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Parque Nacional de Rila


Fecha del viaje: Agosto de 2025

Este es el comienzo de nuestro viaje a Bulgaria, y empezó en el aeropuerto de Sofia a las 10:10 de la mañana, cuando aterrizamos allí. Fuimos a por el equipaje, que salió rapidísimo, y allí mismo, junto a las cintas de equipaje, cambiamos dinero. Y no terminaron ahí las facilidades, nada más salir al hall de llegadas desde donde se recoge el equipaje, justo enfrente están las oficinas de coches de alquiler, incluyendo la nuestra, Budget, que además no estaban atendiendo a ningún cliente. Creo que en la vida hemos hecho tan rápido el proceso de recogida de equipaje y del coche de alquiler. Un sobresaliente para este aeropuerto.

El proceso de recogida del coche también fue muy rápido, en diez minutos ya teníamos la llave y nos habían indicado donde estaba el coche, que se veía claramente nada más salir a la calle. En otros diez minutos, o menos, ya estábamos junto a nuestro flamante Toyota Corolla. Estábamos impresionados de lo fácil que había sido.

Recomendaciones importantes

  • En el refugio de la estación superior del telesilla de los siete lagos se come bien, y barato.
  • En la estación superior del telecabina de Yastrebets (pico Musala) hay unas terrazas con unas vistas de la leche del pico Musala. Se puede tomar algo o incluso comer.
  • Si estais en el parque nacional Rila, no podéis dejar de probar las aguas termales que hay en Sapareva Banya. Hay varios sitios donde hacerlo, el que nosotros fuimos es el más grande y completo que pude encontrar, y nos encantó, se llama Kotvata.

Día 1

Esta vez no hizo falta comprar una tarjeta SIM para tener datos, ya que al estar Bulgaria en la UE, no hay roaming. Pusimos el Google maps, y nos dirigimos hacia Panichishte, donde está el telesilla que sube hasta los siete lagos de Rila. Eso está a una hora y media del aeropuerto, algo menos de 80 km.

Estábamos algo cansados por el madrugón, pero decidimos que lo mejor era ir directamente allí y luego por la tarde ya descansar en el hotel que teníamos reservado, que estaba a sólo diez minutos del telesilla. Llegamos a Sapareva Banya, un pueblo con aguas termales donde volveríamos al día siguiente. Desde aquí sale una carretera de montaña estrecha, con mil curvas y bastante desnivel que en diez km nos lleva hasta Panichishte. Hay que seguir unos pocos km más para llegar a la estación inferior del telesilla por una carreterilla de montaña igual de estrecha. No tiene pérdida, esa carretera lleva hasta el telesilla y acaba poco después.

Al llegar, encontraréis una barrera y un guarda se acercará a vuestro coche para cobraros 6 levas (unos 3 euros) por el aparcamiento. Cuando fuimos nosotros había muchos coches, tuvimos que aparcar a unos 300 o 400 metros caminando del telesilla. En un primer momento pensamos que el telesilla estaría petado y habría una buena cola para subir, pero nada de eso. Resulta que este es un lugar muy típico entre los búlgaros para acampar, tanto en la parte inferior como en la superior, junto a los lagos. Al llegar al telesilla, vimos que no había nada de espera ni para sacar los tickets, ni para subir.

El precio total por los tres fue de 76 levas (unos 38 euros) ida y vuelta, y está abierto hasta las 17:30 (en verano al menos). Abajo a la izquierda podéis ver una foto de la caseta donde se sacan los tickets, y al fondo el telesilla. En la foto de la derecha y las siguientes, ya remontando la montaña hacia la estación superior.

Y ya llegando a la estación superior, después de unos 20 minutos de trayecto. En las fotos de abajo se ve la gran mole del refugio-hotel que hay en la parte superior. Este telesilla salva un desnivel de algo más de 500 metros, dejándonos a unos 2100 metros de altura.

Una vez arriba, lo primero que hicimos fue entrar en el hotel-refugio con la esperanza de que se pudiese comer, y afortunadamente así fue. Tienen un gran comedor interior, todo de madera, muy bonito. Además, estaba casi vacio. Uno de los chicos que atendía hablaba español perfectamente, así que fue todo muy sencillo. Había varios platos a elegir, cada uno de los cuales tiene un precio: pasta a la boloñesa, pimientos rellenos, huevos fritos, sopa, etc.. Comimos bastante bien por un total de 32 euros los tres. Ah, y además se puede pagar con tarjeta, lo cual me sorprendió, estando en mitad de la montaña.

Después de comer empezamos la ruta que teníamos pensado hacer por los tres lagos inferiores. Si quieres hacer la ruta completa por los siete lagos, que sepas que no es un paseo. Tiene unos 500 metros de desnivel y se tarda unas cuatro horas en hacerla. Nosotros no teníamos ese tiempo, y además teníamos encima el cansancio del viaje, así que la acortamos e hicimos una ruta por los tres lagos inferiores que nos llevó, incluyendo paradas, cerca de dos horas.

Abajo, empezando la ruta desde el refugio. El camino a seguir no tiene pérdida, este sitio es muy típico en Bulgaria y suele haber bastante gente. En las fotos podéis ver las tienda de campaña de la gente que acampa por la zona, además de los que duermen en el refugio. Cuando lo hicimos nosotros había bastante gente, aunque al ser un lugar amplio, en la montaña, no tienes sensación de agobio. Como veréis en las foto posteriores, hubo sitios en los que estuvimos solos. Simplemente tienes que buscar tu sitio, la montaña es muy grande y hay sitio para todos. Pero vamos, que yo creo que para los búlgaros es una especie de tradición venir aquí, el sitio más emblemático de montaña en el pais.

Según íbamos avanzando y ascendiendo, la mole del refugio se veía cada vez más lejana. En el punto de las dos fotos de abajo ya estábamos muy cerca del primer lago.

Y por fin, pudimos contemplar el primer lago, como se ve en la foto de abajo a la derecha. Para que os sirva de referencia, desde ese punto el refugio estaba a la distancia que se ve en la foto de abajo a la izquierda. Desde aquí, el desnivel aumenta para llegar a una vaguada superior en la que podremos contemplar el segundo lago.

Abajo a la izquierda, en plena subida para llegar al segundo lago. El primer lago se ve ya como una pequeña mancha azul. Inés llevó a su bebé todo el camino, no se iba a perder esta excursión. Abajo a la derecha, y las siguientes fotos, ya en el segundo lago. Al llegar arriba hay que hacer un breve descenso para llegar al fondo de la vaguada en la que está el lago. Hay unas vistas espectaculares de las montañas circundantes.

Llegamos hasta la orilla de este segundo lago, y fuimos caminando por su orilla en un cómodo paseo sin desnivel. Desde aquí podríamos haber seguido subiendo para llegar al cuarto lago, pero ya era demasiado. Una vez llegados al extremo de este segundo lago, el camino empieza a ser cuesta abajo siguiendo un barranco que hace de desagüe de ese lago. En cosa de diez minutos más o menos, ya tenemos a la vista el tercer lago, en cuya orilla se levanta un segundo refugio, y además podemos ver una gran cantidad de tiendas de campaña alrededor.

Llegamos hasta este segundo refugio, que no tiene servicio de bar o restaurante, o eso nos pareció. Desde aquí cerramos el círculo volviendo ya hacia la estación superior del telesilla, Inés ya estaba deseando el momento de descanso en la piscina del hotel que le habíamos prometido. Tantas ganas tenía de terminar, que se puso en cabeza y nos llevó a un ritmo endiablado hasta llegar al refugio del comienzo. Abajo a la derecha, el primer lago, y en pequeñito el refugio donde comenzamos la ruta, visto desde el segundo refugio.

Naturalmente, no podíamos irnos de allí sin tomarnos una cerveza en la terraza del refugio, con vistas a los magníficos picos de Rila. Después de ese merecido descanso, cogimos el telesilla de bajada, que al igual que cuando subimos, no había espera ninguna, era llegar y montarse.

Una vez abajo, hicimos el paseo de unos 400 metros hasta donde habíamos dejado el coche, y esta vez sí, pusimos rumbo al hotel, que estaba a sólo diez minutos de distancia. Se trataba de un hotel aislado en mitad de la montaña, en una ubicación realmente bonita. El hotel se llama 103 View Park Hotel, y nos salió por 237 euros por dos noches (dos adultos y una niña) con desayuno y acceso al spa.

Tiene aparcamiento en el interior, pero de todos modos, al estar aislado en la montaña, puedes dejar el coche en la misma puerta. Una vez instalados, Inés estaba como loca por ir a la fantástica piscina que hay en los jardines (yo también, lo reconozco). Nos pusimos los bañadores y para allá que nos fuimos. Resulta que el agua de la piscina exterior está calentita (es agua termal a unos 36 grados) lo cual era un gustazo, ya que al estar a unos 1400 metros de altura, aunque sea verano, se agradece.

Abajo podéis ver unas fotos de la piscina, que tiene al lado un chiringuito que viene de perlas para terminar con el máximo relax un bonito día de turismo montañero.

Como se puede ver en las fotos, es un hotel muy tranquilo sin ninguna masificacion. Es un poco más caro que la media en Bulgaria, pero sin duda merece mucho la pena. El descanso ideal después de una jornada de senderismo por el parque nacional de Rila. Después de disfrutar de la piscina y las tumbonas un buen rato, fuimos a probar el spa, en el que estuvimos solos. Aquí el agua estaba aún un poco más caliente que en la piscina, a unos 38 grados. Además de la piscina, también hay sauna y baño turco, con buenas instalaciones.

Totalmente arrugados de tanto agua, fuimos a la habitación a ducharnos y cambiarnos para la cena. Antes de entrar al restaurante, estuvimos un rato fuera en unos columpios que tienen para los niños, que a Inés le gustaron mucho. Abajo podéis ver fotos de esto, con una vista del hotel. El restaurante está muy bien, con una comida muy buena y muy buen servicio. Tienen una sala de juegos para niños con un montón de juguetes (gracias a eso Inés se zampó la cena en cinco minutos). Pagamos 53 euros por la cena de los tres, un poco más caro que la media de Bulgaria, pero realmente es que es un restaurante de lujo.

En definitiva, este hotel nos gustó mucho y lo recomendamos completamente. Es verdad que es el más caro de todos los que estuvimos en Bulgaria, pero sin duda lo vale. Si queréis reservarlo, lo podéis hacer desde nuestro link de afiliado, aquí para tener el mejor precio posible. Para otros descuentos (coche de alquiler, seguro) podéis mirar en nuestra página de descuentos.

Con esto dimos por terminado nuestro primer día en Bulgaria. Tocaba descansar, por que ese día nos habíamos levantado a las 2:30 de la mañana, y al día siguiente tocaba más senderismo en el parque nacional Rila.

Día 2

Después de un fantástico desayuno en el hotel, nos pusimos en marcha. Metimos los bañadores en el coche, por que a la vuelta pasariamos por unos baños termales en Sapareva Banya. Abajo, dos fotos más en el hotel, la de la derecha donde habíamos aparcado el coche la tarde anterior junto al hotel, ya que en el parking interior no quedaba sitio.

La ruta hasta Borovets son unos 50 minutos en coche. Borovets es una zona de ski, que ahora en verano está más apagada, y su atracción principal es el telecabina de Yastrebets. Hay sitio de sobra para aparcar, si el parking del telecabina está lleno, como fue nuestro caso (es de pago), podéis aparcar fuera, que más abajo hay un parking enorme que es gratis.

Como veréis, hay una gran variedad de restaurantes y enormes hoteles, pensados sobre todo para la época de ski, en invierno. Al igual que el día anterior, no tuvimos problema para sacar los tickets (38 euros los tres, igual que el dia anterior) y montar en el vetusto telecabina, apenas había nadie. Abajo a la izquierda, con un plano de la zona que había donde dejamos el coche. A la derecha, ya en la estación inferior del telecabina, donde hay un pequeño aparcamiento de pago.

Abajo, remontando la montaña, totalmente cubierta de abetos, hacia el pico Musala. Este telecabina sube 1000 metros de desnivel, hasta una altura de 2369 metros, y tarda unos 25 minutos en hacer el recorrido.

Al llegar arriba, hay varias terrazas muy chulas donde poder tomar algo o comer, y un photocall para sacarte una foto con el pico Musala al fondo. Empezamos el camino hasta el lago y el refugio que están en la base del pico, en un antiguo circo glaciar. Es un camino muy cómodo, con poco desnivel, de unos 4 km de longitud. En la imagen de abajo, comenzando el camino y pasando junto a una de las terrazas. Al fondo se puede ver el macizo del Musala, y en su base una pequeña mancha blanca que es donde está el refugio al que nos dirigimos.

En las fotos de abajo, unas imágenes con zoom del pico Musala. En la primera se ve en la base del circo el refugio al que nos dirigimos, y el camino que tenemos que seguir a media ladera para llegar hasta allí. En la siguiente foto, con más zoom aún, se puede ver un pequeño helero que ha resistido al verano, y el edificio que hay en la cima, que es una antigua estación metereológica.

Aquí podéis ver más fotos del agradable paseo hasta la base del Musala. No es un paseo largo, dura una hora yendo tranquilo. Es ideal para hacer con niños, ya que tiene poco desnivel durante todo el trayecto. Si además queremos subir a la cima, el total desde la estación superior serían unas tres horas y media solo para subir. Es una cima frecuentada, ya que es el pico más alto de Bulgaria, y de todos los balcanes, con 2.925 metros de altura.

Y antes de que nos diésemos cuenta, llegamos al refugio. Cuando fuimos nosotros, estaba cerrado, como si estuviera de obras. No obstante, hay otra cabaña al lado que hace las funciones de bar, por si quieres tomar algo. Nosotros llevábamos bocatas, así que bajamos al lago para hacer unas fotos y buscar un sitio donde poner el campamento.

Estuvimos un rato junto al lago, admirando el paisaje y haciendo fotos. Para comer volvimos unos pasos junto a la cabaña que hacía las veces de bar, donde compramos unas botellas de agua. Allí había varias mesas de madera con bancos, y ocupamos una que además tenía una especie de carpa para dar sombra. Nos hicimos unos fantásticos bocatas con jamón ibérico que habíamos traído de España. Que sensación más estupenda disfutar de ese jamón en un entorno como este. Esto sí que son vacaciones.

Y después de los bocatas, tocaba hacer la caminata de vuelta, en este caso cuesta abajo o llano en gran parte. Un agradable paseo disfrutando de ese paisaje tan bucólico. Al llegar a la estación superior del telecabina, no podíamos irnos sin tomar una cerveza en una de las terrazas de allí, y elegimos una que estaba como colgada en la ladera, muy espectacular. También se puede comer allí. Además, estábamos casi solos.

Y ahora, al igual que el día anterior, llegaba el momento favorito de Inés: el baño. De camino al hotel teníamos que pasar por Sapareva Banya (a escasa media hora de Borovets), una ciudad pequeña con abundantes aguas termales, y ahí fuimos a los baños Kotvata. Se puede aparcar bien en las proximidades, a un par de minutos caminando. Estos baños tienen multitud de piscinas a diferentes temperaturas, desde las más frias a unos 13 grados, a las más calientes (que yo apenas las aguantaba dos o tres minutos) a 42 grados, pasando por mis favoritas, entre 36 y 38 grados. Es un sitio fantástico.

Nada más entrar y pagar en recepción (pagamos 35 euros por los tres, baratísimo), pasas a los vestuarios (masculino o femenino) y desde ahí tienes ya una puerta para salir a la piscina interior, que está a unos muy agradables 36 grados. Al lado, hay dos piscinas pequeñitas, una a 42 y otra a 13 grados. Lo podéis ver en estas dos fotos de abajo.

Podéis ver más fotos y consultar más información en la web de los baños Kotvata. Después de estar un rato en esa piscina interior, salimos a la zona exterior, donde la diversidad de piscinas es mucho mayor. Inés se lo pasó realmente bien, recorrimos todas las piscinas. Incluso hay una zona interior, a 32 grados, con cuerdas y una zona de escalada. También hay una zona de bar, pero cierra a las 18:00 (el complejo cierra a las 20:30).

Estuvimos casi hasta que cerraron. Luego, unos diez minutos más en una zona de columpios al lado de donde habíamos dejado el coche. Desde allí volvimos al hotel, que estaba a 15 minutos por la carretera de montaña que sube al telesilla de Rila, y cenamos en el hotel al igual que la noche anterior. Ese restaurante nos gustó mucho, fueron dos de las mejores cenas de todo el viaje. Esta vez teníamos menos hambre y nos salió sólo por 44 euros los tres.

Y después de cenar, a descansar, que al día siguiente teníamos un intenso día. Podéis leer aquí el relato de nuestro viaje y estancia en Plovdiv.


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