
Cuenca
Fecha del viaje: Febrero de 2024
Cuenca es una ciudad bellísima, ideal para una escapada de fin de semana desde Madrid. Nosotros aprovechamos el primer día para hacer un par de excursiones antes de ir a la ciudad propiamente dicha (gracias al gran madrugón que nos pegamos ese día, como solemos hacer siempre). Podéis leer aquí el relato de la excursión que hicimos al nacimiento del rio Cuervo.
Recomendaciones importantes
- Lo mejor para disfrutar al máximo la magia de la ciudad es alojarse en alguna casona antigua en el centro histórico, como hicimos nosotros. O mejor aún, en el maravilloso Parador Nacional situado en el convento de San Pablo.
- Hay varios miradores increíbles en esta ciudad encaramada a la roca y dividida por las profundas hoces del Júcar y el Huécar. Quizá el mejor sea el que está en la zona del castillo, junto al aparcamiento gratuito en el que dejamos nosotros el coche. Los otros serían junto a las famosas casas colgadas, y desde el otro extremo del puente de hierro.
- Si vais con niños, el Museo de las Ciencias de Castilla la Mancha, en el mismo casco histórico, les va a encantar, es un museo fantástico.
- Otra visita imprescindible es la catedral, especialmente la subida al triforio, desde donde hay muy buenas vistas tanto al interior como al exterior de la catedral.
Después de comer en Uña, emprendimos el camino a Cuenca, haciendo una última parada en el ventano del diablo, un increíble mirador sobre la hoz del Júcar. Desde allí, en vez de llegar a Cuenca por la carretera CM-2110, que es la ruta que te indicará el GPS, nos desviamos por la CM-2105. Es una carretera que incluso va más directamente a Cuenca que la anterior, aunque es más lenta por ser carretera de montaña, más revirada, y desde luego mucho más bonita.
Esta carretera que indico va siguiendo la hoz del Júcar hasta la misma ciudad, y al ir acercándonos, hay una serie de miradores desde donde podemos ver la fantástica hoz, y la bella ciudad de Cuenca, aún a cierta distancia, como podemos ver en las fotos de abajo.
Sin duda, es una manera mucho más bonita de llegar a Cuenca que las aburridas e insulsas rutas principales. Además, esta carretera nos llevará directamente a la entrada al casco histórico de Cuenca por la zona del castillo, sin tener que meternos por la ciudad nueva. Al llegar a la ciudad, antes de la puerta de la muralla que es la entrada auténtica al casco histórico, veremos a la izquierda un parking pùblico al aire libre, gratuito. Allí fue donde nosotros dejamos el coche.
Y allí fue donde hicimos las primeras fotos, ya que junto a ese aparcamiento hay unos miradores espectaculares sobre la ciudad. Estamos en la zona más alta de Cuenca, y por tanto en ningún otro sitio tendremos una vista de pájaro como la que hay desde aquí. Abajo podéis ver un par de fotos de las vistas. Con esas vistas, no es de extrañar que Cuenca fuera declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1996.
Sin duda, la ruta que he comentado, siguiendo la hoz del Júcar, es la mejor manera posible, la más mágica, de llegar a Cuenca. Y encima, nada más llegar, desde el mismo aparcamiento donde dejas el coche, tienes las vistas que se pueden ver en las fotos anteriores.
Desde ahí, fuimos con las maletas caminando hasta nuestro alojamiento. Llevábamos poco equipaje, era un viaje de una sola noche, y además el paseo es corto y muy agradable. En apenas unos minutos llegamos a la sólida puerta de la muralla que nos invita a entrar en su interior, y desde ahi hay que bajar la calle unos 200 metros hasta llegar a nuestro alojamiento, un espectacular apartamento con terraza y bañera de hidromasaje en una antigua casa muy bien restaurada, como se ve en las fotos de abajo (es la casa de color salmón).
Como se ve en la foto de arriba a la derecha, hay poca distancia desde la casa (donde está sacada la foto) hasta la puerta de la muralla de donde veníamos. Hay que tener en cuenta que no se puede aparcar en la calle del centro histórico si no somos residentes. Se puede entrar hasta el alojamiento, solo para descargar y volver a salir (a no ser que estemos en algún alojamiento con aparcamiento privado). De todos modos, desde donde dejamos el coche, como decía antes, hay un corto paseo muy agradable, y para eso hemos venido aquí al fin y al cabo, para pasear y disfrutar de la belleza de esta ciudad.
Esta casa nos gustó mucho. Se llama apartamentos boutique "Los ojos de la mora", y la reservamos por booking. En febrero de 2024, nos costó 130 euros por una noche (no incluye desayuno, ya que es un apartamento). Tiene dos plantas, incluyendo una terraza muy chula con vistas a la hoz del Júcar (podéis verla en las dos fotos de abajo), y una bañera de hidromasaje enorme, donde Inés se dio un merecido baño después de todo el día haciendo turismo. Para ella, era casi una piscina (exagerando un poco).
Después de que Inés se diera un largo baño en la super bañera (como disfruta de estas cosas, la verdad es que se lo había ganado) y nosotros descansáramos un rato, salimos a dar una vuelta por la ciudad, ya con la luz del atardecer.
Al tener el alojamiento tan bien situado, estábamos cerca de todo. Hacía frio (era febrero) y había muy poca gente por la calle, lo que sumado a la cálida luz de ese atardecer invernal, hacía que la ciudad sacara toda su magia a relucir.
Caminamos hacia la calle que lleva al puente de hierro, donde están las casas colgadas, y bajando por esa calle, cruzamos el puente de hierro hasta llegar al convento que ahora es parador nacional. Desde allí hay una bonita vista, y un cartel con las letras de la ciudad, al igual que en el mirador donde dejamos el coche.
Y ya era prácticamente de noche, así que dimos un paseo volviendo sobre nuestros pasos, y nos metimos en una cafetería a tomar un chocolate caliente (de las mejores cosas que se pueden hacer cuando viajas en invierno) y después, a cenar en uno de los restaurantes que hay en la plaza de la catedral. Queríamos acostarnos pronto por que habíamos madrugado bastante, y al día siguiente nos esperaba otro día intenso.
Al día siguiente, bajamos a desayunar lo primero, cosa que acabamos haciendo en uno de los bares que hay en la calle que baja hacia la catedral. No hay como unas buenas tostadas con aceite, tomate y jamón para empezar bien el día. Después, volvimos al apartamento a recoger, y dejamos el equipaje en la recepción del apartamento, que estaba en un hotel situado muy cerca. Lo siguiente fue ir a un mirador desde donde se ven los llamados "Rascacielos de Cuenca".
Estos edificios fueron construídos entre los siglos XV y XVI. Están considerados los primeros rascacielos de Europa, y en su época eran los edificios más altos del pais. En la fachada hacia la hoz del Huécar, tienen una altura de 8 a 10 plantas. Resulta increíble que construyeran esto hace más de 500 años, y sigan en pie.
Desde aquí, seguimos el paseo hasta pasar bajo el arco que da a las casas colgadas, y la calle que lleva al puente de hierro, como ya hicimos la tarde anterior, pero ahora con más luz.
Este puente es uno de los iconos más reconocibles de Cuenca. Se llama puente de hierro, o también puente de San Pablo, ya que une la ciudad con el convento de San Pablo salvando la hoz del Huécar.
En origen, se construyó un primer puente de piedra en el siglo XVI, financiado por el convento. Ese puente estuvo en uso durante tres siglos, hasta que fue demolido en 1895, ya que estaba en estado ruinoso y amenazaba con derrumbarse en cualquier momento.
Entre los años 1902 y 1903 se construyó el puente actual de fundición de hierro, aprovechando los arranques de piedra de los extremos y parte de los pilares originales del puente original, como se puede ver en las fotos. Hoy día el convento es un Parador Nacional, y una opción estupenda para alojarse en Cuenca.
Desde el extremo del puente que está junto al parador, volvimos a hacer la foto con el letrero de Cuenca que ya hicimos el día anterior, y volvimos sobre nuestros pasos para ir a la plaza de la catedral, ya que este monumento era lo próximo que íbamos a visitar.
Podéis pinchar aquí para información sobre el horario y precio de la catedral de Cuenca. La entrada general de adulto son 5,5 euros, y realmente merece la pena. Atrás quedó hace mucho la época en que la entrada a todas las catedrales era gratis, ya quedan muy pocas que no cobren la entrada.
Esta catedral es de esas que resultan más bonitas por dentro que por fuera. La fachada, como se puede ver tiene un aire como "muy nuevo" sospechoso, y eso es debido a que fue levantada en estilo neogótico entre los años 1902 y 1910. Esta catedral sufrió una gran tragedia en ese tiempo (coincidiendo casi con el derribo del otro icono de la ciudad, el puente de San Pablo), y es que el 13 de Abril de 1902, sin previo aviso, la torre campanario de la catedral (barroca del siglo XVII - XVIII) se derrumbó totalmente.
En su caída se llevó también parte de la fachada, y lo que quedó hubo que derribarlo para construírla de nuevo desde cero. En aquella tragedia murieron 7 personas, de las cuales 6 eran niños. Abajo podéis ver algunas fotos antiguas de cómo era la catedral antes de ese desastre.
Una cosa espectacular en esta catedral es que se puede subir al triforio, que es una galería (en este caso más bien un pasillo estrecho) elevado sobre las arcadas de la fachada principal y de los muros que separan la nave central de las laterales. Se sube por una escalera de caracol, y las vistas desde arriba son espectaculares, tanto hacia el interior de la nave, como hacia el exterior (plaza mayor). A los pasillos laterales, lamentablemente no se podía acceder.
Y las vistas hacia el exterior, en la dirección opuesta, hacia la plaza mayor.
De nuevo abajo, continuamos la visita por el coro, con sillería de nogal de 53 asientos realizada por Gassó en el siglo XVIII.
Y estuvimos un rato paseando por las diferentes naves y capillas, y la girola, que es el pasillo curvo que rodea el altar mayor por detrás. Como decía antes, esta catedral me pareció mucho más espectacular por dentro que por fuera, con su mezcla de estilos gótico y barroco.
Hay que destacar que ésta fue una de las primeras catedrales góticas de España, ya que fue empezada en 1177, apenas reconquistada la ciudad a los musulmanes. Como era habitual, se construía en el lugar donde estaba la mezquita principal de la ciudad (que a su vez se había construído sobre una iglesia visigoda, la cual a su vez por lo general se construía sobre un templo romano).
Fue consagradra en 1208, cuando muchas de las principales catedrales góticas de España aún no habían sido ni empezadas. En los siglos posteriores se le fueron haciendo añadidos renacentistas, platerescos y barrocos.
Como se puede ver en la última foto de arriba, se pudo recuperar y restaurar el mecanismo del reloj que estaba en la torre que se derrumbó. Es un mecanismo que marca las horas y los cuartos, y es del siglo XVI, uno de los más antiguos de Europa.
Desde esa zona de la catedral, hay una terraza-mirador con amplias vistas de la hoz del Huécar y el parador nacional, como se puede ver en las fotos de abajo.
Y con eso acabamos la visita de la catedral. Al final, habíamos estado bastante rato dentro, tiene mucho que ver. Aún quedaba rato hasta la hora de comer, así que decidimos visitar el Museo de las Ciencias de Castilla la Mancha, situado muy cerquita. Había que pasar bajo los arcos del ayuntamiento, en la plaza mayor, y allí mismo estaba, al lado de la torre Mangana.
La torre Mangana, otro icono de la ciudad, se erige sobre el solar de una antigua alcazaba árabe y formaba parte de la muralla medieval, como torre de vigilancia. Ha sufrido bastantes cambios con el paso de los siglos hasta llegar a su apariencia actual. Lamentablemente, no se puede subir a su parte superior. Una pena, porque las vistas deben de ser espectaculares.
Este museo, el de las ciencias de Castilla la Mancha, situado en Cuenca, nos sorprendió mucho (gratamente). Lo malo es que no lo pudimos ver entero, ya que al mediodía cierra a las 14:00. Podéis ver información aquí sobre este museo de Ciencias en Cuenca. En esta web oficial podéis consultar sobre horarios, tarifas, exposiciones, etc.
Nos gustó mucho la parte del espacio, donde puedes hacerte unas fotos muy chulas como si estuvieras en la Luna, o visitar una reproducción a tamaño real del módulo Columbus de la Estación Espacial Internacional, como podéis ver en las fotos de abajo, y ver como es el día a día de la vida de un astronauta en la estación (como trabajan, como duermen, como van al baño...)
Abajo a la izquierda, foto en la plaza donde está el museo, sacada desde la entrada. Desde allí teníamos un paseo cuesta arriba, hasta la plaza mayor primero, y luego por la calle principal hasta arriba, donde estaba nuestro alojamiento y la recepción donde dejamos nuestro equipaje.
Desde el alojamiento, ya con el equipaje, subimos hasta la puerta de la muralla por donde entramos el día anterior, y desde ahí al aparcamiento, para dejarlo en el coche. Allí mismo, junto al aparcamiento, hay varios restaurantes. Comimos en uno de ellos, llamado María Morena, que habíamos reservado por tfn esa misma mañana. La verdad es que comimos fenomenal, a base de cordero Patri y yo, y una buena ración de cochinillo para Inés, que chupó cada uno de los huesecillos.
Y después de comer, ya sólo nos quedaba contemplar por última vez esta maravillosa ciudad desde el mirador que hay junto al aparcamiento, como hicimos el día anterior al llegar. Este viaje aún no se había acabado, pues nos quedaba una última parada camino de Madrid. Podéis leer aquí el relato de nuestra visita a la ciudad romana de Segóbriga.
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