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Tesalónica


Fecha del viaje: Agosto de 2025

El día anterior lo habíamos terminado en el parque nacional Pirin, en Bulgaria, y allí habíamos pasado la noche en un hotel junto a las montañas. Podéis leer aquí el relato de nuestra visita al monasterio de Troyan y el parque nacional Pirin.

Recomendaciones importantes

  • No os perdáis ver el atardecer sobre el mar desde lo alto de la torre blanca.
  • Si solo pudiéseis ver un par de monumentos de la ciudad, yo escogería el mausoleo de Galerio y la iglesia de San Demetrio. Aunque la de Hagia Sofia también me parece imprescindible.
  • Tesalónica es una ciudad calurosa en verano, como cualquier otra del Mediterráneo. Lo bueno es que muchas de las iglesias bizantinas y la torre blanca abren hasta tarde, las 7 u 8 de la tarde. Aprovechad también las primeras horas del día, que hace menos calor y hay menos gente en todos sitios.
  • No esperéis ver una ciudad con un casco histórico al uso, de calles empedradas y edificios medievales. Debido al incendio de 1917 carece de eso completamente, pero aún así es una ciudad que merece la pena por sus iglesias romano-bizantinas, que son únicas en el mundo, sólo comparables a las de Estambul o Rávena.

Después de un desayuno bastante regular en nuestro hotel de Pirin, pusimos rumbo a Tesalónica, en Grecia. Llevábamos siete días recorriendo Bulgaria, y era hora de continuar nuestro viaje por tierras griegas. Ese día la ruta nos llevaba hasta Tesalónica, que estaba a unas dos horas y media de camino.

Al ser dos paises de la Unión Europea, pasamos la frontera sin detenernos. Al entrar en Grecia vemos dos buenas cordilleras en el horizonte. Una de ellas, hacia la izquierda, es la del monte Olimpo, el pico más alto de Grecia (y morada de los dioses) y el segundo de todos los balcanes, por detrás del pico Musala que ya visitamos días atrás en el parque nacional Rila.

Un poco antes de llegar a la gran ciudad, ya prácticamente a las afueras, hacemos una breve parada en una antigua tumba macedonia, la tumba de Macridy Bey. Se puede aparcar bien junto a la propia tumba. La entrada es gratuita. Es una tumba similar a las tumbas tracias que vimos en Bulgaria, tiene un largo pasillo que lleva hasta la cámara funeraria, y todo ello escondido bajo un túmulo de tierra. Una lástima que no se permite la entrada a la cámara, puedes recorrer el pasillo y asomarte al interior de la cámara, pero sin entrar. Abajo podéis ver unas fotos.

Arriba a la derecha podéis ver el sarcófago en el interior de la cámara funeraria, y restos del estuco original de color rojo. Esta tumba es del siglo IV a.C., y fue descubierta en 1910 por el arqueólogo Théodore Macridy Bey, de quien toma el nombre. Se cree que perteneció a un aristócrata macedonio de alto rango, aunque no se hallaron restos identificables ni inscripciones que revelen su identidad.

Una vez vista la tumba, vuelta al coche. Fue una visita rápida, es un sitio pequeño y además no había nadie más, debe ser un sitio muy poco conocido. Entramos en la ciudad, que es bastante grande. De hecho, es la segunda ciudad más grande de Grecia, después de Atenas (también fue en su día la segunda mayor ciudad del imperio bizantino, detrás de Constantinopla). Siguiendo el gps, llegamos sin problema al centro, y encontramos el edificio donde estaba nuestro apartamento, y el parking que nos había recomendado nuestro anfitrión, que estaba justo enfrente.

En esta ocasión no nos alojábamos en un hotel, sino en un apartamento, reservado igualmente por booking. Queríamos un alojamiento muy céntrico, eso lo teníamos claro, y buscando por booking vimos un apartamento muy amplio, que estaba bien de precio, y además tenía una enorme bañera de hidromasaje (a Inés le encantan). La verdad es que fue una elección estupenda, la mejor posible. Dejamos el coche en un parking subterráneo de pago que estaba justo enfrente de nuestro apartamento, en la misma calle. Estábamos junto a la plaza de Aristóteles, a dos minutos como mucho del mar. La entrada al apartamento es con llave en cajita de seguridad, así que fue fácil y rápido acceder a él.

En realidad lo primero que hicimos nada más aparcar, fue dejar las maletas en el coche y salir a la calle a buscar un sitio para comer, que ya era hora. Lo encontramos rápido, en la misma plaza de Aristóteles, hay varios restaurantes con terraza. Una vez comidos, fuimos a por las maletas y nos instalamos en el apartamento, que estaba genial. Como eran sólo las tres de la tarde y hacía calor, decidimos descansar un par de horas antes de salir a recorrer la ciudad. Patri y yo nos pegamos una buena siesta, mientras Inés estrenaba la bañera de hidromasaje y se daba un buen baño, para ella era casi una piscina.

El apartamento se llama "Luxury Living Apartments and Spa", y nos salió por sólo 88 euros una noche (sin desayuno, ya que es un apartamento). Si quieres reservarlo, puedes hacerlo desde nuestro enlace para obtener el mejor precio posible, aquí. Si quieres mirar más alojamientos, en nuestra página de descuentos tienes acceso a nuestro enlace a Booking, y también descuentos en coches de alquiler, seguros, etc. Tu puedes conseguir un muy buen precio, y a nosotros nos ayuda mucho.

Después de ese rato de relax, que a todos nos vino muy bien, salimos a la calle dispuestos a ver todas las iglesias bizantinas que nos diera tiempo a ver. Como decía antes, Tesalónica fue la segunda ciudad más importante del imperio bizantino detrás de su capital, la gran Constantinopla. Eso le ha dejado un legado arquitectónico de esa época digno de ser declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1988. Así que, salimos a la calle, dispuestos a empezar por la que a priori era la más espectacular de todas, aunque también la más lejana (un paseo de 12 a 15 minutos), la iglesia de San Demetrio, patrón de Tesalónica.

Abajo podéis ver un plano de la ciudad, en el que he marcado las iglesias y monumentos que visitamos con un círculo rojo (no son todas las declaradas Patrimonio de la Humanidad, aún hay más), así como nuestro alojamiento con otro círculo rojo y una flecha. Como podéis ver, mejor situado, imposible. Hay un monumento que visitamos al día siguiente que no está marcado en el mapa por que está a las afueras de la ciudad, la antigua fortaleza y murallas bizantinas.

Como podéis ver en el mapa, la iglesia de San Demetrio es la que está más lejos del mar. Para llegar hasta ella hay que atravesar una amplia zona verde donde están los restos del foro romano de la ciudad. Abajo podéis ver un par de fotos, no ha quedado gran cosa, la verdad. La foto de abajo a la izquierda es de los restos de una fuente monumental romana. Podéis ver lo que ha subido el nivel del suelo desde esa época. La otra foto es de los restos del foro.

Y llegamos a la espectacular iglesia de San Demetrio, la iglesia más importante de la ciudad desde hace casi 1400 años. Para ponernos en situación, San Demetrio, nacido aquí en Tesalónica, fue un importante militar romano que se convirtió al cristianismo en una época, el siglo III, en que los emperadores Diocleciano y Maximino comenzaron las persecuciones más intensas de cristianos en toda la historia del cristianismo. Además, incluso predicaba el evangelio entre sus propios soldados, consiguiendo algunas conversiones. Eso no podía acabar bien para él, y acabó siendo detenido y ejecutado en el año 306 d.C. sin más miramientos, al parecer en unas termas romanas.

Unas cuantas décadas después, cuando el cristianismo ya era religión oficial del imperio romano, se levantó una primitiva iglesia cristiana sobre los restos de los baños romanos donde Demetrio fue martirizado. La iglesia sufrió varios incendios, y finalmente fue reconstruida entre los años 629-634 erigiéndose una gran construcción de cinco naves, que es, a grandes rasgos, la que podemos contemplar hoy en día, y la que podéis ver en las fotos de abajo. Es realmente grande para ser tan antigua.

Viendo la foto de la fachada de arriba quizá penséis que se ve como muy nueva para tener 1400 años. En realidad la iglesia tuvo que ser rehabilitada en gran parte, sobre todo los tejados, debido al gran incendio que asoló la ciudad en 1917. Ese incendio es el culpable de que Tesalónica hoy día no tenga centro histórico como tal, son todo edificaciones nuevas, salvo los monumentos bizantinos que fueron debidamente rehabilitados. Abajo, fotos en el interior de la iglesia. Aún se conservan algunos de los mosaicos originales del siglo VII, gracias a que estuvieron tapados con yeso cuando los otomanos la convirtieron en mezquita en el siglo XV.

Arriba a la derecha, Inés poniendo sus velitas y pidiendo sus deseos. En cuanto entra en una iglesia, da igual los siglos que tenga, siempre busca lo primero el rincón de las velas. Esta iglesia, como podéis ver, es muy bonita, pero lo mejor está aún por ver.

Después de la rehabilitación que hubo que hacer por el incendio devastador de 1917, se excavaron los restos de las antiguas termas romanas, y la primitiva iglesia del siglo IV, sobre los que se construyó la iglesia actual en el siglo VII. Hay que bajar por una estrecha escalerilla, y accedes a un extenso inframundo lleno de sorpresas, no tenéis más que ver las fotos de abajo...

Esto que veis, era la antigua iglesia del siglo IV, una de las iglesias más antiguas del mundo. Al subir el nivel del suelo, se convirtió en la cripta subterránea de la iglesia actual que vimos antes arriba. Estas salas estuvieron llenas de escombros hasta su excavación a partir de 1917, y en las diferentes salas se pueden ver columnas, capiteles y todo tipo de restos recuperados de esa primitiva iglesia.

Abajo podéis ver la parte más espectacular y sagrada de esta cripta, el martyrion de San Demetrio. El espacio central que aparece con columnas y arcos de mármol corresponde al baldaquino erigido sobre el lugar donde, según la tradición, fue martirizado San Demetrio. El muro de fondo conserva fábricas de ladrillo bizantinas y restos de estructuras romanas más antiguas (probablemente parte del baño o cisterna donde ocurrió el martirio).

Este es el corazón más antiguo y sagrado de toda la basílica, el lugar donde se cree que reposaban las reliquias del patrón de la ciudad.

Esta visita nos gustó mucho, especialmente la parte de la cripta subterránea. Desde allí bajamos al parque donde están los restos del foro. Antes al subir habíamos visto una frutería que tenía muy buena pinta, y ahora volvimos a pasar por ella y nos compramos algo de fruta, unos melocotones e higos, a mitad de precio que en España, pero el doble de buenos. Nos sentamos en un banco del parque a disfrutar de esa inesperada merienda.

Después de ese descanso, fuimos a por la siguiente iglesia, la de Acheiropoietos, que estaba a dos pasos de allí. Esta es otra iglesia bizantina del siglo V (construída entre los años 450 y 470 d.C.), una de las más antiguas del mundo que sigue en uso desde su construcción. Esta aguantó mejor el incendio de 1917 que la de San Demetrio, necesitó menos restauración. Abajo tenéis unas fotos de su estructura exterior de ladrillo. Fue convertida en mezquita en 1430 después de la conquista otomana, y así permaneció hasta que Tesalónica se incorporó a Grecia en 1912.

El interior es espectacular. Las columnas interiores son de mármol de Proconeso, con capiteles corintios tallados con gran delicadeza. Arriba a la derecha, Inés pidiendo más deseos y poniendo más velas, notad en esta foto el suelo original de mármol del siglo V que aún se conserva. En las fotos de abajo, el vestíbulo de entrada (nártex), que con dos enormes columnas de mármol da paso a la nave principal.

Aquí abajo, detalle de las columnas y capiteles que forman los muros que separan las tres naves. Es todo original del siglo V, de hecho, en la parte interior de los arcos aún se conservan los mosaicos originales. En la parte superior de los muros, encima de los arcos, hay zonas que están enfoscadas de diferente color, más oscuro. Eso es por que ahí debajo hay pinturas al fresco originales, que están tapadas para protegerlas.

Y muy cerca de esta iglesia, estaba la tercera y última que íbamos a ver ese día, la de Hagia Sofia. En este lugar hubo una iglesia más antigua, del siglo V, destruida posiblemente por un terremoto. A finales del siglo VII o comienzos del VIII se levantó la iglesia que se puede ver actualmente, que a pesar del incendio de 1917 se ha conservado muy bien.

El nombre “Hagia Sofía” (Santa Sabiduría) alude a la Gran Iglesia de Constantinopla del mismo nombre, de la que es una especie de versión reducida provincial. Ese nombre no se refiere a una santa en particular, Sofia significa "sabiduría", y es por tanto una iglesia dedicada a la santa sabiduría. Tras la conquista otomana (1430), fue convertida en mezquita, como las anteriores iglesias.

Una vez dentro, entiendes lo del nombre de "Hagia Sofia" (para los que hayan estado en Estambul). La estructura de la iglesia es realmente muy parecida, pero en pequeño, a la de la gran iglesia (mezquita hoy día) de Santa Sofia en Estambul. Tiene una gran cúpula central apoyada sobre pechinas, es lo que más llama la atención. Además, tiene un nártex (vestíbulo de entrada), y tres naves separadas por columnas y tribunas superiores (galerías) sobre los laterales. No pudimos recorrerla todo lo que nos gustaría, por que justo estaba empezando una misa. Tanto los mosaicos de la cúpula como el del ábside son del siglo IX, posteriores a la construcción de la iglesia.

Cuando salimos de esta iglesia, ya estaba cercano el atardecer, así que decidimos que el último monumento del día sería la torre blanca, para ver desde allí el atardecer. El plan original era ir a ver en ese momento el principal monumento romano de la ciudad, el mausoleo de Galerio, pero decidimos dejar eso para el día siguiente. Fue una decisión acertada, si visitas Tesalónica no puedes perderte ver el atardecer sobre el mar desde lo alto de la torre blanca, no tenéis más que ver las fotos de abajo. Las entradas nos costaron 12 euros por los tres.

Esta torre es el único de los monumentos que visitamos que no es bizantino, sino otomano. Fue construída a mediados del siglo XV, después de la conquista otomana de la ciudad (muy posiblemente sobre cimientos de una torre bizantina anterior). Tuvo funciones defensivas, como baluarte de la muralla que por entonces rodeaba toda la ciudad. Abajo podéis ver una ilustración de cómo era la ciudad en el siglo XIX, donde se puede ver la torre y cómo una muralla que ya no existe rodeaba por completo la ciudad. En la esquina superior derecha se puede ver la fortaleza que visitaríamos al día siguiente.

Tiene 34 metros de altura, y con el tiempo se convirtió en prisión. En esa época se le llamaba "la torre roja", ya que sus muros estaban manchados de sangre por las ejecuciones que se hacían junto a ella. A finales del siglo XIX se encaló, y pasó a llamarse "la torre blanca". Ahora vuelve a tener el aspecto original de piedra vista (pero sin sangre). Para subir a lo alto, se hace por una amplia rampa helicoidal, como podéis ver en la foto de abajo.

A esa hora, el sol ilumina completamente la fachada de la torre, dándole un aspecto dorado muy bonito. Una vez bajamos, dimos un paseo por la ribera marítima, disfrutando de la puesta de sol. Incluso nos sentamos en una terraza a tomar algo, hasta que el sol se ocultó por detrás del Mediterráneo.

Desde la terraza, ya sin sol, buscamos un sitio para cenar, y lo encontramos muy cerca de allí. Junto a la torre, cruzando la avenida tierra adentro, había dos o tres restaurantes con terraza que tenían buena pinta y nos sentamos en uno de ellos. Fue una fantástica elección, ya que tomamos una cena a base de pescado (incluyendo unas sardinas asadas buenísimas) y pagamos sólo 38 euros en total. Y desde allí, un tranquilo paseo hasta nuestro apartamento.

Al día siguiente, nos levantamos temprano, y salimos a la calle a buscar un sitio para desayunar, eso lo primero. Fuimos caminando hacia la iglesia de Hagia Sofia, ya que queríamos verla de nuevo. Por el camino encontramos un sitio ideal, donde desayunamos unos buenos huevos fritos y un zumo de naranja natural, ya muy cerca de la iglesia (26 euros en total por los tres). Cuando llegamos a Hagia Sofia nos llevamos un buen chasco... había un funeral, y estaba la explanada de entrada llena de gente, incluyendo un montón de coronas de flores y el coche fúnebre. No era momento para hacer turismo allí... menos mal que la vimos el día anterior.

Así que nos encaminamos hacia el siguiente hito de la mañana, y en realidad el principal de la estancia en Tesalónica: el mausoleo del emperador Galerio. Poco antes del mausoleo, llegamos al arco de Galerio, o lo que queda de él. Este emperador mandó construír un extenso complejo que incluía un arco triunfal, que podéis ver en las fotos de abajo, un palacio real, y otro edificio que se piensa que su finalidad era servir de mausoleo al emperador cuando muriese, que es el que ha llegado hasta nuestros días. Abajo podéis ver fotos del arco, que ha conservado parte de los paneles de mármol que lo cubrían.

Y desde el arco, ya se puede ver el espectacular edificio del mausoleo, llamado normalmente "La rotonda de Galerio" por su forma cilíndrica. Hay un camino muy chulo, que discurre por una zona ajardinada, que lleva directamente desde el arco al mausoleo, siguiendo la posible calzada monumental que en su día recorría este camino.

Y llegamos hasta el edificio. Resulta espléndido, grandioso. Estuvimos un rato admirándolo desde fuera, antes de entrar. Hay una zona ajardinada desde donde hay muy buenas vistas del edificio, que está completamente conservado, y eso que tiene más de 1700 años (fue construído en el año 306 d.C.). Una de las razones de que haya aguantado a todos los incendios, terremotos (incluyendo el último devastador de 1978) y guerras, es que tiene unos muros de ladrillo de seis metros de espesor. Tenían claro que querían hacer algo que perdurara en el tiempo.

El precio de las entradas fue de 20 euros por los tres. Un poco caro nos pareció (sobre todo teniendo en cuenta que hasta ese momento todas las visitas habían sido gratis en Tesalónica). Si por fuera el edificio resulta grandioso, por dentro lo es más aún, con esa increíble cúpula que recuerda a la del panteón de Roma.

¡Y estábamos solos! Eso sí que fue un regalo, aunque no duró mucho, en pocos minutos llegaron más turistas, pero pocos en realidad, pocos teniendo en cuenta que estamos en uno de los edificios romanos mejor conservados del mundo. Todo lo que vemos allí, es tal y como se estaba hace 1700 años, es original. Naturalmente, en su época, las paredes no estarían con ladrillo visto como ahora, sino revestidas con mármol o estuco.

Todo aficionado a la civilización romana debería visitar Tesalónica aunque sólo sea para ver este edificio. Si hicésemos una lista de los diez edificios mejor conservados del mundo romano, éste sin duda estaría en la lista. Parece lógico pensar que su función original era la de servir de mausoleo a Galerio, aunque el cuerpo de Galerio nunca descansó aquí.

Galerio fue uno de los tetrarcas designados por Diocleciano. Gobernaba la parte oriental del Imperio con capital en Thessalonica (Tesalónica) y Serdica (actual Sofía). Fue un militar duro, de origen campesino, nacido en una pequeña ciudad de la actual Serbia. Galerio fue el principal instigador de la Gran Persecución (303–311), el intento más intenso y decidido del Imperio romano por erradicar el cristianismo. Diocleciano firmó los decretos (que es a quien históricamente se adjudica esa persecución), pero Galerio fue quien realmente los impulsó y los ejecutó con rigor, especialmente en Oriente.

Tras abdicar Diocleciano en 305 y retirarse al palacio que se construyó en Split (podéis leer aquí el relato sobre nuestra visita al palacio real de Diocleciano en Split), Galerio se convirtió en Augusto del Este, con capital en Serdica y luego en su nuevo palacio de Romuliana (Gamzigrad, Serbia) que se hizo construír, un poco imitando a Diocleciano. En este palacio también se construyó otro mausoleo, que es junto a los resto de su palacio, Patrimonio de la Humanidad también. No está tan bien conservado como éste de Tesalónica.

En los últimos años de su vida (310–311), sufrió una enfermedad espantosa que los autores antiguos describen con detalles horripilantes atribuyéndolo a un castigo divino por su persecución de los cristianos. Lactancio, un autor contemporáneo a Galerio, escribía “Su cuerpo se cubrió de úlceras purulentas, la carne se descomponía, y gusanos salían de su cuerpo mientras aún vivía.”. Se piensa que pudo haber sido algún tipo de gangrena.

Poco antes de morir, Galerio, desesperado por su enfermedad y quizás pensando que el dios de los cristianos pudiese tener algo que ver, revocó la persecución. Emitió en Serdica (Sofía) el Edicto de Tolerancia del año 311, que decía “Permitimos a los cristianos que existan nuevamente y celebren sus asambleas, siempre que no alteren el orden.”. Este edicto fue el primer reconocimiento oficial de la religión cristiana en el Imperio, dos años antes del famoso Edicto de Milán de Constantino (313). Murió poco después, en su palacio de Serbia, y sus restos nunca fueron trasladados al gran mausoleo de Tesalónica, que por otra parte fue convertido en iglesia cristiana unas décadas después, ya con el cristianismo como religión oficial del imperio romano. Si Diocleciano y Galerio levantaran la cabeza y pudieran ver sus dos mausoleos convertidos en iglesias...

El mausoleo fue transformado en iglesia en el siglo IV por orden del emperador Constantino I, dedicada a San Jorge. En ese momento se hicieron algunas transformaciones en el edificio, añadiendo el ábside que podéis ver en las fotos superiores, y sustituyendo parte de la decoración interior por mosaicos de temática religiosa, parte de los cuales se han conservado hasta hoy, como podéis ver en las fotos de abajo.

Igual que ocurrió con el resto de iglesias bizantinas de Tesalónica, ésta también fue convertida en mezquita con la conquista otomana, y se le añadió un minarete, como era habitual. Se mantuvo como mezquita hasta 1912, cuando los griegos reconquistaron la ciudad durante la Primera Guerra de los Balcanes. Fue entonces reconsagrada como iglesia, pero el minarete no fue demolido, siendo el único que se conserva íntegro en toda la ciudad.

Y acabada la visita, volvimos al apartamento a recoger el equipaje para continuar nuestro viaje. Antes, nos asomamos al recinto del palacio de Galerio, que está muy cerca del arco triunfal. Como podéis ver en las fotos de abajo, no está ni de lejos tan bien conservado como su mausoleo.

Ya en el coche, aún hicimos otra visita más en Tesalónica. Paramos en las afueras, sobre la colina desde la que se ve toda la ciudad, para ver la antigua fortaleza bizantina, que también está incluída en la lista de monumentos Patrimonio de la Humanidad de la ciudad.

Esta fortaleza se llama Heptapyrgion, por las siete torres que tiene. Las murallas originales se remontan a finales del siglo IV d. C., probablemente construidas durante el reinado de Teodosio I. La fortaleza superior, el Heptapyrgion, se añadió en época bizantina tardía, probablemente entre los siglos IX y XII, para proteger la acrópolis.

Después de la conquista otomana fue reutilizada y modificada como residencia del comandante militar y prisión. La fortaleza se mantuvo como prisión de alta seguridad hasta 1989, una de las más temidas de Grecia, célebre por su uso durante la ocupación nazi, la guerra civil y la dictadura de los coroneles.

La entrada nos costó 20 euros en total por los tres. La visita transcurre primero por la zona baja, donde están las antiguas celdas e instalaciones de cuando funcionaba como prisión, como podéis ver en estas fotos.

Una vez vista esa parte, subimos hacia el camino de ronda de las murallas, que rodean por completo lo que era la prisión, y pasa por cada una de las torres. Desde aquí hay vistas muy amplias hacia todas partes.

Y con esto dimos por terminada nuestra visita a Tesalónica, que en realidad había sido de un día completo. Para ver los monumentos romano-bizantinos, un día entero es suficiente, pero si también quieres visitar las demás iglesias tardo-bizantinas de los siglos XIII y XIV, que son como seis o siete, haría falta al menos medio día más o incluso otro día completo adicional.

Desde la fortaleza, nos despedimos de Tesalónica y pusimos rumbo a unos baños termales maravillosos, perdidos en una zona boscosa próxima a la frontera con Macedonia del Norte. Podéis leer aquí el relato de nuestra visita a los baños Pozar baths y la cascada de Edessa.


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