitar el castillo y subir hasta lo más alto de la torre del homenaje, y la otra visitar el puente medieval que cruza el rio Ebro a las afueras de la ciudad. Uno de los mejores puentes medievales de España.

Tobera y sus cascadas

Desde Sajazarra tenemos 45 km hasta llegar a Tobera, atravesando el macizo de los montes Obarenes por el puerto del portillo de Busto. Un tramo de carretera bastante bonito, y que debe de tener buenas vistas tanto hacia el sur como hacia el norte. Nosotros los atravesamos con una espesa niebla, propia de finales de Noviembre.

Una vez has bajado el puerto, enseguida la carretera se interna serpenteando en un cañón bastante espectacular, y después de unas pocas curvas, aparece ante nosotros la imagen de la ermita de Nuestra Señora de la Hoz, gótica del siglo XIII, y el más pequeño humilladero del Cristo, de construcción posterior, del siglo XVII. La imagen, ya armoniosa de por sí, se completa con el pequeño puente medieval de origen romano. Veréis que hay sitio para aparcar sobre todo a la izquierda, aunque también alguno a la derecha. No hay mucho sitio, así que no sería raro que lo encontraseis completo. En ese caso, podéis probar un poco más adelante, ya en el casco urbano de Tobera.

Por aquí transitaban, aprovechando la vieja calzada romana, y su puente que cruzaba el curso del rio Molinar, los peregrinos que caminaban hacia Santiago, y seguramente por esa razón se construyó aquí esta ermita, que sirvió como hospedería para los peregrinos.

Después de las obligadas fotos de este bello y armonioso conjunto (Más aún con los colores del Otoño), subimos a la ermita, que estaba cerrada, y acto seguido emprendimos el camino de las cascadas del rio Molinar.

Dicho camino comienza allí mismo, junto a las ermitas. Está bien señalizado y no tiene pérdida. Se trata de seguir el curso del rio aguas abajo, según va atravesando el casco urbano de Tobera. El comienzo de la ruta está pegado a la pared rocosa, y empieza bajando unos escalones, para seguir caminando por un estrecho pasillo encajonado entre dicha pared y el rio. Enseguida llegamos al pueblo y vemos un primer cartel indicando la dirección a las cascadas.

Este bonito y entretenido camino tiene solo 1 km de longitud, así que resulta adecuado para cualquier persona. Abajo a la derecha, la primera cascada, que se ve desde un mirador. Un aperitivo de lo que nos espera...

Nada más llegar al casco urbano, nos encontraremos un bonito puente medieval que salva el curso del rio. Desde aquí sale un desvio que nos acerca a la siguiente cascada. Una vez vista tendremos que retroceder de nuevo hasta el puente. En la foto de abajo a la derecha se ve levemente parte de la cascada, al final del pasillo de piedra.

De vuelta en el puente, seguimos el camino recorriendo el pueblo, cuesta abajo, hasta que encontramos otro cartel que nos indica la siguiente y última cascada. De nuevo hay que internarse por un escondido pasadizo para llegar hasta ella.

Una vez vista esta cascada, el camino parece que sigue cruzando el rio por unas piedras (foto de abajo en el centro), pero ese camino lleva a la carretera, por la que se puede volver al punto de partida de forma más recta, no hay más cascadas.

No obstante, sin cruzar ese puente, todavía se puede alargar un poco más este agradable paseo siguiendo el sendero (foto de abajo a la derecha) que lleva hasta la ermita que hay a las afueras del pueblo, donde la mayoría de la gente ya no llega, ya que se dan la vuelta en la última cascada.

Desde esta ermita desandamos nuestro pasos, volviendo a recorrer el paseo de las cascadas hasta llegar donde habíamos dejado el coche, junto a la ermita de Nuestra Señora de la Hoz. Un paseo muy agradable, a las niñas le gustó mucho (y a los mayores también).


Ciudad medieval de Frías

Desde aquí cogimos los coches y nos acercamos a la ciudad medieval de Frías, a sólo 2 km de allí. De hecho, una posibilidad bastante interesante (que no hicimos) es seguir el camino de las cascadas hasta Frias. Se puede llegar caminando hasta allí, no creo que sea más de media hora o 40 minutos dada la poca distancia que hay.

Frías es completamente peatonal, y pertenece al selecto club de los pueblos más bonitos de España. Al llegar a la entrada del pueblo, en la parte superior, enseguida veremos un cartel con la indicación del aparcamiento. Es un parking al aire libre grande y gratuito, pero en épocas de mucha afluencia no me extrañaría que se llenase. Cuando fuimos nosotros había mucho sitio, y ya era tarde, casi la hora de comer (y Sábado).

Nada más entrar en el casco histórico, ya te das cuenta de que es un sitio excepcional, de esos que conservan su tejido urbano medieval en tan buen estado, que te transportan en el tiempo.

Lo más característico de Frías es el castillo roquero que vigila la ciudad desde lo más alto, como se ve en algunas de estas fotos. Habíamos reservado para comer en uno de los 3 o 4 restaurantes que hay en el centro (No se os ocurra ir a comer a Frías sin reservar antes). Nosotros comimos en el restaurante Ortiz, y la verdad es que bastante bien. Un menú de fin de semana, que debía estar por unos 25 euros aproximadamente, no recuerdo bien. Antes de comer dimos un paseo por la calle principal hacia arriba, llegando hasta la plaza del ayuntamiento (foto de abajo a la derecha).

Y después de comer, vuelta a subir por esa misma calle hacia arriba, para visitar el castillo. El precio de la entrada es muy barato, solo 2 euros. Y el horario de 11 a 14 y por la tarde de 16 a 20.

De camino al castillo, una vez pasada la plaza del ayuntamiento, llegamos a la iglesia de San Vicente (fotos de abajo). Esta iglesia era originalmente románica, pero poco queda de aquello. Ha sufrido muchas reparaciones y derrumbes a lo largo de los años. El pórtico sufrió un derrumbe parcial en 1836, el baptisterio se hundió en 1879 y un incendio ocurrido en 1897 dejó el edificio sin una de sus naves. Finalmente, el 14 de noviembre de 1906, la enorme torre medieval se vino abajo completamente y arrastró con ella la portada románica y el rosetón gótico de la iglesia. Lo que quedaba de la portada románica se vendió al museo de claustros de New York, donde está hoy expuesta, y con el dinero que sacaron de la operación reconstruyeron la torre a la forma que tiene hoy en día.

Y ya pasada la iglesia, llaneando por lo alto de la colina donde se asienta la ciudad, llegamos en breve a una plaza donde está la entrada al castillo, que se realiza por una especie de puente levadizo. Al lado está la oficina de turismo donde se venden las entradas.

El conjunto actual está conformado una mezcla de construcciones de los siglos XII, XIII, XV y XVI. Desde muy antiguo ha habido una fortaleza en lo alto de este cerro, ya que es un punto estratégico para el cruce de los montes Obarenes entre Castilla y Cantabria, así como de cruce del rio Ebro. Precisamente, desde el castillo hay una buena vista del puente medieval que cruza el rio Ebro (abajo a la izquierda), el cual iríamos a ver después de la visita al castillo. En la otra foto, el restaurante donde comimos visto desde arriba.

Desde lo alto de la torre del homenaje las vistas son fabulosas hacia cualquier lado. Hacía un viento tremendo, lo cual aumentaba la sensación de vértigo.

La torre del homenaje es un lugar verdaderamente aéreo, desde donde se tienen unas vistas espectaculares. A las personas con vértigo puede que les cause algo de impresión. Desde aquí desandamos el camino, pasando de nuevo por la iglesia de San Vicente, y volvimos a los coches. Apenas tuvimos que desplazarnos con ellos 3 minutos, ya que el puente medieval está realmente cerca.

Este puente se construyó en la Edad Media, posiblemente sobre el siglo XIII o XIV, sobre las ruinas de uno anterior romano. Por aquí pasaba la calzada romana que comunicaba la Meseta con Cantabria, y que ya vimos en el puente de Tobera por la mañana. La torre central, posiblemente del siglo XIV, era un punto de control y también de cobro del peaje, el llamado pontazgo, que todo el que quisiera cruzarlo debía de pagar. Con ese dinero, la ciudad costeaba el mantenimiento del puente y las necesarias reconstrucciones con el paso de los años. Sin duda es uno de los mejores puentes medievales que sobreviven en España.

Desde el puente hay muy buenas vistas de Frías, sobre todo del castillo y la iglesia de San Vicente, en lo alto del cerro. Viéndolo desde aquí, parece lógico que ya desde muy antiguo se fortificara ese cerro y acabase convirtiéndose en ciudad. Desde ahí se controla el cañón del rio Molinar que permite atravesar los montes por la calzada romana, y también el rio Ebro.

Arriba a la derecha podéis ver un plano en 3D de la ciudad de Frías con sus principales monumentos. Nosotros, después de estar un rato disfrutando de la belleza del puente completamente solos, acabamos el día tomando algo en el bar-restaurante que hay justo al lado del puente, al otro lado de la carretera, y desde ahí, vuelta a nuestra casa rural en Sajazarra.


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