
Malaca
Fecha del viaje: Julio de 2024
Esta es la continuación de nuestro viaje por Tailandia, Camboya y Malasia. De hecho, es el último día de ese viaje. Ese día por la mañana dejamos Kuala Lumpur en un coche de alquiler que cogimos en el aeropuerto. Puedes leer aquí el artículo sobre el día y medio que pasamos en la cosmopolita ciudad de Kuala Lumpur.
Recomendaciones importantes
- Malaca es una pequeña, bella y acogedora ciudad colonial. Con un día es más que suficiente para verla y disfrutarla por entero.
- Si vais en coche, hay un aparcamiento muy barato junto al centro histórico.
- Las mejores opciones para comer están en el barrio chino, pasado el puente sobre el rio Malaca. Nosotros cenamos en un sitio de cocina española llevado por una española muy maja, "Salud Tapas".
- Aprovechad a sacar las fotos en la plaza holandesa lo más temprano posible, según avanza el día se irá llenando de gente.
Día 19
Recogimos nuestro coche de alquiler sin mayor problema en el aeropuerto de Kuala Lumpur, y pusimos rumbo a Malaca, situada a dos horas de distancia por una estupenda carretera. Google maps nos lleva sin error hasta la entrada al casco histórico, y allí mismo, a las puertas de la zona histórica, vemos un aparcamiento de pago al aire libre.
Desde el aparcamiento hay que caminar apenas nada, como 200 metros, hasta una calle de casas bajas de estilo colonial y color salmón-rosado que lleva hasta la plaza principal de la ciudad. Abajo podéis ver unas fotos de esta calle (izquierda) y cómo desemboca en la plaza principal (derecha).
Abajo, fotos en la plaza principal de Malaca, sin duda la zona más bonita de esta pequeña ciudad. Esta plaza es llamada Dutch Square (plaza holandesa) ya que todos los edificios que la forman son de la época de dominio holandés sobre la ciudad (1641 - 1795).
En la foto de abajo a la derecha se puede ver el Stadthuys, antiguo ayuntamiento holandés. Fue construído en 1650 y es el edificio colonial holandés más antiguo del sudeste asiático. Fue la residencia de los gobernadores y oficiales coloniales.
En la primera foto a la izquierda, aparece la Chirst Church, inaugurada en 1753 para celebrar 100 años de dominio holandés. Como curiosidad, fue construida con ladrillos traídos desde Holanda. Podéis ver también una foto de su interior.
En la última foto, una imagen de los curiosos tuk-tuk coloridos y recargados típicos de esta ciudad. Además llevan una música estridente. A la gente le hace gracia, a mi realmente me parecen horribles.
Abajo, otras dos panorámicas de esta bella plaza, con el otro elemento importante, la torre del reloj Tan Beng Swee. Construida en 1886 en estilo británico por una prominente familia china en honor al filántropo Tan Beng Swee. No es de extrañar que esta ciudad fuese declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2008.
En el edificio del Stadthuys hay un pequeño balcón al que se puede subir para tener una mejor panorámica de la plaza. En la foto de abajo a la izquierda se puede ver una fuente, fue erigida en 1904 durante el período británico, en conmemoración del Jubileo de Diamante de la reina Victoria.
Y llegó la hora de comer. Saliendo de la plaza holandesa, cruzamos el rio Malaca por un puente, llegando a una especie de rotonda donde empieza el barrio chino. Y justo a la derecha, un restaurante Hard Rock Café que nos llamaba insistentemente. La verdad es que nos apetecía una buena hamburguesa después de tres semanas de viaje, y ese restaurante parecía increíblemente acogedor.
Sin dudarlo mucho, entramos y nos sentamos. El sitio es bonito y muy cómodo. Comimos bien, pero resultó muy caro para ser Malasia, pagamos 64 euros en total. La verdad, luego vimos que callejeando por la zona del barrio chino hay mejores sitios.
Desde ese lado del rio, junto al puente, hay una foto muy chula hacia la plaza holandesa, como se puede ver abajo. Volvimos a cruzar el puente, y nos dirigimos hacia la iglesia de San Pablo, que está en lo alto de una pequeña colina desde donde se contempla toda la ciudad.
La subida es breve (el camino empieza rodeando por detrás la plaza holandesa), enseguida llegamos junto a las ruinas de la iglesia, que fue la primera edificada en Malaca, en 1521, durante la dominación portuguesa. Después, a partir de 1641 fue usada como iglesia protestante por los holandeses. La entrada es libre y gratuita, realmente sólo se conservan las cuatro paredes.
Desde aquí bajamos la colina por el lado opuesto al que subimos, por un camino muy chulo que nos lleva hasta una de las entradas de la antigua muralla portuguesa, la puerta de Santiago. Tenía cuatro puertas originalmente, y ésta es la única parte de la muralla que queda en pie, ya que el resto fue demolido durante la dominación británica. Todo el complejo de muralla y puertas estaba construído con ladrillo, piedra de coral y cal.
La foto de arriba a la derecha es del palacio del sultán, anterior a la conquista de los portugueses. El palacio no es el original, sino una réplica construída en 1984 por el gobierno de Malasia, utilizando descripciones extraídas del antiguo texto histórico "Sejarah Melayu" (Los Anales Malayos). Fue construido enteramente en madera, sin clavos, al estilo tradicional malayo. Se puede visitar, pero en ese momento ya estaba cerrado.
Seguimos rodeando la colina de San Pablo, dirigiéndonos hacia la ribera del rio Malaca. Ya cerca de éste, hay un pequeño parque infantil con columpios donde estuvimos un rato sentados, mientras Inés jugaba. Junto a ese parque, tienen expuesta una locomotora antigua (foto de abajo a la izquierda).
Y ya al lado de ese parque estaba nuestro próximo destino... Una reproducción a escala real de la carabela portuguesa "Flor do mar", la nave que comandaba Alfonso de Albuquerque en la conquista de Malaca en 1511, y que se hundió posteriormente en el estrecho de Malaca con un valioso botín a bordo. Se puede visitar de 09:00 a 17:30 y el precio es muy barato, 10 Ringgit creo recordar.
Desde la carabela continuamos el paseo por Malaca siguiendo la ribera del rio hasta llegar de nuevo a la plaza holandesa, y cruzamos el puente como hicimos por la mañana. Nos quedaba recorrer el barrio chino, que empieza justo aquí.
Antes de empezar, una foto hacia la ribera contraria, de donde veníamos. El barrio chino está flanqueado por algunas casas muy bonitas del siglo XIX, junto con otras más modernas. Al poco de empezar, nos cruzamos con unas chicas que iban vestidas con trajes típicos e Inés se quedó mirándolas embobada. Patri les preguntó si podía hacerse una foto Inés con ellas, a lo que accedieron encantadas.
La foto de abajo a la izquierda es una casa palaciega de finales del siglo XIX, que hoy día es un museo visitable, el museo Museo Baba & Nyonya (estaba cerrado en ese momento).
Es una casa-museo restaurada que perteneció a una rica familia Peranakan de finales del siglo XIX y principios del XX. El museo conserva el estilo de vida, la arquitectura, los muebles y las tradiciones de esta comunidad única. Se trata de descendientes de inmigrantes chinos que con el tiempo, se mezclaron con las culturas locales malayas y desarrollaron una identidad cultural distinta, con su propio idioma, cocina, ropa y costumbres.
Dentro del barrio chino hay una zona de puestos callejeros, similar a la que recorrimos en Kuala Lumpur, con una gran cantidad de puestos de comida. La mezcla de todos los olores de los diferentes puestos hace que en el ambiente haya un fuerte olor a comida.
También tiene una zona de callejuelas adecentadas y decoradas con arte urbano de manera similar a como vimos en Kuala Lumpur, aunque era más bonito y amplio lo de Kuala Lumpur sin ninguna duda.
Después de este paseo por el barrio chino, ya se estaba poniendo el sol, así que aprovechamos para tomar algo en una de las terrazas que hay junto a la ribera del rio Malaca, enfrente y un poco más arriba de la zona de la plaza holandesa.
Es una zona ideal para hacer un descanso y relajarse un poco, justo al lado del rio, contemplando el ir y venir de las barcas, y además con las cálida luz del atardecer.
Y ya casi sin luz, llegó el momento de cenar algo. Paseando antes por el barrio chino habíamos pasado junto a un restaurante de cocina española llamado "Salud Tapas", así que decidimos volver allí, que además tenía una terraza muy agradable.
Como imaginábamos, lo llevaba una española que se había venido a vivir aquí, y con quien estuvimos un rato charlando. Así que acabamos nuestro viaje a Asia cenando unos huevos fritos con chorizo jaja.
La verdad es que cenamos genial. Y el sitio nos gustó mucho, además de que la chica que lo llevaba era muy maja, y es un gusto poder hablar con alguien en español. Esa cena marcaba el final de nuestro increíble viaje de tres semanas por el sudeste asiático. Una pena, todo tiene un final.
Habíamos disfrutado cada una de las aventuras vividas en esos 20 apasionantes días, que las había habido de todos los colores. E Inés había demostrado ser toda una aventurera, a sus 7 años de edad. Ahora, disfrutando de esa cena y esos zumos naturales, contemplando relajadamente la apacible vida nocturna de esa calle de Malaca, el viaje se acababa.
Nos despedimos de nuestra anfitriona, y volvimos a cruzar el rio, yendo al aparcamiento donde teníamos el coche. Nos esperaban un par de horas de conducción hasta el aeropuerto. Que maravilla tener el Google maps, que nos llevó perfectamente hasta nuestro destino. Sino fuera por eso, yo no se como habríamos hecho para llegar.
Una vez en el aeropuerto, devolvimos el coche sin problema, y a facturar. Nos quedaba un largo viaje por delante, con escala de un par de horas en Dubai.
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