
Segesta, Sicilia
Fecha del viaje: Septiembre de 2013
Esta excursión forma parte de un viaje a Sicilia de 5 días de duración, durante el cual dedicamos un par de horas a visitar el templo de la antigua ciudad griega de Segesta.
Recomendaciones importantes
- Es un lugar bastante aislado en el monte, pero junto a la taquilla tenéis un bar donde poder comer algo o comprar bebida.
- Para visitar tanto el templo como el teatro, contad al menos un par de horas. Si sólo vais a ver el templo, como nosotros, con algo menos de una hora puede valer (hay que caminar como 1 km hasta el teatro).
- Si vais con niños, alojaros en el resort Citta del Mare, a media hora de distancia. Lo fliparéis con los toboganes acuáticos.
Esa mañana nos habíamos levantado en nuestro hotel en Agrigento, y puesto en ruta después de desayunar hacia Selinunte, en un viaje de una hora y media. Allí estuvimos viendo los templos de la antigua ciudad griega (podéis ver aquí el artículo sobre nuestra visita a los templos de Selinunte), y acto seguido de nuevo en ruta hacia Segesta, que fueron otros 45 minutos de coche.
Al llegar a Segesta, dejamos el coche en el aparcamiento, y lo primero fue comer algo. Teníamos que haber parado a comer antes de llegar aquí, por suerte hay una especie de bar en la entrada a las ruinas donde sirven porciones de pizza. Fue suficiente para recuperar fuerzas. Santi ya empezaba a estar un poco harto de tanto templo y tanta piedra, menos mal que para esa noche teníamos reservado un hotel con toboganes que le iba a gustar.
Después de comer, sacamos los tickets y fuimos a ver el templo. Desde el bar hay que caminar como 100 metros para llegar a él. Para información sobre horarios y precio, podéis mirar aquí, en la web del parque arqueológico de Segesta.
La verdad es que la visión del templo, según te acercas, es impresionante, realmente bello. No en vano, es uno de los templos griegos mejor conservados del mundo, junto al Hefestión de Atenas, los templos de Paestum y los templos de Agrigento.
Este templo, levantado entre los años 430 y 420 a.C., es todo un misterio en la historia de la Grecia clásica. Por una parte, se sabe que nunca fue terminado, por alguna razón, se detuvo su construcción y nunca se reinició. Prueba de ello es que las columnas no tienen las estrías típicas, que sí pudimos ver en Selinunte y Agrigento. Esas acanaladuras se tallaban una vez las columnas estaban completas.
Tampoco hay pruebas de que haya tenido nunca techo, ni ningún resto de cimentación o muros de la cella, que es la habitación que había en el interior del templo, donde se guardaba la estatua de la divinidad a la que estaba dedicado el templo.
Por otra parte, lo que sí se levantó, el esqueleto que podemos ver en la actualidad, ha sobrevivido hasta nuestros días en perfecto estado. Este templo no ha sido reconstruído a partir de los restos encontrados, como ha pasado en Selinunte o algunos de Agrigento. Lo que podemos ver, es completamente original. Por una parte, en las fotos se puede ver que el tipo de piedra es de mejor calidad que la utilizada en los otros dos sitios (caliza en este caso, en vez de arenisca), más resistente a la erosión. Para mi gusto, es un tipo de piedra más bonita que la arenisca ocre de los templos de Selinunte y Agrigento. Pero aún así es un misterio que nunca haya sido saqueado ni usado como cantera.
Quizá fue debido a que, al no ser terminado, nunca fue consagrado, y por lo tanto no tenía sentido profanarlo. Por otra parte, la ciudad de Segesta está en pleno monte, un lugar agreste donde podía tener menos sentido querer aprovechar la piedra para otros usos. También está el tema de los terremotos, que en Sicilia ha habido unos cuantos en los últimos 2500 años. Es posible que la construcción sea más sólida que otros templos de Selinunte o Agrigento, y que el terreno, al ser más montañoso, sea más estable, y eso le ha permitido sobrevivir a todos ellos, no como en otras partes de Sicilia, que se sabe que los terremotos afectaron mucho más. Y claro, es más fácil aprovechar las piedras de un templo derrumbado, que de otro que está indemne, y además está en la montaña.
Posiblemente ha sido una suma de todas esas cosas lo que ha permitido que hoy podamos contemplar esta maravilla. Lo curioso es que del resto de la ciudad, salvo del teatro, no queda nada. Lamentablemente no se puede acceder a su interior, cosa un poco absurda, así que lo rodeamos dando un paseo, admirándolo desde sus cuatro esquinas.
La ciudad de Segesta, a diferencia de Selinunte o Agrigento, no fue fundada por colonos griegos, era una ciudad más antigua fundada por un pueblo indígena de Sicilia llamado los élimos. Con el tiempo, absorbió la cultura griega y fue helenizada, como lo prueba el templo dórico que acabamos de visitar, o el teatro que también se conserva.
El caso es que esta ciudad y Selinunte, situada solo a 50 km, se tenían un odio ancestral. Vivían en el conflicto permanente, y por lo que parece la una deseaba por encima de todo la destrucción de la otra. Desde el año 590 a.C se tienen noticias de guerras entre estas dos ciudades, que buscaban alianzas con otras con el fin de doblegar y destruír a su enemiga. Al final, de eso se aprovecharon los cartagineses, que querían controlar toda la isla de Sicilia, y sellaron una alianza con Segesta a cambio de que ésta se sometiera a la autoridad de Cartago.
El resultado fue que con la excusa de esa alianza, los cartagineses acabaron destruyendo tanto Selinunte como Akragas (Agrigento), estableciendo su autoridad en casi toda Sicilia.
Aquí en Segesta hay otro monumento que merece la pena visitar, el teatro, que tiene buen grado de conservación. Pero no está al lado del templo, hay que dar un paseo de un km aproximadamente para llegar hasta él. Lamentablemente, no teníamos tiempo, ya que queríamos llegar al hotel con tiempo para poder disfrutar de los toboganes acuáticos que le habíamos prometido a Santi, que se lo merecía después de haber aguantado una sucesión interminable de templos griegos durante los dos últimos días.
Abajo podéis ver una foto del templo de 1888, así como un par de ilustraciones de principios o mediados del siglo XIX, y otra ilustración del teatro de esa misma época. El estado del templo es básicamente el mismo que hoy en día.
De esta manera, pusimos rumbo al hotel Citta del Mare, del que nos separaban 30 minutos de coche. Lo reservamos por booking, y nos salió sólo por 80 euros la noche con desayuno. Un fantástico precio para lo buen hotel que era.
Más que hotel, es un resort, con grandes jardines, varias piscinas, y sobre todo una sucesión de toboganes que van a dar al mismo mar. Una auténtica pasada. Aquí abajo podéis ver unas fotos, la verdad es que pasamos un par de horas realmente divertidas.
Una vez que cerraron los toboganes, bajamos al acceso al mar que hay al lado. Es una zona rocosa, pero hay escalerillas para acceder cómodamente al agua. Y luego, un último baño en la mega piscina olímpica del hotel, con unas vistas panorámicas perfectas sobre la puesta de sol. Allí estuvimos hasta que se escondió completamente.
Esta parte del día, sin duda le gustó a Santi mucho más que todos los templos anteriores, y no es para menos. Fueron unas horas realmente divertidas. De hecho, muchas veces lo recordamos, y aunque aún no lo hemos cumplido (Agosto de 2025), tenemos la firme convicción de volver a este hotel algún día.
Fuimos a nuestra habitación a ducharnos, y luego a cenar. El resort tiene varios restaurantes, y fuimos a una pizzería que está en los jardines, con una bonita terraza, donde tenían su propio horno para hacer las pizzas. Ni que decir tiene que cenamos de lujo.
Al día siguiente se acababa nuestro viaje a Sicilia, teníamos que madrugar para ir hasta el aeropuerto de Palermo y devolver el coche de alquiler. Nuestro vuelo con Ryanair salía a las 9:40.
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