
Hayedo de la Borda de Ansuilo
Fecha del viaje: Octubre de 2024
Esta excursión forma parte de un viaje de cuatro días a esta zona del pre-Pirineo de Huesca en el que también visitamos Alquézar, Roda de Isábena, y sobre todo las pasarelas de Montfalcó, que habíamos leido que eran espectaculares y eran el hito principal del viaje.
Recomendaciones importantes
- Es un sitio poco transitado, no tendréis problemas de aglomeraciones vayáis a la hora que vayáis. De todos modos, al atardecer es cuando está más bonito. Nosotros fuimos después de comer en Roda de Isábena.
- Llevad agua, no hay fuentes en todo el recorrido. Sí es un buen sitio para hacer pic-nic ya que, además de ser muy bonito, hay bancos y mesas de madera en varios sitios.
- Si vais a hacer esta ruta, no os podéis perder el monasterio de Obarra, que está al pie del puerto en una ubicación muy bonita. Nosotros lo vimos por la mañana.
El día comenzó con la visita a Roda de Isábena y sus alrededores por la mañana. Podéis leer aquí el artículo del recorrido que hicimos por Roda de Isábena, Serraduy y monasterio de Obarra.
Y después de comer en Roda, pusimos rumbo al alto de Bonansa (solo 25 km). Ya la subida al puerto es espectacular, especialmente en esta época del año. Podemos ver las laderas del monte cubiertas de bosques pintados de mil tonalidades distintas. Según vamos subiendo, ya estamos deseando llegar para comenzar la ruta.
Una vez en lo alto del puerto, hay una amplia explanada acondicionada como aparcamiento a mano derecha. No hay apenas coches, no es este un lugar muy concurrido. Es increible como hay hayedos que, por la razón que sea, han cogido fama, y en cuanto llega el otoño se llenan de gente como el metro en hora punta.
Por suerte en España tenemos aún bastantes hayedos (especialmente en el norte), y quedan unos cuantos que han tenido la suerte de no ganarse esa fama, y podemos recorrerlos en lo mejor del otoño prácticamente solos (o incluso solos del todo). Este es uno de esos hayedos.
La ruta comienza desde el mismo aparcamiento, sin posiblidad de pérdida, por un camino muy bien acondicionado, como podéis ver en las fotos de abajo.
Aquí abajo podéis ver un mapa donde he marcado en rojo toda la ruta que hicimos. Este camino nos lleva directos hasta el mirador de Isábena, que está marcado con un círculo rojo en el mapa. Se trata de una senda acondicionada para carritos y personas con discapacidad. Es muy cortita, y en unos minutos acaba en el mirador, desde donde hay unas vistas inceibles de todo el valle del rio Isábena que hemos recorrido con el coche desde por la mañana.
En el mapa podéis ver claramente las manchas de bosque de pino, de un color verde muy oscuro, de las de hayedo y otras especies caducifolias, de un color más brillante. Este camino es apto para toda la familia, no tiene desnivel, y como decía el firme permite el paso de todo tipo de carritos o sillas de ruedas. Además, hay paneles explicativos sobre las distintas especies que puedes ir observando.
El camino empieza bajo un pinar, pero enseguida da paso a un bosquete de boj realmente bonito, casi mágico. Hay además bancos y mesas de madera, por si se quiere hacer un pic-nic. Y de esta manera, disfrutando de este mágico camino, llegamos casi sin darnos cuenta al mirador.
Desde aquí las vistas son espléndidas hacia el valle del Isábena. Al pie de la subida al puerto es donde está el monasterio de Obarra que visitamos por la mañana. Las laderas se ven magníficas, con toda esa gama de colores, y eso que aún no está en su mejor momento, que es hacia finales de Octubre y primera quincena de Noviembre.
Al final estuvimos un buen rato en ese magnífico mirador. Estábamos solos, toda esa maravilla para nosotros solos. Se pasan los minutos sin que uno se de cuenta, admirando esas vistas, disfrutando de cada uno de los millones de tonalidades diferentes de verde, amarillo, naranja...
Pero había que continuar, nos esperaba otro mirador, el de la Borda de Ansuilo, aún mejor que este (si es que tal cosa es posible). Retrocedemos sobre nuestros pasos, como si volviésemos al aparcamiento, hasta llegar a un cruce claro de caminos.
Ahí giramos hacia la derecha. No tiene pérdida, es el camino claramente cuesta arriba que remonta la montaña. Ahora el camino llano perfectamente acondicionado se ha transformado en un sendero ancho, no apto ya para sillas de ruedas, aunque sí para carritos, que además tiene cierta pendiente (tampoco mucha).
Ahora es cuando empieza el senderismo de verdad. Desde el aparcamiento, la ruta hasta el mirador de la Borda de Ansuilo es de 2,76 km (y otro tanto de vuelta, por el mismo camino) con un desnivel total positivo de 165 metros.
Es una ruta sencilla, que las dos niñas hicieron sin gran esfuerzo. Como referencia, hay un refugio libre (refugio de Pegá) a mitad de camino. Por lo demás, es muy sencillo, solo hay que seguir el amplio camino hasta llegar al final, disfrutando del estupendo bosque que vamos a atravesar.
Y casi sin darnos cuenta, llegamos a la mitad del recorrido, marcado por el refugio de Pegá, una pintoresca casita un poco destartalada. Seguimos caminando, deseando ya llegar al mirador, que promete unas vistas aún mejores que el anterior.
Y por fin llegamos al mirador, que desde luego no nos defraudó. Las vistas son muy distintas a las del anterior, pero tanto o más espectaculares. Al estar más arriba, desde aquí podemos contemplar ya las cimas pirenaicas, que además están medio cubiertas por las nubes, dándoles un aspecto aún más alpino. Justo en el mirador hay una mesa y unos bancos ideales para un pic-nic.
Desde esa loma donde está la mesa y los bancos, y que tan buenas vistas tiene, en realidad no estamos aún estrictamente hablando en el mirador. Tenemos que meternos entre uno setos por un diminuto sendero, para llegar, en unos 20 o 30 metros, al auténtico balcón, que podéis ver en las fotos de abajo.
Estuvimos allí hasta que el sol se ocultó tras las montañas. El camino de vuelta es más sencillo, todo cuesta abajo, en apenas 40 - 45 minutos estábamos ya en el coche. Desde allí, vuelta a nuestra magnífica casona rural para hacer una barbacoa (el senderismo otoñal con puesta de sol incluída, abre el apetito).
Al día siguiente teníamos el plato fuerte del viaje, esto había sido un pequeño entrenamiento simplemente. Aquí podéis leer el artículo de nuestra excursión a las pasarelas de Montfalcó.
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