
Cañón Fjardrarglljufur y parque nacional Skaftafell
Fecha del viaje: Julio de 2022
Podéis leer aquí el artículo de nuestro segundo día en Islandia, visitando las cascadas de Gullfoss, Seljalandsfoss y Skogafoss. Y por la tarde, el glaciar Sólheimajökull, los acantilados Dyrholaey y la playa negra de Vik.
Recomendaciones importantes
- La cascada Svartifoss es un imprescindible del viaje a Islandia. Al contrario que las demás, que están prácticamente a pie de carretera o como mucho 5 minutos caminando, para llegar a ésta hay que caminar 2 km por un sendero en un entorno montañoso muy bonito.
- Llegad con tiempo al parque nacional de Skaftafell, a ser posible por la mañana o justo después de comer. Además de la ruta a Svartifoss, hay una gran variedad de rutas que se pueden hacer en ese parque, incluyendo la que hicimos nosotros al glaciar Skaftafellsjökull.
- En esta web oficial podéis encontrar información sobre el parque nacional (rutas, alojamiento, etc.)
Día 3
No hay como empezar un nuevo día con un buen desayuno casero en una cabaña de madera en mitad de la nada, apenas un poco por debajo del círculo polar ártico. Embalamos todas nuestras cosas, y nos despedimos de nuestra cabaña, con ganas de seguir descubriendo maravillas en Islandia.
Cañón Fjardrarglljufur
Nuestra primera parada del día era el cañón Fjardrarglljufur, y para eso teníamos que retroceder como unos 16 km. Lo suyo habría sido dormir lo más cerca posible de este cañon, para no tener que retroceder ahora, pero es que no había ninguna cabaña en la zona. El tiempo había cambiado mucho, para peor, y estaba lloviznando cuando llegamos al parking del cañón, una lástima. Al llegar, como no llovía mucho, empezamos el camino que recorre el cañón por su parte superior.
Este cañón fue esculpido por la acción del río Fjaðrá durante miles de años, al erosionar las rocas volcánicas de la región. Durante la primavera y el verano, los musgos verdes y líquenes cubren las paredes rocosas, dando al cañón una apariencia casi mágica. Ahora con la lluvia está un poco deslucido, me temo.
El paseo va todo el tiempo por la parte superior del cañón, con algún que otro mirador para asomarte a su fondo. Lo más impactante del cañón no es tanto su profundidad, sino el contraste entre la roca volcánica negra y los musgos verde radiactivo.
Una vez llegas al último mirador, el camino se acaba y hay que volver por donde has venido. Cuando ya estábamos llegando al coche, empezó a llover un poco más fuerte, y según salíamos del parking, cayó un buen chaparrón. Hicimos unos cuantos kilómetros, y decidimos aprovechar que estaba lloviendo para parar a comer, aunque aún era pronto. Llevábamos dos días en Islandia y ya nos habíamos percatado de cómo funciona el tiempo aquí: Da igual el tiempo que haga, en diez minutos puede ser completamente diferente. Esa es la regla de oro.
Así que en cuanto vimos una gasolinera, paramos. Por supuesto, tenía su propio restaurante de comida rápida, como todas, así que nos metimos un estupendo menú de hamburguesa, patatas y bebida. Por supuesto, nada que ver con la pierna de cordero del día anterior, pero al menos fue más barato, 53 euros en total para los tres (mismo precio que en la comida de hacía dos días, camino de Geysir). De esta manera, confiábamos en darle algo de tiempo al clima para que mejorase.
¡Y así fue! Cuando salimos de la gasolinera, ya no llovía, fabuloso. Menos mal, por que nuestro próximo destino era el parque nacional Skaftafell, donde íbamos a hacer un par de rutas de senderismo, y con lluvia iba a ser difícil.
Desde el cañón de Fjardrarglljufur hasta el parque nacional hay una hora de ruta, como habíamos hecho parte de esa distancia hasta la gasolinera, ya nos quedaba menos. De camino, hicimos una parada breve en una cascada que había junto a la carretera, foss a sidu. Inés estaba dormida, así que solo salimos del coche un momento para hacerle una foto, que es la que podéis ver abajo a la izquierda. Para llegar a nuestro destino, atravesamos durante unos cuantos kilómetros una inmensa llanura aluvial de tierra negra, salpicada por manchones de musgo verde brillante. Era una visión casi hipnótica que me encantaba, hasta el punto de que paré un momento para bajar del coche y confirmar que ese musgo era auténticamente real, como podéis ver en la foto de la derecha.
Skaftafell
Ya nos estábamos acercando a Skaftafell, en el horizonte se veían los glaciares. En realidad este es el mayor de los glaciares islandeses, y el mayor de Europa. El inmenso Vatnajökull, que ocupa más de 8000 km cuadrados y tiene un espesor de hielo promedio de casi 400 metros, aunque en algunas zonas llega a los 900 metros de espesor. Una mole inimaginable de hielo.
Lo que vemos en las fotos de abajo, son simplemente dos "pequeñas" lenguas glaciares que se desgajan del bloque principal, que como hemos dicho, es inmenso. Bajo ese glaciar hay volcanes activos, que cuando entran en erupción, el calor funde rápidamente el hielo, provocando inundaciones glaciares llamadas jökulhlaups, que son fenómenos naturales de gran poder.
No pudimos evitar hacer una parada para contemplar con calma ese soberbio paisaje. Había algunos momentos, que parecía que la carretera iba directa a encontrarse con el glaciar. Aparte de que los paisajes en sí son espectaculares, una cosa que hace que Islandia sea especialmente bella y distinta de todo lo que conocía hasta ese momento, es la luz, que hace que el color de las cosas tenga una intensidad que no se refleja con justicia en las fotos.
Llegamos al centro de visitantes de Skaftafell. La verdad es que está muy bien montado, hay un buen aparcamiento (esta vez de pago), cafetería, centro de información, baños, etc. Debe haber una gran variedad de rutas, pero hay una por encima de todas que es la principal, la que va a la cascada de Svartifoss, la de los tubos de órgano. También hay otra cortita, que llega hasta la cola del glaciar Skaftafellsjökull. Esa también la haremos, pero primero la de la cascada. Hay en total un par de km hasta el mismo pie.
El camino es en ligero desnivel cuesta arriba casi todo, hasta llegar a un collado donde ya se ve la cascada, y desde ahí vas llaneando y bajando hasta llegar a ella. De camino, antes de llegar al collado, veremos otra cascada más pequeña pero también muy bonita, en la foto de abajo a la derecha.
En el collado que mencionaba antes...
Una vez junto a la cascada, hay un mirador, y puedes bajar hasta el cauce del rio si quieres, buscando la mejor foto. Allí estuvimos un rato, disfrutando del lugar.
Ya de vuelta hacia el centro de visitantes, hicimos algunas fotos hacia la inmensa llanura aluvial que habíamos atravesado horas antes con el coche. Es una de las mayores de Europa, tiene unos 1000 kilómetros cuadrados, y tiene nombre propio, Skeiðarársandur.
Skeiðarársandur se extiende desde el glaciar hasta el océano Atlántico y se formó por la acumulación de sedimentos que los ríos glaciares han arrastrado durante miles de años, especialmente las repetidas inundaciones glaciares o jökulhlaups, que ocurren cuando la actividad volcánica bajo Vatnajökull derrite el hielo rápidamente, generando enormes avalanchas de agua y escombros que arrasan la región.
Y una vez de nuevo en el centro de visitantes, decidimos hacer la otra ruta, al glaciar Skaftafellsjökull. Son un par de kilómetros de paseo, esta vez en llano, sin apenas desnivel. La verdad es que es un camino muy agradable hasta que llegas a un punto donde ves todo el frente del glaciar ante ti.
En esta web oficial de Skaftafell, podéis encontrar información sobre el parque nacional (rutas, alojamiento, etc). Si además de lo que hicimos nosotros queréis algún tipo de excursión guiada por el glaciar, aquí tenéis algunas posibilidades, que si lo reserváis desde nuestros enlaces, tendréis el mejor precio posible.
Aquí podéis ver algunas fotos del paseo que hicimos nosotros hasta la lengua glaciar. Una auténtica inmensidad de hielo.
Ya se estaba haciendo tarde, así que estuvimos un rato admirando el glaciar, y emprendimos el camino de vuelta. Llegamos de nuevo al centro de visitantes, y la verdad es que estábamos cansados, entre unas cosas y otras habíamos caminado unos 8 km por el parque de Skaftafell. Aún nos quedaba el viaje hasta la cabaña de esa noche, que estaba a una hora y veinte minutos de distancia, así que después de descansar un poco y merendar algo de lo que llevábamos en un banco en el centro de visitantes, pusimos rumbo a nuestro hogar de esa noche.
En este caso iban a ser dos noches seguidas en el mismo alojamiento, ya que al día siguiente queríamos explorar tranquilamente la zona de las lagunas glaciares de Jokulsarlon y Fjallsarlon. Habíamos reservado una cabaña muy pintoresca por airbnb desde la que había vistas a una de las lenguas glaciares que se descuelgan del Vatnajökull. Podéis ver fotos e informacion aquí. En total pagamos 421 euros por las dos noches, en la linea de lo que llevábamos hasta ahora.
El alojamiento es realmente caro en Islandia, diría que lo más caro de todo junto con el coche de alquiler. Es verdad que al ser solo dos adultos, resulta más caro, por que te cobran por la ocupación máxima de la cabaña. En la mayoría de las cabañas que estuvimos no hay nadie para recibirte, ya que están en mitad de la nada (tienes la llave en una cajita de seguridad junto a la puerta) y comprobar que no vas a meter más gente de la contratada, así que te cobran el máximo, y listos. Los restaurantes, aunque son caros, no es tanta la diferencia con España (hemos pagado 53, 83 y 53 euros por tres comidas en lo que llevamos hasta ahora).
Y por otra parte, es verdad que estamos gastando poco en entradas a visitas. Aquí es todo Naturaleza, y no hay que pagar nada salvo algún parking. Abajo, unas fotos de nuestra cabaña, con el glaciar al fondo, y cenando unos riquísimos macarrones precocinados antes de irnos a dormir.
Podéis leer aquí el artículo de nuestro cuarto día en Islandia visitando las lagunas glaciares Jökulsárlón y Fjallsárlón, con paseo en barco por la primera de ellas. Acabamos el día en la playa de los diamantes.
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