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Veliko Tarnovo


Fecha del viaje: Agosto de 2025

Por la mañana habíamos estado visitando las tumbas tracias de Kazanlak y el Valle de los reyes tracios, en Shipka. Después de comer pusimos rumbo a Tryavna, a una hora de distancia, donde hicimos una parada para dar un paseo por este bonito pueblo. Podéis leer aquí el relato de nuestra visita a Tryavna. Después, ya con el Sol prácticamente oculto, pusimos rumbo a Veliko Tarnovo, a 50 minutos de distancia, donde llegamos aún con algo de luz.

Recomendaciones importantes

  • Veliko Tarnovo es una ciudad grande, mejor dormir dentro del centro histórico, y particularmente cerca de la fortaleza de Tsarevets. El aparcamiento puede ser un problema si tu hotel no dispone de él. Nuestro hotel tenía algunas plazas reservadas, y si eso está completo, hay sitio disponible junto al rio, a unos 400 - 500 metros.
  • Si vas a ir en verano, hará calor. Mejor visitar la fortaleza a primera hora, cuando abran, como hicimos nosotros. Pasarás menos calor especialmente al principio, cuando el camino es de subida, y además lo verás con menos gente.
  • Tienes que acercarte al pueblo de Arbanasi, a menos de 5 km, a visitar la iglesia de la Natividad, la capilla sixtina de Bulgaria. No suele venir en las guias, pero a mi me parece una visita imprescindible.

Nuestro hotel estaba en pleno centro histórico de Veliko. De hecho, es el hotel más cercano a la antigua fortaleza medieval. Se trata del Tsarevets Boutique Hotel & Spa. Un hotelazo con un precio muy bueno, ya que la noche con desayuno y acceso al spa nos salió por 91 euros. El hotel tiene unas plazas de aparcamiento en la calle (del orden de 10 o 12), justo enfrente de la puerta, que son gratuitas y no se pueden reservar. Como es normal, cuando llegamos no había ninguna libre. Lógico. Y eso es un problema estando en pleno centro de Veliko.

No había ningún parking de pago que estuviese justo al lado, así que por consejo de la recepcionista, dejé a Patri e Inés con las maletas, y me metí por una calle adoquinada en fuerte pendiente hacia abajo, hacia el rio. Al final de esa calle, hay sitio para aparcar. No está lejos del hotel, serán 400 o 500 metros, lo malo es que es una cuesta bastante empinada.

Cuando llego al hotel, Patri ya ha hecho el checking y está en la habitación, y resulta que el spa cierra a las 21:00, lo cual quiere decir que tenemos una hora para disfrutarlo y relajarnos. Perfecto, nos ponemos los bañadores y para allá que nos vamos. Abajo podéis ver un par de fotos. Es pequeñito, pero está muy bien montado, y el agua está a unos muy agradables 36 grados.

Después del spa, ducha en la habitación, y a buscar un sitio para cenar. Fuimos a un sitio que nos recomendaron, para el que había que dar un buen paseo, caminando en dirección contraria a la fortaleza, hacia lo que sería el casco histórico de Veliko. La verdad es que lo que vimos de Veliko en ese paseo no nos gustó mucho. La calle principal tenía un tráfico endemoniado, y había muchísima gente en la calle, como si toda la fiesta de Bulgaria se concentrase en esta ciudad.

Cenamos bien, era un sitio chulo, y salió por 57 euros los tres. Para la vuelta, tratamos de evitar en lo posible la calle principal, que aun a esas horas era un hervidero de gente, e intentamos callejear por calles paralelas. A la altura del museo de las ilusiones, nos metimos por una callejuela, y fuimos ya todo el tiempo encadenando una con la siguiente. Era mucho más tranquilo, y más bonito también, aunque no nos pareció que fuese la leche, para ser el casco histórico de Veliko Tarnovo. Pasamos junto al museo arqueológico, que es posiblemente el edificio más bonito de esa zona, y al poco llegamos a nuestro hotel, donde nos habíamos ganado un merecido descanso.

Día 6

Desayunamos en el hotel, que fue un desayuno simplemente correcto para lo que espera uno de un hotel de esa categoría, y dejamos el equipaje en recepción para venir a buscarlo más tarde. Nuestro objetivo era la fortaleza medieval de Veliko Tarnovo, que la teníamos justo al lado, a unos 100 metros del hotel.

Abajo a la izquierda podéis ver un plano de la fortaleza que íbamos a visitar. El rio Yantra hace un meandro muy cerrado, de forma que aisla una gran porción de tierra como si fuese una península unida a tierra por un estrecho pasillo. Un lugar fácilmente defendible, ideal para construir una fortaleza. Y ahí, en ese estrecho pasillo, donde está la entrada a la fortaleza, es justo donde nos encontrábamos.

Arriba a la derecha, junto a la estatua del león que marca la entrada de la fortaleza, mirando hacia la ciudad. En las fotos de abajo, en ese mismo punto pero mirando hacia el lado contrario, hacia la fortaleza. Aún era temprano y había poca gente, así que pudimos sacar unas fotos muy chulas en la entrada a la fortaleza, que es quizá la parte más espectacular, como podéis ver abajo.

Las entradas nos costaron 10 euros en total por los tres. Desde la escultura del león, vas subiendo por la calle que trepa hacia la colina donde está la iglesia, pasando por varias puertas que guardaban la fortaleza. Al principio es más o menos llano, pero poco a poco el camino se va empinando.

Una vez hemos entrado en la fortaleza, ya hemos ganado bastante altura, y empieza a haber buenas vistas de la ciudad de Veliko Tarnovo. Abajo a la derecha, una vista de la zona histórica que está junto a la entrada a la fortaleza. He marcado con un círculo rojo nuestro hotel, que como podéis ver está muy bien situado.

Abajo podéis ver dos fotos del exterior del hotel, su ubicación es realmente buena, en la parte más bonita de la ciudad. En la de la izquierda, se ven las plazas de aparcamiento reservadas que os comentaba antes (si tenéis suerte, aparcaréis en la misma puerta). En la de la derecha, que es una vista aérea, en la parte derecha de la foto, que se ven unos coches, ahí empieza la calle adoquinada al final de la cual hay sitio para aparcar. Si quieres reservarlo, puedes hacerlo desde nuestro enlace para obtener el mejor precio posible, aquí. Si quieres mirar más alojamientos, en nuestra página de descuentos tienes acceso a nuestro enlace a Booking, y también descuentos en coches de alquiler, seguros, etc. Tu puedes conseguir un muy buen precio, y a nosotros nos ayuda mucho.

Esta colina, como hemos dicho, era un lugar ideal para establecer una fortificación, por esa razón ha sido permanentemente ocupada ya desde los tracios, los romanos después, y los bizantinos por último. En el siglo XII se produjo la rebelión búlgara contra el dominio bizantino, que tuvo éxito, y el nuevo zar búlgaro escogió la fortaleza bizantina que estaba aquí como sede de su gobierno, el Segundo Imperio Búlgaro.

La colina Tsarevets fue la residencia real y el centro espiritual del reino durante dos siglos, desde el año 1187 hasta el 1393. Durante ese tiempo, se ampliaron las murallas (unos 3 km de longitud y hasta 10 metros de altura) y la fortaleza, y todo este recinto se convirtió en una auténtica ciudad, la nueva capital búlgara. Todo eso acabó en el año 1393, cuando después de un asedio de tres meses, Tsarevets cayó en manos del Imperio otomano, lo que marcó el fin del Segundo Imperio Búlgaro y dio comienzo a la dominación otomana hasta el año 1878.

Durante el asedio, la fortaleza y la iglesia fueron incendiadas y saqueadas. Después, el lugar quedó abandonado y se usó como cantera de materiales de construcción durante siglos. En la cima de la colina está la iglesia Patriarcal de la Ascensión de Cristo, que en realidad es una reconstrucción moderna de los años 80 del siglo XX, ya que la original estaba en completa ruina. Hasta allí subimos, que merece la pena por las vistas, pero la iglesia no tiene mucho que ver, la verdad.

Bajamos y nos dirigimos hacia lo que queda de la fortaleza. Hay un cartel con un dibujo de cómo debió ser en su época de esplendor, durante el segundo imperio búlgaro (foto de abajo a la izquierda). En las otras fotos podéis ver lo que queda en la actualidad, no mucho.

Arriba a la derecha, paseando por una de las antiguas calles del recinto. Como decía antes, esta colina protegida por el rio y las murallas, se convirtió en una auténtica ciudad medieval donde vivían toda clase de personas, incluyendo artesanos, herreros, etc. Aún quedan algunas calles, y las huellas de las casas y locales donde vivían y trabajaban.

Abajo, vistas de la colina de enfrente, también protegida por otro meandro del rio y que estaba igualmente fortificada. Como podéis ver en la foto con zoom, a la derecha, se han reconstruído a partir de las ruinas algunas de las torres de la antigua muralla,

Caminando ya hacia la salida, pasamos por una torre de vigilancia, completamente reconstruída. A su lado estaba una solitaria columna erguida, posiblemente único vestigio de algún antiguo edificio romano que estaba por aquí.

Decidimos subir a la torre, más que nada por las vistas, porque la torre en sí no tiene valor histórico alguno. En el piso superior hay algunas armas antiguas para que la gente se pueda hacer fotos divertidas, la verdad es que nos reimos un rato con eso. Si vais con niños, les hará olvidar por un momento la paliza a caminar que se están dando.

Y desde aquí, y ya cuesta abajo, desandamos el camino hasta llegar a la entrada de la fortaleza. Al final es un buen paseo, sobre todo al principio, que es bastante cuesta arriba. Inés ya empezaba a estar un poco harta de tanta piedra.

Una vez ya abajo, nos detuvimos junto a una maqueta de la fortaleza fundida en bronce que hay justo a la entrada, para pensar qué hacer ahora. El plan original era seguir en Veliko un par de horas más y comer por aquí antes de emprender ruta, pero la verdad es que desde el paseo de la noche anterior, y por lo que se veía desde la fortaleza, no parecía que el casco urbano fuera a mejorar ni siquiera a igualar lo que ya habíamos visto en otros pueblos/ciudades de Bulgaria en este viaje.

En esas estábamos, cuando se nos acercó un búlgaro que vio que éramos españoles, y él hablaba algo de español, y nos recomendó ir a un pueblo cercano, Arbanasi, donde está la iglesia de la Natividad, que según nos dijo tenía los mejores frescos de Bulgaria. Nos sorprendió, porque no lo había leído en ningún blog, pero decidimos hacerle caso, ya que vimos por Google que estaba a menos de 5 km de allí. Nos despedimos de él, y fuimos hasta el hotel a recoger nuestro equipaje, y de allí al coche, que era todo cuesta abajo.

Efectivamente, en 5 minutos de coche estábamos en Arbanasi, que es un pueblo pequeño en mitad del monte. Lo mejor es que aparquéis cuando os falten 300 o 400 metros para llegar a la iglesia, porque en mi caso el gps se volvió loco y empezó a meterme por auténticos caminos, no reconocía la callejuela donde estaba la iglesia como tal.

La iglesia por fuera no dice mucho la verdad (foto de abajo a la izquierda), no aparenta ni mucho menos la belleza que te vas a encontrar en su interior. Pagamos 6 euros en total por entrar. Una vez que estás dentro, es como entrar en otra dimensión, como si la puerta de la iglesia fuese un portal a otro mundo. Tanto paredes como techos están pintados al completo, sin dejar un sólo centímetro, no tenéis más que ver las fotos de abajo.

La iglesia fue construida originalmente en el siglo XVI, y luego ampliada en el siglo XVII. Todo el interior (paredes y bóvedas) está cubierto con frescos, más de 2.000 metros cuadrados de superficie decorada. Las pinturas se realizaron en varias etapas: en 1597, luego en 1632, 1638, 1643, 1649 y la última gran campaña en 1681.

Abajo podéis ver un par de fotos de la fachada principal de la iglesia, que es muy discreta. Posiblemente se deba a que al estar construída en época de dominación otomana, no convenía levantar iglesias que llamasen mucho la atención por fuera.

Desde aquí emprendimos ruta hacia el pueblo de Lovech, que estaba a 93 km de distancia, como una hora y viente minutos. Allí es donde íbamos a comer, además de dar una vuelta por el pueblo. Podéis leer aquí el relato de nuestra visita a Lovech.


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