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Plovdiv, Bulgaria


Fecha del viaje: Agosto de 2025

Empieza nuestro tercer día en Bulgaria. Si quieres puedes leer aquí cómo fueron los dos primeros días de este viaje en el Parque Nacional Rila.

Recomendaciones importantes

  • Superconsejo que no leerás en ningún otro blog sobre Bulgaria (has tenido suerte): No visites un monasterio el 15 de Agosto, fiesta de la Anunciación de la Virgen. Es la fiesta religiosa más importante del pais, y media Bulgaria acude en masa a los monasterios.
  • En el casco histórico de Plovdiv, el suelo es un adoquinado bastante tosco y en algunas zonas muy irregular. Es incómodo para caminar con chanclas, os lo aseguro.
  • Subid a la colina de Nebet Tepe (donde están los restos de la fortaleza romana, al final de la calle Saborna) al atardecer. Las vistas desde allí en ese momento del día son inmejorables.
  • En las últimas casas que hay antes de la fortaleza, hay un restaurante que está muy bien. Está en una casa antigua del Renacimiento Nacional Búlgaro, y tanto el interior como la terraza están muy bien ambientados. Además, se come bien y con buen precio.
  • También nos gustó mucho el restaurante "Filipópolis" en la calle Saborna igualmente, pero en la parte baja, en una casa-museo. Un sitio con mucha clase, pero más caro.
  • Un buen consejo sería que lo mejor para disfrutar el casco histórico de Plovdiv, es caminar sin rumbo, perderse por sus callejuelas empedradas (toda la zona alrededor de la calle Saborna). Es como un viaje en el tiempo. Y si es con la luz del atardecer, o la de primera hora de la mañana, más bonito aún.
  • No dejéis de visitar al menos un par de casas-museo del estilo Renacimiento Nacional Búlgaro. Están muy bien cuidadas y suelen conservar el mobiliario de la época.
  • Y como último consejo, lo mejor en mi opinión es dormir en alguna de las casas rehabilitadas como hoteles del centro histórico. A nosotros nos encantó.

Día 3

Después de un fantástico desayuno en el hotel de Rila, que tanto nos había gustado, hubo que despedirse de ese fantástico lugar y emprender la ruta hacia nuevos destinos. Ese nuevo día dormiríamos en Plovdiv, pero antes teníamos un par de visitas programadas, primero al monasterio de Bachkovo, y luego a la fortaleza de Asen, ambos muy cerca de Plovdiv.

Teníamos cerca de tres horas (unos 200 km) hasta el monasterio, que los hicimos del tirón. Para llegar hay que pasar de largo Plovdiv, a donde luego volveríamos. En la circunvalación de Plovdiv pillamos algo de atasco (es la segunda ciudad más grande de Bulgaria). Al llegar al monasterio (en realidad lo notamos desde unos km antes de llegar, por la cantidad de coches) nos dimos cuenta de un detalle que no había leido en ninguno de los blogs que consulté para preparar este viaje... Era 15 de Agosto, en España fiesta nacional por la Anunciación de la Virgen. Y resulta que en el cristianismo ortodoxo es la festividad religiosa más importante.

Resultado: el monasterio estaba petado como no os podéis imaginar, había gente acampando en sus proximidades incluso. Este es un detalle del que no avisan en ningún blog que yo haya leido, y sólo por eso ya ha merecido la pena que me estéis leyendo. Super consejo si viajas a Bulgaria: intenta por todos los medios que no te coincida una visita a un monasterio el 15 de Agosto. Ese día, es tradición que la gente acuda en masa a esos lugares, como una especie de fiesta. La gente acampa allí, montan picnics con toda la familia, hay música en directo, y la cola para entrar en la iglesia del monasterio y poner unas velas es kilométrica.

Tuvimos como 10 minutos de atasco para entrar hasta el aparcamiento, que por suerte en este monasterio es muy amplio (es una parcela enorme de terreno) y a pesar de estar petado había sitio. El camino hasta el monasterio (unos 200 metros) era una romería de cientos de personas, y al entrar a su interior era imposible pasar a la nave principal de la iglesia, la cola era enorme. Hicimos alguna foto como pudimos, intentando esquivar la marea de gente, y nos fuimos, apenas estuvimos en total unos 15 o 20 minutos allí. Las fotos de interior que veis abajo son en la primera nave de la iglesia, previa a la principal, donde no se podía entrar sin esperar cola.

Nos fuimos un poco decepcionados, pero en fin, nos quedaban varios monasterios en los siguientes días, que sí pudimos ver en condiciones mucho mejores (alguno prácticamente solos). Desde allí fuimos a la fortaleza de Asen, que estaba a sólo 15 minutos en direccion a Plovdiv, volviendo por la carretera que nos había traído hasta el monasterio. Era de esperar que si todo el mundo estaba en el monasterio, en la fortaleza no hubiese casi nadie, y afortunadamente, así fue.

Esta fortaleza está en mitad del campo, y el parking para dejar el coche es muy pequeño, cuando se llena, la gente aparca en la cuneta. Tuvimos suerte y aparcamos en el parking. Allí mismo se sacan los tickets (unos dos euros por adulto, muy barato) y empiezas la visita. En realidad, lo más relevante y fotografiado es la antigua iglesia de la fortaleza. La visita también transcurre por las antiguas murallas y dependencias de la fortaleza, pero de eso queda poco, realmente. Lo primero que hicimos fue entrar al interior de la iglesia, aprovechando que en ese momento no había nadie.

En su interior se pueden ver unas fotos del estado en que estaba el edificio a principios del siglo XX (foto de abajo a la izquierda). Ha sido bastante restaurado. El resto de las fotos son del interior, donde se puede ver que se han conservado algunos de los frescos originales.

Desde muy antiguo existe aquí una fortaleza, ya que es una posición estratégica para controlar todo el valle que va desde Plovdiv hasta Bachkovo. Ya los romanos construyeron aquí una torre defensiva, pues cerca está Filipópolis (Plovdiv), la ciudad romana más importante de todo Tracia, y después los bizantinos lo ampliaron. La iglesia de hecho es de época bizantina, de los siglos XII - XIII, hecha con ladrillo, y con unas vistas privilegiadas del valle, como podéis ver en las fotos de abajo.

Después, cuando Bulgaria se independizó de los bizantinos, el zar Iván Asen II (1218–1241) la amplió y fortificó, de ahí su nombre. Se convirtió en una de las fortalezas más importantes de la región. Tras la caída del Segundo Imperio Búlgaro, pasó a manos otomanas en el siglo XIV.

Como podéis ver en las fotos de abajo, de lo que era propiamente la fortaleza, no queda gran cosa, solo las espectaculares vistas que hay desde allí.

Bajando de la fortaleza entramos por última vez en la cripta de la iglesia, y volvimos al coche. Ya sólo nos quedaban unos 25 minutos hasta Plovdiv. Al centro histórico de Plovdiv sólo pueden entrar vehículos autorizados. Si tienes alojamiento reservado allí, como nosotros, te dejarán pasar.

No hay duda de cuando entras en la zona limitada al tráfico, por que te encontrarás una barrera y un guardia. Le tienes que enseñar tu reserva de alojamiento, y entonces te dejará pasar. Una vez dentro, puedes aparcar en alguna de las calles empedradas, lo más cerca que puedas de tu hotel. Nosotros nos alojamos una noche en el Boutique Hotel Boris Palace, que está en la calle Saborna, que es la calle principal que atraviesa el casco histórico de sur a norte.

En esta calle se supone que no se puede aparcar (aunque hay algún que otro coche aparcado), pero si te metes por alguna de las aledeñas, sí que se puede aparcar sin problema. Verás que todo el casco histórico está adoquinado con buenos pedruscos, que hacen incómodo tanto ir en coche por esas calles, como caminar con chanclas. Una vez aparcado el coche, abajo a la izquierda podéis ver una foto en la puerta de nuestro hotel, una bonita casa antigua muy bien rehabilitada. A la derecha, la vista desde nuestro hotel hacia la parte baja de la calle Saborna, por donde subimos con el coche. La calle que se ve que sale a la izquierda, es donde aparcamos.

Pagamos 105 euros por una noche con desayuno. La verdad es que es un hotel muy bien situado, en pleno centro, y bonito. La habitación era bastante amplia para los tres (30 metros cuadrados, bastante grande para lo que es habitual). Si quieres reservarlo, puedes hacerlo desde nuestro enlace para obtener el mejor precio posible, aquí. Desde luego, yo recomendaría coger el alojamiento en el centro histórico, porque es una zona con mucho encanto y además es fácil aparcar en la calle, cerca de tu hotel. Si quieres mirar más alojamientos, en nuestra página de descuentos tienes acceso a nuestro enlace a Booking, y también descuentos en coches de alquiler, seguros, etc. Tu puedes conseguir un muy buen precio, y a nosotros nos ayuda mucho.

Una vez instalados en el hotel, salimos con intención de buscar un sitio para comer, y luego pasar la tarde recorriendo la ciudad. Le íbamos a dedicar a Plovdiv esa tarde y la mañana siguiente, y aunque puede llegar a ser suficiente, diría que lo ideal es dedicarle un día y medio, o incluso dos días. Comimos en un restaurante italiano con terraza muy chulo que estaba muy cerca de nuestro hotel, bajando un poco la calle, llamado Antico (42 euros en total por los tres). Abajo, un par de fotos sacadas en la calle Saborna, al lado del restaurante.

Un buen consejo para aprovechar al máximo tu tiempo en Plovdiv, es contar con un buen mapa de la ciudad. Abajo puedes ver uno muy bueno (he señalado con un gran círculo rojo y una flecha la inmejorable situación de nuestro hotel), que puedes descargar completo, en español y en máxima resolución, completamente gratis, aquí. En este mapa tienes los principales monumentos que visitar en la ciudad.

Después de comer, seguimos bajando la calle Saborna hasta el final, llegando a una plaza presidida por una mezquita, y donde está un centro comercial que han construído sobre las ruinas del estadio romano, integrando sus restos de una forma muy elegante, como podéis ver en las fotos de abajo. La mezquita Dzhumaya que podéis ver en la foto por encima del estadio fue contruída en el siglo XV después de la conquista otomana de la ciudad, sobre los restos de la catedral bizantina.

Desde la plaza se puede acceder a los restos del estadio de forma gratuita, bajando por una escalera desde la misma plaza. Es increible lo bien que se han integrado las ruinas con el centro comercial. La entrada al circo es igualmente espectacular, ya que una vez bajas por la escalera (foto de abajo a la derecha, el muro que se ve en la foto es parte de la antigua muralla romana de la ciudad) tienes que pasar por un arco de piedra, como si fueses un gladiador que se dispone a pasar a la arena. Con un poco de imaginación, casi puedes escuchar el griterío de la gente esperando que empiece el espectáculo.

Y una vez pasado el arco, ya estás en lo que antiguamente era la arena, en uno de los extremos del circo. La estructura de las gradas está completamente hecha de mármol, y bastante bien conservada, como se puede ver en las fotos de abajo. Ahí estuvimos un rato, disfrutando del lugar y haciendo todo tipo de todos.

Esta ciudad tiene buenos restos romanos, ya que se trata de la antigua Filipópolis, antigua capital de la provincia romana de Tracia. El estadio fue construído en el siglo II d.C. durante el gobierno de Adriano, y era bastante grande, ya que medía unos 250 metros de largo y tenía capacidad para unos 30.000 espectadores, y estaba hecho enteramente de reluciente mármol blanco.

Lo que se ve actualmente no es lo único que se conserva, hay grandes partes aún enterradas bajo la calle peatonal de Knyaz Aleksandar I, pero para desenterrarlas habría que demoler algunos de los edificios que presiden esa calle. Quizá algún día se descubra la manera de ponerlos en valor sin tener que demoler nada. Abajo podéis ver una foto de la época en que se descubrió este estadio, en 1923. En una tienda de la cadena H&M en la calle peatonal, en los sótanos se pueden visitar algunos restos de gradas de este circo, aunque cuando entramos nosotros estaba cerrado.

Una vez visto el estadio, seguimos caminando por la calle peatonal de Knyaz Aleksandar I, que es la zona más comercial de la ciudad. Es una calle bastante agradable, con edificios del siglo XIX y principios del XX. Si la sigues hasta el final, llega a una gran plaza con una enorme fuente donde está el edificio del ayuntamiento.

Antes de eso, hicimos una foto en un cartel muy colorido para conmemorar la capitalidad europea de la cultura de 2019, y en una tienda de chuches y helados muy original llamada "Hans & Gretel" y que podéis ver también en las fotos de abajo. Allí nos tomamos un helado Patri y yo, e Inés se compró una gran bolsa de chuches. Si vais con niños, es parada obligada.

Después de ese rato de relax comiéndonos un helado en esa especie de mundo mágico para niños que es el interior de esa tienda, seguimos nuestro paseo por esa calle hasta llegar a la plaza del ayuntamiento. Abajo podéis ver alguna foto en esa calle, hasta llegar a la gran fuente de la plaza, que lamentablemente estaba apagada. El edificio que se ve detrás es el ayuntamiento.

Desde esa plaza, giramos hacia el este, cruzando la avenida Zar Boris III por un pasaje subterráneo cuyo suelo es una antigua calzada romana hallada en las obras de ese paso. Al otro lado de la avenida está el museo que contiene los restos de la basílica episcopal de Filipópolis, pero a esa hora estaba a punto de cerrar (cierra a las 18:00), así que decidimos volver al día siguiente. Abajo podéis ver una foto de la entrada, con algunas columnas romanas. Las otras fotos son de los alrededores de la basílica, donde destaca la catedral católica de San Luis, construída en 1859.

Arriba a la derecha, el edificio acristalado que contiene los restos arqueológicos de la basílica paleocristiana. Volvimos sobre nuestros pasos, cruzando de nuevo por el pasaje subterráneo. Allí, en uno de sus extremos, al pie de la calzada romana, están los restos visitables de la villa romana Eirene, que aunque estaba a punto de cerrar, nos dejaron pasar a verlo. En realidad, se ve rápido, con 10 o 15 minutos es suficiente. Nos costó 3,5 euros por adulto.

Se trata de una villa romana del siglo IV o V, descubierta junto con la calzada romana en unas excavaciones durante 1983 y 1984. Lo que se puede ver son los mosaicos de las diferentes estancias de la villa. La verdad es que está muy bien montado, con pasarelas, para poder ver bien los diferentes mosaicos, como podéis ver en las fotos de abajo.

Arriba, se puede ver que en el centro del peristilo (el patio interior que solían tener las villas romanas) había una fuente de mármol que se ha conservado en parte, y puede verse todavía la roza del suelo por donde iban las cañerías del agua.

Arriba a la derecha, saliendo ya del subterráneo. Podéis ver un antiguo millario romano rescatado de las excavaciones, así como parte de la calzada romana que, como decía, es el pavimento del subterráneo que cruza la avenida, y donde uno de los locales que hay en su interior son los restos de la villa que acabábamos de visitar.

Y desde aquí pusimos rumbo hacia la parte más antigua de Plovdiv, donde teníamos el hotel. Es sin duda la parte más bonita y con más encanto de la ciudad. Callejeamos un poco sin rumbo por esas calles adoquinadas a mordiscos tan auténticas. Mala idea ir con chanclas por aquí. En toda esta zona lo que más vais a ver son casas del Renacimiento Nacional Búlgaro, un estilo arquitectónico propio de este pais, que surgió a finales del siglo XVIII y sobre todo en el XIX, como una señal de la fuerte identidad nacional que nació en esa época, oponiéndose a la dominación otomana, que gobernaba en el país desde el siglo XIV.

Abajo podéis ver una selección de fotos que hicimos en ese paseo, hay mil rincones maravillosos que fotografiar. Acabamos en la calle principal donde está nuestro hotel, la calle Saborna, y la seguimos hacia arriba buscando los restos de la antigua fortaleza romana, en la parte más alta de la ciudad. Abajo a la izquierda, la casa Lamartine, de 1830.

Llegando a la parte superior de la calle Saborna hay algunos edificios del siglo XIX realmente fotogénicos, como podéis ver en las fotos de arriba y abajo. Algunas de estas casas históricas son museos, y son visitables. Al día siguiente teníamos pensado visitar un par de ellas, que en muchos casos han sido mantenidas con su mobiliario y decoración original de la época.

Y por fin, pasadas las últimas casas, llegamos a la parte superior de la colina Nebet Tepe, la parte más antigua de la ciudad, donde ahora hay una especie de parque, y donde los restos de la antigua fortaleza romana duermen el sueño de los tiempos, entre la hierba que crece entre sus piedras. Desde allí las vistas de la ciudad son maravillosas, y especialmente en ese momento, al atardecer.

Primeros fueron los tracios los que construyeron aquí elementos defensivos, y después los romanos levantaron una fortaleza, con una serie de murallas que protegían esta colina. Esa fortaleza fue utilizada y modificada después por bizantinos y otomanos, y los restos que podemos ver hoy es lo que ha podido sobrevivir. Lo mejor sin duda, son las vistas de la ciudad.

Estuvimos allí un rato, disfrutando relajadamente de esas vistas envueltas en esa luz tan cálida. Decidimos aprovechar esa luz tan buena para callejear un poco más por la zona, yendo hacia la puerta de Hissar, la puerta de la muralla mejor conservada de la ciudad, que proviene de época romana aunque con muchos añadidos medievales.

En los alrededores de esa puerta, hay unas callejuelas olvidadas que a esta hora del día lucen su magia en todo su esplendor y, además, sin gente.

En las fotos de arriba, junto a la puerta Hissar. El caserón de color rojo que aparece al lado es uno de los más espectaculares ejemplos de casas de estilo Renacimiento Nacional Búlgaro, que ahora es precisamente un museo sobre dicho movimiento popular que al final consiguió la independencia de Bulgaria del imperio otomano en 1878.

Acabamos de nuevo en la parte superior de la calle Saborna, en las últimas casas antes de la fortaleza, donde hay un restaurante con muy buena pinta. Entramos y nos tomamos algo en la terraza, y decidimos que era un fantástico sitio donde cenar. Pasamos un rato por la habitación para descansar un poco (nuestro hotel estaba a menos de diez minutos de agradable paseo), y luego, ya de noche, subimos de nuevo a cenar.

El sitio se llama Rahat Tepe, y no tiene pérdida, está justo al final de la calle Saborna. Está situado en una de las casa antiguas, y por dentro es como un viejo mesón (también tiene terraza al aire libre). El servicio es rápido y eficiente, y a pesar de que había bastante gente, nos atendieron muy bien. Y sobre el precio, pagamos 36 euros por una cena bastante abundante para los tres (lo de abundante podéis verlo en la foto de abajo). Fue un completo acierto cenar allí, un sitio realmente pintoresco y muy "búlgaro". Una vez cenados, bajamos dando un paseo a nuestro hotel. La calle está iluminada por ristras de bombillas, y está muy bonita.

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Día 4

Nos levantamos temprano (como casi todos los días del viaje), ya que queríamos dar una vuelta antes de desayunar. Nos había gustado mucho el tramo superior de la calle Saborna, el tramo que va desde nuestro hotel hasta la fortaleza, y queríamos disfrutarla sin gente. Así que sobre las 8:30 de la mañana, salimos a la calle con la intención de dar un paseo de no más de 20 minutos y hacer unas fotos con la calle para nosotros.

Como podéis ver en las fotos de abajo, a esas horas aún no hay nadie haciendo turismo, y además la luz de esas primeras horas de la mañana hace que sea más bonito aún. Subimos hasta la fortaleza, pero la vista desde allí es sin duda mejor al atardecer.

Abajo a la izquierda, ya de vuelta en nuestro hotel después de ese estupendo paseo mañanero. Os lo recomiendo completamente, a esas horas (que tampoco es tan temprano, 8:00 - 8:30) no hay casi nadie en la calle y la luz es fantástica.

El paseo nos había abierto el apetito, así que desayunamos con ganas. Luego, cogimos todos nuestros bártulos y fuimos a dejarlos en el coche, que lo teníamos aparcado a unos metros del hotel. Cuando llegamos, un gato había tomado posesión. Con todo ya metido en el coche, fuimos dando un paseo hasta el teatro romano. El plan era visitarlo ahora, y luego ir dando un paseo hasta la basílica paleocristiana que no pudimos ver el día anterior, y después un par de casas museo del casco histórico, y comer más bien temprano en Plovdiv antes de dejar la ciudad.

Desde el coche hasta el teatro romano había poco más de 5 minutos caminando. Cuando llegamos, resulta que estaba cerrado ese día por un espectáculo. El teatro se puede ver bien desde fuera, y pudimos comprobar que estaba tan lleno de cosas, que aunque estuviera abierto no habría valido mucho la pena. Abajo podéis ver una foto sacada desde fuera, y las demás son del paseo por las callejuelas en dirección a la basílica.

Y llegamos a la basílica episcopal, que es un recinto arqueológico completamente musealizado. Se nota que se han gastado la pasta. De momento, quien diría que bajo ese edificio moderno de acero y cristal están los restos de una basílica paleocristiana romana del siglo V. Además, hay unos columpios, así que dejamos que Inés jugara un poco allí antes de la visita.

La entrada fueron 7 euros por adulto, Inés gratis. Te hacen ponerte unos patucos sobre tu calzado, ya que gran parte de la visita es por pasarelas de cristal que "vuelan" sobre los mosaicos de la basílica. En el centro de la sala, hay una maqueta de cómo era la basílica, y una cosa que está muy bien, unos visores 3D que hacen que te encuentres dentro de la basílica, tal como era, y según vas girando a tu alrededor, la vista va cambiando, exactamente como si estuvieses dentro.

En la planta baja está la base de la basílica episcopal, que realmente es lo único que se ha conservado. Fue construída en época muy temprana, en el siglo IV, poco después del Edicto de Milán (año 313), cuando el cristianismo pasó a ser religión tolerada en el Imperio Romano. Y fue la catedral de Filipópolis, hasta que llegó su ruina y abandono, y al final su completa destrucción, seguramente a partir de la invasión otomana del siglo XIV. Lo que queda, no fue descubierto hasta unas obras que se hicieron en la zona en los años 80 del siglo XX.

Una vez vista desde las diferentes pasarelas de cristal, subimos a la segunda planta, donde hay otra serie de mosaicos de otras etapas constructivas posteriores de la basílica, y algún otro de otras iglesias paleocristianas de la antigua Filipópolis. Además, hay un ricón para niños donde pueden hacer diferentes juegos relacionados con la arqueología.

Desde la basílica volvimos al casco histórico dando un paseo similar al de la tarde anterior, callejeando distraídamente, pero con un destino claro. Hay unas cuantas casas históricas del estilo Renacimiento Nacional Búlgaro que pueden visitarse, podrías tirarte tres días en Plovdiv para verlas todas. Nosotros nos conformamos con ver dos, aunque hay unas cuantas más visitables. Abajo, unas fotos durante ese paseo. La verdad es que pasear por esas calles es como viajar en el tiempo, nos gustó muchísimo.

Durante el paseo vimos que la puerta de una de las casas, la de Veren Stambolyan, estaba abierta, y no dudamos en pasar y subir la escalera para contemplar su hermosa fachada. No visitamos su interior porque ya teníamos seleccionadas las dos casas que íbamos a ver, cerca de allí.

Como no teníamos mucho tiempo, escogimos dos de las más recomendadas, que además están juntas, una al lado de la otra. La primera de ellas es la casa Balabanov. Fue construída a finales del siglo XIX, y perteneció primero a un comerciante griego de Tesalónica, y después a un comerciante de lana llamado Balabanov, de donde toma su nombre. Las entradas nos costaron 7 euros por los tres (eso por cada una de las casas).

Abajo tenéis algunas fotos del interior de esta casa, que es realmente espectacular. Si solo pudiéseis visitar una de las que hay en Plovdiv, en muchas guias dicen que ésta debería ser la elegida. A mí me costaría escoger entre ésta y la que vimos después.

Y una vez vista esta casa, pasamos a la siguiente, la casa Hindliyan, atravesando el pequeño jardín que comparten. Al igual que la Balabanov, también conserva todo el mobiliario y decoración de la época. Son como casas de muñecas.

Incluso tenían un piano auténtico de la marca Lubitz, de Berlín, de los mejores y más exclusivos de la época. La casa fue construida en 1835, encargada por Stepan Hindliyan, un próspero comerciante armenio de Plovdiv.

Abajo, un par de fotos de la fachada de la casa, desde el jardín delantero. Esta casa costó lo mismo que la anterior, 7 euros en total. Existe un ticket que vale para visitar cinco casas, que tiene un precio más reducido. Nosotros como sólo íbamos a visitar dos, no lo sacamos.

Estas visitas nos gustaron mucho, incluyendo a Inés, que para ella era como una especie de casa de muñecas gigante. Y aquí terminábamos ya nuestra visita a Plovdiv. La verdad es que es una ciudad que nos gustó mucho, incluso diría que superó mis expectativas. En total le dedicamos una tarde y una mañana, y lo cierto es que resulta un poco escaso, esta ciudad se merece más.

Pero aún nos quedaba una cosa más por hacer, comer, e íbamos a aprovechar para hacerlo en un sitio muy especial. Se trata del restaurante "Filipópolis" situado en los jardines de una casa museo del Renacimiento Nacional Búlgaro. Está en la calle Saborna, casi enfrente del restaurante italiano Antico donde comimos el día anterior. Por las fotos de abajo podéis juzgar lo bonito que era el lugar. Comimos muy bien, y pagamos 70 euros por los tres, más caro que la media.

Después de esa fantástica comida, fuimos hasta el coche, que lo teníamos a 5 minutos, y pusimos rumbo hacia nuestro siguiente destino, las tumbas tracias de Starosel, a 50 km de distancia. Aquí podéis leer el relato de nuestra visita a las tumbas tracias de Starosel.


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