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Seydisfjordur, zona volcánica Hverir, cráter Viti y baños Myvatn


Fecha del viaje: Julio de 2022

Podéis leer aquí el artículo de nuestro quinto día en Islandia, visitando la cascada Hengifoss, la más alta de Islandia de las que son visitables, y los fantásticos baños termales Vök baths.


Recomendaciones importantes

  • En Seydisfjordur tenéis un fantástico sitio para desayunar, The Filling Station, recomendado por un español que conocimos que estaba viviendo en Seydisfjordur.
  • Al poco de salir de Seydisfjordur (o poco antes de llegar) no os perdáis una bonita cascada que se ve desde la carretera. Hay que caminar diez minutos o menos para llegar a ella, resulta muy fotogénica.
  • Desde Eggilstadir, en cosa de media hora llegaréis a otra bonita cascada, Rjukandafoss. A partir de aquí la Ring road se adentra durante unos 110 km en un territorio que podría perfectamente pasar por ser Venus o Marte, no esperéis encontrar ningún sitio para comer o lo que sea en ese trayecto.
  • Los baños de Myvatn se parecen mucho a los mega famosos y mega turísticos de la laguna azul, pero cuestan como la mitad de precio, hay menos gente y la experiencia es mejor (nosotros pagamos 88 euros por los tres).

Día 6

Seydisfjordur es uno de los pueblos más pintorescos de Islandia, junto con Husavik (que veríamos al día siguiente). Está en el fondo de un larquísimo fiordo, y su tejido urbano son casitas de madera pintadas de diferentes colores. Eso incluye al que había sido nuestro alojamiento allí, el Hostel Hafaldan Old Hospital.

Se trata de un bonito edificio, que podéis ver en la foto de abajo a la izquierda, que data de finales del siglo XIX o principios del XX. Fue el hospital de la ciudad durante gran parte del siglo XX, hasta que fue restaurado para convertirse en uan especie de hotel-albergue. Lo reservamos por booking, y nos costó la bonita cantidad de 215 euros por una noche (y sin desayuno).

El edificio, como podéis ver, es bonito y tiene encanto, pero el precio es totalmente desorbitado. Y encima tienes que hacerte tu la cama. Cuando entras en la habitación tienes las sábanas dobladas encima del colchón, y al irte, tienes que quitarlas y echarlas en un cesto de ropa sucia. Esa noche, echamos de menos nuestras cabañas...

En las fotos de abajo, nuestro bonito "hostel", y con Inés en una zona infantil muy chula justo al lado del alojamiento (se puede ver al fondo de la segunda foto). Aquí en Islandia, la arena de las zonas infantiles es arena negra volcánica. Tuvimos que abrigarnos, hacía un poco de fresco esa mañana...

Después de que Inés se desfogara un poco en la zona infantil, fuimos dando un paseo hasta el local que nos recomendó para desayunar el camarero español que conocimos la noche anterior durante la cena. Está en una gasolinera, y se llama "The Filling Station". Está a un cuarto de hora en un agradable paseo.

Desayunamos muy bien. Demasiado bien en realidad. Pedimos un plato que incluía huevos fritos, bacon, salchichas y mil cosas más. Más que un desayuno fue una comida. Por supuesto, no fue barato, 88 euros en total, pero esto es Islandia. Abajo, fotos durante el paseo por Seydisfjordur. Este pueblo es un importante puerto comercial, y hay cruceros que vienen desde Noruega, como podéis ver en una de las fotos.

Ya de vuelta en el hostel, cargamos en el coche nuestras cosas y emprendimos la ruta de ese día. Lo primero, era hacer la carretera que remonta la ladera desde el nivel del mar hasta Eggilstadir, que el día anterior hicimos casi sin visibilidad. En esta ocasión, pudimos disfrutar de ese magnífico paisaje, en concreto de una cascada muy chula que había junto a la carretera, que el día anterior no habíamos visto. Hicimos una breve parada. La verdad es que, para ser una cascada desconocida, que no viene en las guías, resultaba muy fotogénica y espectacular. Además no había nadie.

Y desde aquí dejábamos la zona sur de Islandia, en la que tan buenos momentos habíamos pasado, para ir hacia la zona norte. Si queréis saber que excursiones son posibles en esta zona cercana a Seydisfjordur, aquí tenéis unas cuantas posiblidades, que si reserváis desde estos enlaces, tendréis el mejor precio posible:

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Siguiendo la carretera Ring road, cuando llevábamos cerca de una hora desde Seydisfjordur, pasamos junto a otra cascada muy bonita, Rjukandafoss. Se ve claramente desde la carretera, ya que tiene una altura de 93 metros en varios saltos de agua. Hay un pequeño aparcamiento junto a la carretera. En este caso, para llegar a ella había que caminar unos 10 minutos, lo cual nos vino muy bien para estirar un poco las piernas. Podéis verla en las fotos de abajo.

A partir de aquí, la ruta por la Ring road se hace todavía más islandesa, si cabe. Tenemos 110 km (una hora y veinte minutos más o menos) hasta nuestro destino, la zona volcánica de Hverir, y para llegar hasta allí, la carretera atraviesa unos paisajes absolutamente lunares, como de otro planeta. Es la belleza de la desolación y la soledad, donde solo hay tierras oscuras y ocres recalentadas por el calor de la tierra, que aquí está a ras de la superficie, buscando cualquier resquicio entre la roca para escapar. Un paisaje como no existe en casi ningún otro lugar.

Naturalmente, en este tramo no hay nada donde parar a comer ni ninguna otra cosa. Ahora agradecimos habernos metido ese super desayuno en Seydisfjordur. Nada más pasar el pequeño puerto de montaña Námaskarð, por fin llegamos a nuestro destino, que está al borde de la carretera y no tiene pérdida ninguna. Bueno, primero vemos un desvio a la derecha hacia la zona volcánica de Krafla, e inmediatamente después, en menos de 500 metros, veremos a la izquierda la zona volcánica de Hverir, con su zona de aparcamiento. El acceso a estas zonas volcánicas es completamente gratuito. Allí dejamos el coche, y caminando nos acercamos hacia las fumarolas, como podéis ver en las fotos de abajo.

Era la primera zona volcánica que veíamos en Islandia, y la verdad es que resulta sobrecogedor. Sin duda, un imprescindible en cualquier viaje a este pais, aunque la de Krafla que vimos al día siguiente, nos gustó incluso más.

Se puede uno imaginar perfectamente como debió ser el planeta Tierra hace millones de años, cuando estaba en plena juventud y la corteza terrestre estaba aún en plena formación. Un lugar donde poder contemplar cómo nuestro planeta sigue formándose hoy día.

Hay pasarelas para ir de una zona a otra, vayas a donde vayas es espectacular, la propia Tierra rugiendo y mostrando un poco de su poder. A Inés la impresionaron mucho las charcas de barro burbujeante, podéis ver aquí un video sobre ese hipnótico barro burbujeante.

Por todas partes se emiten gases sulfurosos y vapor de agua, provenientes de la actividad volcánica subterránea. Abajo podéis ver uno de esos puntos donde el vapor sale como si debajo hubiese una gigantesca olla a presión y aquí un video de una de esas fumarolas que parecía más bien una chimenea.

Una vez visto esto, volvimos al coche y retrocedimos por la carretera unos 500 metros para coger el desvío hacia Krafla. Como podéis ver en la foto de abajo a la izquierda, la carretera pasa bajo una gruesa tubería de una central geotérmica cercana. Al fondo de esa foto se ve como la carretera va ascendiendo, hasta llegar al cráter Viti. Cerca del cráter hay otro desvió hacia Krafla que decidimos dejar para el día siguiente, hoy ya no nos da tiempo.

El cráter Viti se ve rápido, es un corto paseo de unos minutos desde el aparcamiento hasta el borde, desde donde se ve como su interior está lleno de un agua de un intenso color azul, formando un lago. Este cráter se formó en 1724 durante una serie de erupciones explosivas que duraron varios años. No es un lago de aguas termales, y no es apto para el baño.

Estuvimos unos minutos en el cráter, y enseguida volvimos al coche. Teníamos ganas de llegar a la última parada del día, los baños termales de Myvatn. Volvimos a pasar por la zona Hverir que vimos antes y seguimos ruta. Los baños están muy cerca de allí, a apenas 4 km. Abajo podéis ver unas fotos de la hora y media que pasamos allí disfrutando de esos maravillosos baños, con el agua a unos 38 - 39 grados. El coste fue de 88 euros por los tres, lo mismo que pagamos el día anterior en los Vök baths.

Sin duda, para Inés esto era, con mucho, lo mejor de Islandia: los baños termales. Llevábamos dos seguidos, y ya estaba preguntando que a cual iríamos al día siguiente. Nos pasamos allí algo más de hora y media y todavía se quería quedar más tiempo. La verdad es que, para un niño, estos lugares son algo casi mágico. Después de un intenso día entre volcanes, cascadas o glaciares, que mejor que acabar con unas aguas termales en mitad de Marte a 38 grados de temperatura.

Si queréis llevar la entrada a estos baños ya reservada, o estáis interesados en otras excursiones por la zona que además incluyan estos baños, aquí tenéis algunas posibilidades, que si reserváis desde nuestros enlaces, tendréis el mejor precio posible.

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Por suerte, en Islandia en esta época del año, anochece muy tarde, y gracias a eso podemos alargar mucho los días. Desde aquí fuimos ya a buscar nuestra nueva casa, en la que íbamos a estar dos noches. Todavía estábamos a una hora de distancia de la casa, que estaba cerca de Akureyri. Este fue, junto con la cabaña de la primera noche, el alojamiento que más nos gustó de todo el viaje. Era una cabaña (chalet más bien) de madera en mitad de unos prados increíblemente verdes, cerca de un rio.

La casa era enorme, ahí cabían 7 u 8 personas por lo menos, era fantástica. La reservamos por airbnb, y lo malo fue el precio, 445 euros por dos noches. Al llegar, no había nadie esperando, la entrada era automática con una cajita de seguridad donde están las llaves. Abajo podéis ver unas fotos de esta maravilla de sitio.

Es una pasada de sitio, como podéis ver. A Inés le encantó, tenía cantidad de rincones por descubrir, y un montón de juegos para niños. Nos preparamos algo de cena, y a descansar, que ya era muy tarde. Antes de cenar, como podéis ver en la última foto, no hay como un rato de relax en el porche tomando una cerveza bien fria. Había comprado unas cuantas en una gasolinera, y de esta manera siempre tenía mi cerveza al acabar cada intenso día en Islandia. Al día siguiente nos esperaba otro inolvidable día en este pais.

Si hasta ese momento el día 2 del viaje había sido el más espectacular para mi gusto (podéis ver el artículo aquí), el día siguiente, el séptimo, iba a superarlo claramente. En mi opinión, fue el mejor día del viaje, en el que avistaríamos ballenas, y visitaríamos la mejor cascada y la mejor zona volcánica de Islandia. Podéis leer aquí el relato de nuestro séptimo día en Islandia.


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