
Segóbriga
Fecha del viaje: Febrero de 2024
Después de comer en Cuenca, ciudad a la que llegamos el día anterior, pusimos rumbo a Segóbriga, de donde nos separaban sólo unos 80 km (45 minutos). Podéis leer aquí el relato de nuestra estancia en la bella ciudad de Cuenca.
Recomendaciones importantes
- Mejor visitar esta ciudad fuera del verano, que puede hacer mucho calor. En Febrero se estaba estupendamente.
- Nosotros fuimos un Domingo a última hora de la tarde, y lo vimos solos. Mejor escoger un dia y horario fuera de las horas punta para que la experiencia sea mejor. Estas ruinas son muy evocadoras, pero llenas de gente tiene que perder bastante encanto.
Las ruinas cerraban a las 18:00, así que no teníamos mucho tiempo. Llegamos al recinto arqueológico algo antes de las 17:00, con el tiempo justo para visitarlo. Lo bueno de llegar tan tarde, y un Domingo además, es que no había nadie más, estábamos completamente solos en la antigua ciudad de Segóbriga, llena de fantasmas de viejos ciudadanos romanos que nos espiaban ocultos entre las rocas de lo que un día fue su ciudad.
Junto al centro de interpretación hay un aparcamiento donde dejamos el coche. Rápidamente sacamos las entradas, y desde allí hay que caminar unos minutos para llegar al corazón de la ciudad. En realidad, los edificios mejor conservados son el anfiteatro, el primero que visitamos, y el teatro. En todo lo demás, apenas queda nada y hay que echarle mucha imaginación.
Podéis pinchar aquí para más información sobre horarios, precio, etc en la web oficial de Segóbriga. Aquí abajo podéis ver fotos en el anfiteatro, donde se realizaban las luchas de gladiadores y espectáculos con fieras. Es del siglo I d.C. y tenía una capacidad aproximada de 5.500 espectadores, lo cual es notable para una ciudad de tamaño medio.
Sobre la ingeniería y técnicas constructivas de este anfiteatro, hay un vídeo estupendo de Isaac Moreno Gallo, gran divulgador y experto en ingeniería romana, sobre el anfiteatro romano de Segóbriga.
Y del anfiteatro, pasamos al teatro, que estaba justo al lado. En ambos se ha aprovechado la inclinación de la ladera para tallar en la roca parte de las gradas, lo que ha contribuido a su mejor conservación. Es también del siglo I d.C. y tenía capacidad para unas 2000 personas.
La verdad, es que era una pasada disfrutar de estas ruinas completamente solos, en otros horarios esto tiene que estar seguramente lleno de gente. Y además, con la cálida luz de ese atardecer invernal. Resulta muy evocador, puedes imaginar el esplendor y la vida que tendrían estos edificios y calles hace 2000 años, en la primavera de su existencia, y como ahora, en cambio, vive el invierno del olvido, con gran parte de sus piedras saqueadas durante siglos.
Antes de la conquista romana, Segóbriga fue un oppidum celtíbero, probablemente habitado por el pueblo de los olcades. A finales del siglo I a.C., bajo el dominio de Augusto, fue transformada en un municipium, un rango jurídico que otorgaba ciertos derechos a sus habitantes.
La ciudad experimentó un gran crecimiento, gracias a los ingresos del comercio y sobre todo de la minería del lapis specularis, un yeso translúcido usado como cristal para las ventanas antes de la invención del vidrio. En los alrededores se puede visitar los restos de alguna de estas minas, que aún conservan sus galerías.
El lapis specularis aquí extraído se exportaba a todo el imperio, hasta que los romanos perfeccionaron la técnica de usar el vidrio como cristal (en torno al siglo II d.C.), mucho más barato y fácil de trabajar, y eso supuso el declive de este tipo de minería y por lo tanto, de Segóbriga.
Este declive ya no tuvo freno, y para la caída del imperio romano debía de estar ya poco poblada. En época visigoda aún debió de mantenerse viva, ya que cerca están los cimientos de una basílica visigoda, pero cuando se produjo la invasión árabe en el siglo VIII ya nadie debía vivir aquí.
Después, como ha ocurrido en otras muchas ciudades romanas, sus sillares fueron expoliados durante siglos para otras construcciones. Posiblemente también para la construcción del cercano y monumental monasterio de Uclés, cuya visita recomiendo. Hasta tal punto fue ese saqueo, que hoy día salvo el teatro y el anfiteatro, del resto de edificios no queda prácticamente nada.
Ya eran cerca de las 18:00, así que emprendimos la vuelta al centro de interpretación antes de que viniesen a buscarnos. Realmente, estaban esperando por nosotros para cerrar. Lo malo fue que no pudimos ver el audiovisual que proyectan, por falta de tiempo, que seguramente hubiera sido muy explicativo sobre el auge y caída de esta milenaria ciudad.
En las vistas del campo circundante que hay desde la parte superior, se nota que hay un porcentaje muy grande de la ciudad, igual un 80%, que está aún sin excavar. Sin duda, Segóbriga aún guarda más de un secreto para nosotros.
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