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Centcelles y acueducto de Tarraco


Fecha del viaje: Diciembre de 2024

Como parte de nuestro viaje por la provincia de Tarragona, la tarde anterior la habíamos dedicado a recorrer los restos romanos de la ciudad de Tarragona, podéis leer aquí el relato de la visita que hicimos por la antigua Tarraco. Una vez cayó la noche, nos fuimos a nuestro alojamiento en la cercana población de Altafulla, junto al mar y a tan solo 15 minutos de Tarragona.

Lo hicimos así porque, aun siendo Diciembre, siempre es agradable levantarse junto al mar. Habíamos reservado un apartamento muy chulo por airbnb que estaba junto al paseo marítimo de Altafulla. El plan para ese día, era desayunar en un bar por allí mismo, y luego pasar un par de horas en la bonita playa de Altafulla, dando un paseo hasta el castillo de Tamarit, situado en la misma playa.

Después, iríamos a ver el monumento romano de Centcelles, situado a 20 minutos de distancia, y que está considerado el edificio romano completo mejor conservado de España. Comeriamos por la zona, y entonces visitaríamos el acueducto romano de Tarragona, llamado también puente del diablo. Acabaríamos el día con un poco de relax en el balneario más grande de Tarragona, el Hotel Termes Montbrió.

Recomendaciones importantes

  • La playa de Altafulla es de las mejores de la zona, especialmente por el bonito paseo marítimo con sus casitas de pescadores, y el castillo de Tamarit.
  • No os perdáis la actividad con gafas de realidad virtual en la visita a la villa romana de Centcelles, es impresionante. Nosotros fuimos cerca del mediodía, y éramos los únicos visitantes.
  • Desde el aparcamiento del acueducto, salen varios senderos que os llevarán hasta él, bien a su parte inferior o a la superior. Es una zona muy agradable para pasear. Hay un restaurante muy correcto y a buen precio para comer en la gasolinera Repsol que está a 1 km del aparcamiento.

Nuestro alojamiento estaba a unos pocos metros del paseo marítimo de Altafulla, en el llamado barrio de los pescadores. Las casas que dan a la playa, llamado "Botigues de mar", son un conjunto de casas del siglo XVIII que eran antiguamente las viviendas de los pescadores. Eso hace que sea un paseo marítimo distinto a lo habitual, con más encanto. En temporada alta seguramente esté lleno de terrazas, ahora luce mucho más tranquilo, como podéis ver en las fotos de abajo.

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Aun siendo pleno invierno, hacía buen día (no tanto como para bañarse), así que estuvimos un rato en la playa, haciendo fotos, e Inés jugando con la arena.

En la foto de abajo se pueden ver bien las antiguas casitas de pescadores del paseo marítimo, justo frente al mar, y al fondo el castillo de Tamarit, hacia donde empezamos nuestro paseo, siempre por la arena, junto a la orilla del mar.

Abajo a la izquierda, el castillo de Tamarit, de origen románico (y de hecho, conserva una iglesia románica) aunque con añadidos góticos y renacentistas. Sirvió de bastión defensivo en la reconquista, y después para defender la costa de piratas berberiscos y otomanos. Hoy día no se puede visitar, es propiedad de una empresa que organiza eventos y bodas en él.

Desde la playa también había buenas vistas del casco histórico de Altafulla, en la foto de abajo a la derecha, donde sobresale el castillo (cerrado al público también) y junto a él, la iglesia de Sant Martí, barroca del siglo XVIII. Hasta allí no fuimos, nos dedicamos solo a pasear por la playa en dirección al castillo de Tamarit.

Abajo, otra panorámica más lejana del castillo de Tamarit, y hacia el lado contrario, el paseo marítimo de Altafulla. Desde la distancia se ve realmente bonito. Un sitio tranquilo y familiar.

De vuelta hacia el paseo marítimo, paramos en el club naútico a tomar algo. El día había mejorado bastante, y el sol calentaba. Es un buen sitio donde tomar algo junto a la playa. De hecho, al ser Diciembre, era el único sitio. Seguramente, en temporadas más cercanas al verano, habrá más terrazas abiertas.

Una cosa interesante, es que allí es posible alquilar tablas de windsurf, patines, o barcas.

Después de la cervecita al sol disfrutando de ese magnífico día de Diciembre, volvimos al coche y pusimos rumbo a la villa de Centcelles, situada a 20 minutos de distancia. Esta villa está incluída en los lugares Patrimonio de la Humanidad de la antigua Tarraco.

Por una de esas maravillosas casualidades del destino, este edificio se ha conservado prácticamente intacto a lo largo de los siglos, siendo el edificio romano mejor conservado de España, y que además tiene el mosaico en cúpula con motivos cristianos más antiguo del mundo. Abajo podéis ver un par de fotos de su fachada frontal, y la parte trasera, en sombra.

La villa está en mitad del campo, en mitad de la nada, y el aparcamiento es muy sencillo, junto a la entrada. De hecho, diría que es un sitio poco visitado. Nosotros lo vimos solos. En la foto de arriba a la izquierda, la fachada principal, se ve la entrada a la villa, a la derecha, en un edificio más bajo que conserva parte romana pero está muy reconstruído. A la izquierda está el edificio íntegramente romano, de dos plantas, que por fuera tiene sección cuadrada, pero por dentro, como veremos, es circular.

En el edificio más pequeño encontraremos la taquilla, y en esa sala, que formaba parte del complejo, veremos que parte de las paredes son romanas y el resto reconstruído. La auténtica joya es el edificio grande, de dos plantas, al que accedemos por un hueco interno en el muro desde la sala de taquilla. Una vez en esta sala, podemos ver que ese edificio es íntegro romano, desde las paredes, hasta la cúpula del techo, que conserva partes del mosaico original que la cubría.

En la foto de abajo a la izquierda, pasando de la sala de taquilla a la sala principal, y en la foto de la derecha, ya en la sala principal, donde se ve un poco la increíble cúpula que cubre la sala.

Y aquí abajo, más fotos en esa sala principal, y detalles de la cúpula. Como se puede ver, quedan trozos originales del mosaico que la cubría por completo, y lo que se ha perdido se ha marcado en la cúpula con trazos que indican las siluetas de las figuras, tal y como se piensa que era. Una restauración muy acertada, que te da una idea precisa de cómo era el mosaico, sin resultar demasiado invasiva. Este enorme mosaico, cuando estaba completo estaba formado por cerca de un millón de teselas.

El precio de la entrada es de 4 euros, y para más información, podéis pinchar, aquí, en la web oficial de Centcelles para más información sobre precios, horarios e historia del lugar.

Por los estudios que se han hecho, parece que este conjunto podría haber sido una villa romana del siglo I o II d.C, que posteriormente resultase abandonada o destruída, y sobre sus restos se edificase este edificio ya en el período cristiano del imperio romano, en el siglo IV.

Una de las teorías más sólidas, aunque hay más, es que pudo ser un mausoleo para alguna persona importante, dada la calidad del lugar, con una gran cúpula cubierta de mosaicos, que además en parte tienen temática cristiana. Posiblemente fuera construído para el propio emperador, Constante, asesinado en el año 350 d.C. no lejos de allí, al sur de Francia, mientras trataba de huir a Hispania.

Otra pista sobre esto, es que además, la localidad más cercana a esta villa-mausoleo se llama Constantí desde tiempos inmemoriales... También se dice que el enorme sarcófago de pórfido, que se sabe es de origen romano, donde reposan los restos del rey Pedro III en el monasterio de Santes Creus, que vimos el día anterior, procede en realidad de aquí, y sería el sarcófago de Constante.

Nos gustó mucho como tienen montada la visita, ya que disponen de una gafas de realidad virtual, con las cuales es como si "levitaras" y pudieses ver los mosaicos con todo detalle a unos metros sobre el nivel del suelo, dando la impresión de que puedes alargar la mano y tocarlos. Además, como estábamos solos, no había esperas ni colas. Eso nos gustó muchísimo, sobre todo a Inés. Abajo podéis ver unas fotos.

El lugar seguramente fue transformado en iglesia después de la caída del imperio romano, hay varias referencias documentales durante la Edad Media de que así fue, mencionando una iglesia en este lugar. Una vez que dejó de tener uso religioso, fue incluso vivienda del dueño de estos terrenos, cuando ya debía de hacer mucho tiempo que el mosaico de la cúpula estaba cubierto con una capa de yeso.

Con el tiempo, sobre 1877, fragmentos de yeso se fueron desprendiendo, mostrando trazas de la maravilla que había debajo. Ya sería en el siglo XX cuando el edificio se rehabilitó y se puso en valor. Tiene también una pequeña cripta subterránea a la que no se puede bajar. Abajo a la izquierda podéis ver un dibujo de cómo estaba, posiblemente del siglo XIX. La foto de la derecha, ya abandonando el recinto, es del muro que queda en pie de las antiguas termas del complejo.

Esta visita nos gustó mucho, es un edificio único en España, y además a día de hoy todavía no es muy conocido y no está nada masificado. Desde aquí nos dirigimos hacia nuestra siguiente visita, el acueducto romano, a sólo 10 minutos de distancia. Casi al lado del acueducto hay una gasolinea Repsol con un restaurante al lado, llamado precisamente "El Pont del diable". Paramos ahí a comer antes de hacer la visita. Es un restaurante funcional, con un buen servicio y un menú muy aceptable y a buen precio, donde comimos bastante bien.

Después de comer, cogimos el coche 3 minutos hasta el aparcamiento del acueducto. Es un aparcamiento en un pinar, gratuito. Desde allí, hay un paseo de 10 minutos o menos hasta llegar al acueducto. Hay varios ramales del camino, uno lleva a a la parte superior de las arquerías, y otro a la parte inferior. Al ser Diciembre, no había muchas horas de luz, y cuando llegamos la estructura de piedra tenía un tono dorado muy bonito en su parte soleada.

Abajo a la izquierda, foto en la parte superior. Se puede ver el arranque del canal de agua, tallado en la roca, antes de entrar en el cajón superior de la arquería. Esa parte superior, por donde transcurría el agua, no es romana, está completamente reconstruída, y se puede cruzar el puente por ella, resulta muy espectacular, como se ve en la foto de la derecha y las dos fotos siguientes.

Abajo a la izquierda, foto en el nivel medio del acueducto, donde comienza la segunda arquería superior. A la derecha, foto del lado a contraluz, más oscura. La zona es muy bonita, en un bosque de pinares con muchos senderos para caminar y ver la imponente estructura desde varios puntos de vista, está muy bien montado.

Además, aunque es más visitado que la villa de Centcelles, no hay tampoco demasiada gente, se ve muy a gusto. Si queréis conocer más detalles técnicos no solo de estas arquerías, sino de todo el trazado del acueducto que abastecía a Tarraco, podéis ver este fantástico video de Isaac Moreno, gran divulgador de ingeniería romana, sobre el acueducto de Tarragona.

Bajamos hasta la parte inferior del acueducto, al fondo del barranco, y desde allí emprendimos el camino de vuelta al coche. La puesta de sol estaba próxima, y el acueducto lucía completamente dorado con esas últimas luces del día, como se puede ver en la foto de abajo a la izquierda.

En la otra foto, una imagen del siglo XIX o principios del XX, donde se puede ver el excelente estado de conservación de la estructura, a excepción de los muretes del canal superior para el agua, que han tenido que ser reconstruídos más recientemente. Por cierto, la zona en esa época estaba completamente desforestada, muy fea. Ahora está muchísimo mejor.

Y la mejor manera de acabar el día, como no, era con un buen baño en un complejo termal, y teníamos uno muy bueno cerca de allí, a sólo 18 minutos en coche. Habíamos reservado días atrás un par de horas en la zona termal del hotel Termes Montbrió, y la verdad es que lo disfrutamos a tope. Después fuimos al apartamento que habíamos reservado para esa noche en Hospitalet del Infante, a 15 minutos de distancia. Lo suyo habría sido dormir directamente en el hotel, pero se nos iba un poco de precio.

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